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La educación del ocio a través del deporte

 

Dr. en Educación Física

Profesor de la UCA

(España)

Damián Ossorio Lozano

damianossorio@telefonica.net

 

 

 

 

Resumen

          Los avances científicos y tecnológicos nos han asegurado una vida más cómoda y menos esforzada, la reducción de la jornada laboral y el incremento paralelo del tiempo libre, son factores indudables del aumento del nivel de vida, de la llamada sociedad del bienestar. No podemos hablar de educación integral de la personalidad, ni menos aún de una sociedad realmente civilizada, si relegamos a segundo plano la educación del tiempo ocio, que en definitiva, supone una esencial finalidad ética y estética, cultural y social. La educación del ocio, se trata, sin duda, de un importante y delicadísimo reto educativo a conseguir. El ocio -en su triple dimensión como descanso, diversión y desarrollo- es, en suma, el verdadero reencuentro y la afirmación más segura de la propia personalidad individual y, a la vez, una auténtica necesidad colectiva. La educación para el ocio se nos presenta como un ineludible deber social.

          Palabras clave: Educación. Ocio. Deporte.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 166, Marzo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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    Los avances científicos y tecnológicos nos han asegurado una vida más cómoda y menos esforzada, la reducción de la jornada laboral y el incremento paralelo del tiempo libre, son factores indudables del aumento del nivel de vida, de la llamada sociedad del bienestar.

    No podemos hablar de educación integral de la personalidad, ni menos aún de una sociedad realmente civilizada, si relegamos a segundo plano la educación del tiempo ocio, que en definitiva, supone una esencial finalidad ética y estética, cultural y social.

    La educación del ocio, se trata, sin duda, de un importante y delicadísimo reto educativo a conseguir.

    El ocio -en su triple dimensión como descanso, diversión y desarrollo- es, en suma, el verdadero reencuentro y la afirmación más segura de la propia personalidad individual y, a la vez, una auténtica necesidad colectiva. La educación para el ocio se nos presenta como un ineludible deber social.

Trabajo y ocio

    A lo largo de la historia de la humanidad, contrasta la diversidad de virtudes asignadas al trabajo en todos los tiempos.

    Ya en la Antigüedad clásica, el historiador griego Jenofonte escribe en las Memorables: “Cuanto hay de bello y honesto le conceden los dioses a los hombres al precio de su trabajo y su asiduidad”.

    Más adelante, a lo largo de toda la Edad Moderna, e incluso durante el siglo XIX, se mantiene la idea de la necesidad del trabajo, considerado una virtud, como algo digno y ennoblecedor.

    Ya, en nuestro siglo, se ha producido una evidente evolución, a veces negativa, en la estimación del trabajo. Son, por ejemplo, muy significativas estas palabras del pensador inglés Bertrand Russell: “La fe en las virtudes del trabajo está haciendo mucho daño en el mundo entero, pues el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de aquél.”

    Pero, desde muchísimo antes, nuestro refranero contaba ya con estas dos rotundas afirmaciones pletóricas de sabiduría popular:

  • El propósito del trabajar es llegar a descansar.

  • El trabajo es padre del descanso.

    El ser humano reparte su existencia entre el esfuerzo y el descanso.

    En la actualidad, el trabajo no se considera como el factor fundamental o exclusivo del desarrollo humano, o al menos de manera unánime

    Así, unos hablan de una civilización del trabajo y otros, de una civilización del ocio.

    El escritor norteamericano de origen portugués John Dos Passos nos lo explica muy bien en su obra Rocinante vuelve al camino, cuando narra su conversación con un campesino andaluz, quien le resume así su singular punto de vista:

    Ustedes -los americanos- no hacéis más que trabajá pa descansá y descansá pa podé trabajá otra vez.

  • Vosotros- replica el yanqui.

  • Nosotros- sentencia el andaluz- vivimos onpare”

    Esto hace pensar, que si el trabajo está ligado a la civilización, el ocio se halla unido estrechamente a la cultura.

Ocio un poco de historia

    Aunque lo consideremos un concepto moderno, e incluso reciente, tiene unos antecedentes lejanos que conviene rastrear…

    En la Grecia de Pericles (siglo V a. de C.), el ciudadano libre disfrutaba de skolé (= descanso), palabra de la cual deriva escuela.

    Tener descanso para los griegos libres significaba disponer de tiempo para aprender, lo cual nos da la clave de dos hechos profundos: de un lado, que la cultura es un producto del descanso, del ocio; del otro, que éste, para ser digno, requiere educación.

Los romanos

    Los romanos, establecen la noción del trabajo que procede de la voz latina trepalium (= instrumento de tortura), así como la de negocio que no es sino el nec otium o negación del ocio.

    El ocio privilegio de los patricios-era el otium cum dignitate (= ocio digno). Tiempo dedicado a la caza, la guerra, los espectáculos… la filosofía, la actividad artística, la lectura, etc.

    Y entre los grandes libros que llenan toda la Historia de la humanidad, la Biblia es el que más insiste en la necesidad del reposo. El descanso del séptimo día, tiene dos fundamentos: el primero, se identifica con el reposo tomado por el Señor tras del sexto día de la Creación; el segundo, supone el recuerdo de los trabajos forzados que el pueblo de Dios había llevado a cabo en Egipto.

    La concepción medieval del ocio es, preferentemente, la del tiempo a emplear en el cultivo de la propia personalidad.

    A partir del siglo XV surge la figura del cortesano y el caballero cultivado que arrebata a la clerecía el monopolio de la cultura y del ocio, “duchos en las armas y doctos en las letras”.

    Durante los siglos XVI y XVII siguen toda vía en pie las anteriores concepciones sobre el descanso creador.

    Ya en el siglo XVIII, para un espíritu tan clásico y sereno como el dramaturgo alemán Schiller, el ocio se halla entre la belleza y el juego, en un dualismo que va desde la razón hasta la sensibilidad.

    El siglo XIX y el XX, surge el nacimiento de una civilización urbana e industrial que plantea el problema de la organización voluntaria, reglamentada y legal del tiempo consagrado al ocio.

La ociosidad y el pasotismo

    Sin duda, la ociosidad y la vagancia, se encuentran en el extremo opuesto de la diligencia y la eficacia, son una verdadera desdicha para la humanidad.

    Mención especial, por su alarmante actualidad, merece el pasotismo. Este trastorno de la volición, se produce cuando la causa de la perturbación de la voluntad se encuentra en la esfera mental, en el plano de las ideas y de los valores.

    El pasota, se apoya en la ley del mínimo esfuerzo, y sobre todo se encomienda a la suerte.

    El pasota, está vacío de motivos. Se aloja, justamente, en lo opuesto a los ideales, a los deberes, a los valores...

El ocio como elemento compensador

    La llamada “civilización del tiempo libre” es un exponente claro de la importancia que reviste para el hombre de hoy la diversión y el esparcimiento.

    En realidad, ¿el ocio juega un papel tan importante en nuestra vida? Sí, por la necesidad de compensación como defensa del individuo contra las tensiones que padece. Para disponer de sí mismo.

    El ocio, debería entenderse como parte del bienestar y como parte de libertad. Como la alegría de vivir y como un sentimiento de dignidad.

    Dice Fray Francisco Alvarado que la diversión, como la medicina, debe ser poca y a tiempo.

El ocio en familia

    La familia ejerce sobre el ocio una influencia particularmente feliz.

    Nuestro hogar es el lugar ideal para disfrutar de un recreo compartido sin salir de casa. Que sano es “hablar en familia”. ¡Que falta hace!

¿Qué hacer en el tiempo libre?

    La oferta actual sería interminable

    Hay que saber muy bien en qué manos depositamos a nuestros hijos…

    Lo atractivo de las actividades no nos asegura que sean formativas.

    Prudencia, pedir consejo e informarse bien antes de decidir.

Importancia del deporte en la educación

    De poco valen profesores buenos si los amigos no lo son, de qué valen los consejos de los padres si el uso de la televisión no es el correcto, etc. Descuidar uno sólo de estos aspectos puede invalidar todos nuestros esfuerzos.

    Cultivar en los hijos aficiones deportivas conlleva:

  • Ampliar el círculo de amistades;

  • Entrar en contacto con la naturaleza;

  • Saber enfrentarse con las situaciones, tan comunes en la vida, como ganar y perder.

    Si el deporte lo consideramos como un factor en la educación de los hijos, es importante saber si nuestros hijos “aprenden”, con el ejemplo y las conversaciones oportunas, aprenden a «ver” el deporte, a saber enjuiciar críticamente los comportamientos en el deporte.

    Existen…

  • Padres empeñados en la buena educación de sus hijos, todos…

  • Padres que consideran una perdida de tiempo el deporte, pocos.

  • Padres cuya mayor ilusión es que su hijo triunfe en el deporte que ellos no pudieron triunfar, algunos.

    Existen hijos…

  • Cuyo interés no se dirige al deporte como tal, pocos…

  • Que ya comienzan a estar interesados en el deporte y a participar en competiciones deportivas. Muchos

  • Que practican deporte más en serio. Bastantes

  • Que practican deporte pensando en el futuro. Algunos

¿Pero qué es el deporte…?

    Deporte = juego + ejercicio físico + competición.

    Pero los dos aspectos que constituyen lo esencial son:

a.     Que el deporte es superación personal.

b.     Que el deporte es una respuesta física natural a una competición donde hay que poner en juego facultades naturales.

    John Keating, el estrafalario protagonista de El club de los poetas muertos, afirma acertadamente que “el deporte es en realidad una oportunidad que tenemos de que otro ser humano nos empuje a superarnos”.

¿Por qué es tan atractivo?

    Porque el deporte es reto, es riesgo, es competición, es aventura, es record, es victoria…

    El deporte nos permite saciar la natural sed humana de triunfo, aunque sea “a través de otros”. Un «a través” que se siente muy cercano cuando son los propios hijos los protagonistas.

¿Qué valor tiene el deporte como medio educativo?

    Porque el deporte puede ser una correa transmisora de valores. Porque desarrolla cualidades básicas para la vida como:

  • La lealtad;

  • La perseverancia en el esfuerzo;

  • El espíritu de sacrificio;

  • La capacidad de renuncia;

  • El reconocimiento inevitable de las propias limitaciones, y

  • La valoración de las virtudes de los demás.

  • Ayuda a madurar.

¿Qué fomenta el deporte?

  • Los deportes de equipo desarrollan el sentido de la disciplina colectiva, así como el desarrollo de la inteligencia táctica y estratégica

  • Hábitos de compañerismo; amor a unos colores…

  • Hábitos de trabajo en equipo.

  • El deporte bien enfocado es una escuela de solidaridad

    Pero no podemos olvidar que el deporte, como cualquier otra actividad humana, puede ser mal enfocado y sus aspectos positivos pueden degenerar en actitudes mal sanas o deformantes.

Los aspectos positivos que tiene el deporte no han de sobrevalorarse

    Es un error pensar en el deporte como en un sustitutivo de otras actividades: como si por el hecho de hacer deporte, un chico estuviera «menos en peligro” o fuera «más sano”.

El deporte es una buena alternativa para disfrutar del tiempo libre de toda la familia

  • Tampoco es cuestión de pasar todo el fin de semana jugando al golf, ver todos los programas de la televisión…

  • Una mala interpretación del espíritu de equipo conduce a una competitividad exacerbada y al exclusivismo y rechazo de los otros.

  • Un afán desmedido de triunfo, provoca corrupción, violencia y hasta un narcisismo ridículo.

  • No es cierto que haya competiciones en las que «si perdemos, perdemos mucho más que un partido”.

Si a los padres no les gusta el deporte...

    Algunos padres consideran que sus hijos pierden el tiempo y que el deporte les distrae del estudio, piensan que les priva de otras actividades aparentemente más valiosas.

    O acabarán con el síndrome de Don Quijote, “sorbido el seso”.

    El deporte bien organizado ayuda a nuestros hijos a estudiar y a rendir mejor intelectualmente. El deporte es importante pero no es lo primero

    No deben achacarse unas malas notas a un entrenamiento diario o a los partidos de fin de semana.

    Lo que impide el estudio es:

  • La televisión.

  • La falta de control de la imaginación.

  • Los hábitos de pereza mental.

    Suprimir el deporte es en términos deportivos “echar balones fuera”, Cuando la realidad es otra.

    Existe siempre la posibilidad de practicar deporte en familia. Siempre hay un deporte en el que pueden participar todos.

    Es básico “sostener” el esfuerzo durante semanas, meses, y tal vez años, también en la educación a través del deporte

    La educación es el resultado del esfuerzo y la tenacidad en lo pequeño, en lo cotidiano en lo diario. Ser padres requiere actualmente «profesionalización”

Algunas orientaciones para los más pequeños

    Está claro que, en el caso de los chicos pequeños, no se puede hablar propiamente de deporte, es más bien juego

    Esas edades son las mejores para cultivar, en los juegos que practiquen, hábitos de competitividad sanos:

  • Una serena aversión a las trampas.

  • Saber perder con alegría.

  • Saber ganar y, a veces, saber dejarse ganar.

  • Saber reírse de uno mismo, y reírse no de los demás sino con demás.

Algunas observaciones para los más mayores

Si el hijo hace deporte: Seriedad

    Los padres han de facilitar el cumplimiento de los compromisos deportivos. Los compromisos, pequeños o grandes se cumplen siempre

    Los padres deben…

  • Mantenerse a la distancia justa en las competiciones de sus hijos

  • Se debe animar, lo que no se debe ser es un forofo, vociferar.

  • Si la ejemplaridad de los padres es siempre importante, un terreno en el que también es necesaria, es éste: el modo de presenciar la competición.

    Existe una conducta deportividad propia del espectador que jamás debería ser violada. Siempre es un mal ejemplo para los más jóvenes

    Los padres deben…

  • Ser prudentes;

  • Saber animar a todos y no sólo al propio hijo;

  • No criticar en exceso;

  • No hacer comparaciones “yo a tu edad”.

  • También los hay que corren la banda durante el partido y no paran de dar instrucciones al pobre niño, que no sabe a quien mirar. ¡Tu hazme caso a mí que yo se de esto!, ¡Cuando yo era como tu…!

  • Los que se mueren de celos si el entrenador grita a su hijo más que a los demás; o si le hace jugar menos que a los demás.

    Es muy formativo que los padres elogien las virtudes de los demás miembros del propio equipo o de los equipos rivales.

    Al tu hijo no debes ocultarle sus defectos:

  • “Deberías haber luchado más”.

  • “Haz caso al entrenador”.

  • “Te has entregado poco”.

  • “No te dejas la piel”.

    Lo verdaderamente eficaz es decir:

  • “Estoy contento de cómo has luchado”.

  • “Lo has hechos bien, te felicito”.

  • “No te preocupes”.

  • “Si sigues entrenando así, mejorarás”.

  • Refuerza los éxitos de tu hijo y el empeño que haya puesto.

    Esto es educar a través del deporte, esto es educar en Futuro, desarrollar una “Sinergia positiva” que ayudará a tu hijo a ser cada día mejor persona.

    “Ser un ganador...” significa

Si no intentas más de lo que puedes, nunca llegarás a lo que puedes.

    Alguien ha dicho con acierto que en nuestra sociedad sobran medios y escasean los fines: muchos convierten en fines lo que no son más que medios.

    El deporte, queridos amigos, es un medio que ha de entenderse integrado en un proyecto ético global, es un instrumento de maduración personal, que nos permite rendir un servicio a los demás, según las capacidades naturales recibidas.

    Las grandes experiencias humanas han venido siempre por el camino del esfuerzo y de la tenacidad, el deporte es eso

    Una mentalidad deportiva nos ayudará a ser optimistas ante las dificultades, a volver a empezar una y otra vez, a no dejarnos vencer nunca por el desaliento. “La vida es mucho más que un partido de fútbol”.

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