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La importancia de la psicomotricidad en 

la actividad físico-deportiva extraescolar

 

Facultad de Ciencias de Actividad Física y el Deporte

Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Vitoria

(España)

Lander Bilbao

Ukerdi Corres

Aritz Urdampilleta

aritz.urdampilleta@ehu.es

 

 

 

 

Resumen

          Una de las principales preocupaciones de los padres hacia sus hijos es que tengan un desarrollo motor bueno y que lleguen a la edad adulta sin ninguna deficiencia. Gran parte de la culpa de que el desarrollo sea óptimo la tiene un aprendizaje psicomotriz adecuado. No solo en el desarrollo sino en muchos aspectos como en las relaciones sociales, o en la capacidad de expresión e imaginación va a tomar parte la psicomotricidad. Ahora es cuando están empezando a ofertarse extraescolares de psicomotricidad en vista de lo poco recomendable que es realizar deportes específicos desde una edad temprana. Se propone en este trabajo un programa de clases extraescolares que sirvan para completar los objeticos del currículum escolar y mostrando además si el alumno va adquiriendo el desarrollo deseado.

          Palabras clave: Psicomotricidad. Actividad extraescolar. Desarrollo. Etapas. Educación.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La psicomotricidad tiene gran importancia en los primeros años de vida de los niños, aún así en los centros educativos no se trabaja ni se le da la importancia que se le debería dar (Cantuña, 2010; Osorio y Herrador, 2007) La psicomotricidad sirve tanto como para que el niño mejore en los aprendizajes como para que evolucione su personalidad, ayuda al niño a ser más autónomo, equilibrado y feliz. Antes se utilizaba en caso de que el niño tuviese un retraso psicomotor, discapacidad o alguna debilidad o dificultad pero según Pineda (2008) hoy en día va a más y se trabaja para la mejora de todos los niños.

    Además hoy en día el índice de sedentarismo es muy alto y el tiempo real de clases de educación física en los colegios es muy reducido como para promover un estilo de vida saludable y activo cuando se llega a la edad adulta, algo muy importante ya que como menciona Díaz (2009), hay un incremento de enfermedades cardiovasculares y diabetes en niños y adolescentes que se atribuye al sobrepeso y obesidad en las edades tempranas. Por eso las clases extraescolares pueden ayudar a completar los objetivos que se propone el centro (Montesinos, 2005; Sánchez y Sánchez, 2003; Orts, 2005 y Mollá, 2007)

    La psicomotricidad es una de las cinco tendencias que toman parte en el currículo de la educación física escolar. Algunos docentes en lugar de psicomotricidad dicen estar impartiendo educación física de base que según ellos se trata de habilidades y destrezas que son necesarias en la edad temprana para trabajar la multilateralidad y más adelante permitir trabajar de forma más compleja al estudiante (Libardo, 2010).

    La educación infantil se ordena en 2 ciclos en los que se atiende progresivamente al desarrollo afectivo, al movimiento y a los hábitos de control corporal, a las manifestaciones de la comunicación y del lenguaje, a las pautas elementales de convivencia y relación social, así como al descubrimiento de las características físicas y sociales del medio. Además se propicia que niñas y niños logren una imagen positiva y equilibrada de sí mismos y adquieran autonomía personal (Ministerio de Educación, 2006).

    El concepto de psicomotricidad se divide en dos partes: motriz, movimiento; y psiquismo, que determina las acciones en dos fases el socio afectivo y el cognitivo. Estos dos términos forman el desarrollo íntegro del individuo (Carrascosa, 2008)

    Según Gutiérrez (2009) la psicomotricidad es fundamental en el desarrollo de los aspectos que influyen en la personalidad del niño como son el cognitivo, el afectivo, el social y el motor. Además va ayudar a conseguir aprendizajes como lectoescritura, nociones topológicas o grafomotricidad entre otros. Mediante ésta herramienta el niño va a conocer su cuerpo y a través de su cuerpo conocerá el mundo que le rodea. De ahí la importancia de realizar juegos, canciones y cuentos en edades tempranas.

    El desarrollo psicomotor se rige por 3 leyes: la céfalo-caudal establece que el desarrollo comienza en cabeza y va hasta las extremidades. Esto quiere decir que se controla antes la cabeza que las extremidades. La próximo-distal dice que se desarrollan antes las zonas más próximas al centro del cuerpo. Esto es, se desarrolla antes un hombro que un brazo y éste antes que la mano. La tercera es la ley de la diferenciación progresiva indica que los músculos grandes se controlan antes que los más pequeños. Todo esto se ha de tener en cuenta a la hora de realizar las clases (Gil y Col 2008; Gutiérrez, 2009)

    En muchos casos se cree que el empezar desde muy temprano practicando un deporte se va a conseguir el éxito, pero no es así. No es para nada conveniente la especificación de un niño en un deporte porque no va a poder desarrollar todas sus destrezas y va a tener deficiencias en el futuro. El desarrollo del niño está diferenciado por etapas y si no se respetan esas etapas se pueden generar problemas en el niño, no hay que pretender que cada una de esas etapas pase lo más rápido posible sino que hay que respetar los tiempos y el orden de estas eligiendo bien las tareas y por supuesto la forma de realizarlas (Zampa, 2007). Es aconsejable que el niño realice clases de psicomotricidad para luego más adelante participe en clases multideportivas preferiblemente.

    Para Ahuja y Col (2011) es necesario aceptar que cada uno es diferente y único, como su cuerpo y sus potenciales. Como consecuencia nadie puede hacer exactamente lo mismo que otro. Si se utiliza la empatía se podrá reconocer en qué medida es cada uno diferente, acceder a lo que el otro siente y vivencia al realizar un movimiento, y compartir con él su experiencia, adentrarse en la realidad de otro pero recordando que es posible hacerlo y seguir siendo uno mismo.

    Por todo ello, como objetivo, se quiere resaltar la importancia que tiene que se trabaje la psicomotricidad en las primeras etapas de vida, hasta que el niño en la tercera infancia, 7-12 años, alcance un desarrollo motor adecuado y pueda desarrollar de manera más eficiente su motricidad en otros deportes. Se pretende hacer saber la relevancia que tiene trabajar la psicomotricidad en clases extraescolares ya que en el colegio no se dispone del tiempo necesario para completar los objetivos educativos. Es importante que según el desarrollo del niño también se desarrollen sus habilidades y en caso de tener alguna dificultad o problema detectarlo lo antes posible para poder tratarlo y reducirlo.

Metodología

    Se ha utilizado la búsqueda bibliográfica como método de trabajo. Para realizar la búsqueda ha sido empleada la base de datos científica Google Académico y revistas especializadas en el ámbito deportivo y de la educación como EFDeportes.com. Además se citan otros autores para mostrar distintas opiniones e investigaciones de otros autores sobre la psicomotricidad.

    Se han utilizado palabras clave como: psicomotricidad, etapas infantiles, extraescolares. Con esto se ha conseguido especificar la búsqueda. Además con el fin de presentar un trabajo actualizado, se han acotado las fechas de los artículos buscados desde el año 2000, hasta el año 2011. Con algunos artículos en los que aparecían citas relevantes se ha seguido la estrategia de bola de nieve, de esta forma se han enlazado artículos que compartían al menos un apartado en común y se han podido contrastar opiniones de otros autores sobre un mismo tema de manera más sencilla.

Resultados y discusión

    De acuerdo con Núñez y Berruezo (2004) la psicomotricidad no es solo algo que debe incluirse en el currículo de la educación infantil, sino que posiblemente sea el medio más acertado para promover el desarrollo, la evolución y la preparación para los aprendizajes de los niños y las niñas. Las ejercitaciones para el desarrollo de la motricidad a estas edades incluyen, las actividades que se citan a continuación: tono, control postural, control respiratorio, organización espacio temporal, lateralidad, coordinación dinámica (Gutiérrez, 2009; Pérez, 2011).

    Hoy en día se trabaja de manera muy escasa la psicomotricidad. Osorio y Herrador (2007) destacan que aparece un porcentaje importante de maestros que ponen en práctica sesiones de psicomotricidad dos veces por semana o menos y sólo un 18% la trabaja más de dos veces por semana. Esto es determinante para recalcar la importancia de no limitar la práctica de actividad física de los niños únicamente al horario lectivo. Se debe buscar además una práctica extraescolar en la que puedan trabajar la psicomotricidad para que el desarrollo del niño sea completo.

    Para este desarrollo es vital trabajar mediante el juego ya que desarrolla el intelecto y la socialización además de las facultades psíquicas y físicas que permiten conocerse cada uno a sí mismo. Además conectan al niño con la sociedad ya que ésta se refleja al igual que la cultura en los juegos. Al mismo tiempo, el niño disfruta jugando. Y como es el medio natural de expresión infantil sirve además como única forma de expresar sentimientos, problemas, deseos y aliviar tensiones emocionales (Valdés, 2002). El juego es la forma en la que el niño se divierte y aprende a la vez, experimenta sensaciones y es en lo que quiere invertir la mayor parte de su tiempo, por lo que es una herramienta básica para tratar con él. Además se conseguirá que el niño vea la actividad como algo divertido y en un futuro cuando piense en deporte lo relacionará también con placer y diversión, minimizando la probabilidad de sedentarismo en la adolescencia.

    En la sociedad actual el niño es sometido a una reducción de posibilidades creativas y de movimientos. Además los deportes grupales incorporan hasta a niños de 4 años que no están preparados psicológicamente ni motrizmente para la práctica deportiva. Esto a parte de frustrar el proceso natural del niño en la sociedad infantil puede propiciar conductas autistas. Se deben respetar las etapas eligiendo qué tareas y cómo realizarlas (Zampa, 2007). Se cree que no es en absoluto recomendable que el niño se especifique en un deporte desde edades tempranas. Las ofertas deportivas extraescolares en edades infantiles deberían trabajar casi en su totalidad la psicomotricidad y no limitarse a ejercicios o juegos específicos de un deporte. Hasta cumplir los 8-9 años, no debería enfocarse la actividad del niño hacia el deporte, y en lugar de realizar un único deporte debería practicar varios en talleres o extraescolares de multideporte. Para Arufe (2002), entre los 4 y 7 años se deben realizar juegos predeportivos o psicomotores que serán la base del futuro deportista. Son juegos con una tarea motriz con gran riqueza que pueden aplicarse a cualquier deporte cuando el niño crezca. Se debe realizar una correcta progresión hacia el deporte. Estos juegos no enseñan gestos técnicos o buscan la automatización de movimientos sino que dan rienda suelta al desarrollo de los movimientos del niño. Son patrones básicos que son aplicables a cualquier deporte.

    Maganto y Cruz (2007) apuntan que en el diseño curricular de los alumnos de Educación Infantil y Primaria se ha incorporado la psicomotricidad como materia del programa educativo. También han empezado a aparecer extraescolares de psicomotricidad, algo que antes no existía. Uno de los beneficios que va a permitir esto además de ayudar al desarrollo del niño es conseguir detectar cualquier retraso en él para poder informar a los padres y enviar al niño a un especialista.

    Existe otro problema al que apuntan González y Campos (2011) y es que la gran mayoría del profesorado de actividades físicas extraescolares no establece ninguna conexión con el profesorado de educación física del centro. Al no haber ninguna relación, no se pueden complementar las actividades y los objetivos educativos no se van a completar de manera adecuada pudiendo además crear contradicciones en los valores del niño.

    Es reseñable también que muchos de los maestros que imparten prácticas psicomotrices en la educación dicen tener una escasa formación para atender adecuadamente a sus alumnos y el problema aumenta todavía más cuando los niños presentan necesidades educativas especiales (Martín y Rodríguez, 2010; Martín, 2008)

    No hay unanimidad en la frecuencia semanal o diaria de ejercicio que deben realizar los niños. No se han encontrado estudios experimentales en los que se describa minuciosamente la duración, frecuencia e intensidad necesarias para que en la infancia se obtengan beneficios saludables (Cruz y Pino 2009).

    Aun no estando claro cuánto tiempo deben dedicar los niños al ejercicio físico las recomendaciones sobre práctica de actividad física en niños y adolescentes por entidades dedicadas al estudio y promoción de la actividad física saludable dicen que: es deseable que niños y adolescentes realicen algún tipo de ejercicio físico durante al menos 60 minutos, dos días a la semana (Ministerio de Educación y Ciencia/Ministerio de Sanidad y Consumo, 2006). Si al tiempo que se da por asignatura al día en los centros, que se encuentra entre 50-55 minutos, se le añade el tiempo que necesitan los niños en cambiarse de ropa y ducharse más tarde, y además tenemos en cuenta la reducción del horario en educación física, la obligación de realizar extraescolares es evidente.

Propuesta práctica

    Una vez observados los resultados y tras observar que la psicomotricidad aún no se imparte en la forma y en las medidas adecuadas, teniendo en cuenta que el horario de educación física escolar es muy reducido y no están extendidas las extraescolares de psicomotricidad, se propone implantar estas clases en los centros fuera del horario de clases para que se puedan completar los objetivos del currículum escolar.

    Además se recomienda que haya una sincronización entre clases y extraescolares y con profesores que tengan unos conocimientos específicos, que sepan respetar las etapas del desarrollo del niño. Deben también conocer la forma de crear juegos para llevar a cabo los objetivos deseados de forma que trabajen tono, control postural, control respiratorio, organización espacio temporal, lateralidad y coordinación dinámica entre otras.

Figura 1. Psicomotricidad y Educación Física (2007)

 

Figura 2

 

Figura 3

    La duración de las extraescolares será de 1 hora y 30 aproximadamente y se realizarán 2 veces por semana.

    Los objetivos que se quieren conseguir mediante esta propuesta son que los alumnos sean capaces de:

    Para llevar a cabo la propuesta se deben pasar diferentes fases:

Tabla 1. Planificación anual para la psicomotricidad

Tabla 2. Tabla de evaluación para las clases de psicomotricidad.

 

Figura 4

 

Figura 5. Psicomotricidad (2010)

    A continuación se muestran como ejemplo 4 semanas de trabajo psicomotor. Las 2 primeras semanas contienen actividades diferentes y las dos siguientes se trabajan las mismas actividades anteriores con variaciones para incrementar la dificultad del juego o tarea motriz.

Semana 1

 

Semana 2

 

Semana 3

 

Semana 4

Bibliografía

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