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El estrés, la ansiedad y las emociones en el deporte desde 

un punto de vista evolutivo: alostasis versus carga alostática

 

Maestro en Educación Física

Máster en Investigación en Actividad Física y Deporte

Doctor por la Universidad de Málaga

Escuela de Medicina del Deporte y de la Educación Física

Facultad de Medicina, Universidad de Málaga

Manuel Jiménez López

cbmijas@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Parece evidente la influencia que estrés, emoción y ansiedad tienen sobre el rendimiento de los deportistas en alta competición. Muchos autores sugieren precursores evolutivos moduladores en los mecanismos neuroendocrinos relacionados a estos constructos. Valorar el nivel de activación de un deportista precisa medir sus respuestas psicofisiológicas, conductuales y subjetivas. Las emociones y los resultados son causa y consecuencia de una práctica satisfactoria y un afrontamiento positivo de los eventos competitivos. Los procesos alostáticos son fundamentales para alcanzar las metas deportivas, el equilibrio homeostático de un atleta se ve amenazado por gran cantidad de estresores a lo largo de la temporada. Mantener la activación dentro de las zonas óptimas favorecerá la adaptación, lo que mejora el rendimiento en las competiciones, el interés por nuevas conducta agonísticas y la capacidad de asumir nuevos retos competitivos.

          Palabras clave: Estrés. Ansiedad. Emociones básicas. Competición deportiva. Procesos alostáticos.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Tradicionalmente, ha existido resistencia a considerar la evolución como modulador de los procesos cognitivos humanos, si bien pocos negarían la existencia de precursores fisiológicos, no ocurre lo mismo con los conductuales, sociales o cognitivos (Hortola y Carbonell, 2007). Un mito de la conducta humana, acuñado principalmente por John Locke y seguido en los siglos XVIII y XIX, es que el comportamiento es producto exclusivo de la experiencia, rechazando ser resultado de limitaciones orgánicas y adaptaciones al entorno (Oviedo, 2004). La homeostasis evolutiva es una de estas limitaciones y podría definirse como la tendencia de los organismos a evitar adaptarse a condiciones extremas, protegiéndose de comportamientos poco adaptativos (Jürimäe, 2010). La homeostasis no es un proceso rígido, ofrece cierta flexibilidad, una total rigidez provocaría presas indefensas a cambio en estrategia de caza de sus depredadores. Estos elementos: capacidad de adaptación y limitaciones, son indispensables para comprender algunas de nuestras respuestas conductuales.

    El mundo natural está envuelto en perturbaciones o estresores que mantienen a los organismos en continua adaptación, numerosos estudios sugieren relaciones directas entre el estatus social y los niveles de testosterona y glucocorticoides (Abbot, 2003; Archer, 2006) y cómo se relaciona la derrota y la victoria deportiva con los cambios hormonales (Jiménez, in press). Algunos sectores del córtex prefrontal parecen estar involucrados en la respuesta fisiológica y psicológica al estrés, y también parece haber una regulación diferente entre géneros de estos mecanismos (Buchanan, 2010). Con este trabajo se pretende hacer un análisis de las bases evolutivas envueltas en las respuestas psicofisiológicas a percepciones y emociones como estrés, ansiedad, motivación o estados de ánimo presentes en la actividad física y el deporte.

El concepto darwiniano de estrés

Explicación evolutiva de la variabilidad de la conducta

    ¿Porqué los animales adoptan diferentes estrategias para afrontar los retos de supervivencia? Para Charles Darwin (1859), en su Teoría de la Selección Natural de las Especies, son las luchas por la supervivencia las que favorecen las variaciones sin importar motivo o grado. Si benefician al organismo en las complejas interrelaciones que se establecen entre las diferentes especies o mejoran las propias capacidades fisiológicas tenderán a la preservación, pudiendo ser heredadas por su progenie. La adaptación es consecuencia de la suma de variabilidad, herencia y selección natural, las diferentes estrategias conductuales ofrecen alternativas durante el proceso.

    El ser humano, ha asumido un modelo de vida cooperativo y jerarquizado a gran escala que no tiene parangón en ninguna especie a lo largo de la historia del Planeta. Parece ser que el lenguaje jugó un papel importante reforzando la cooperación y creando nuevas oportunidades de acción colectiva (Smith, 2010). La ausencia de estas conductas reduciría las esperanzas de supervivencia y la lucha por el recurso. (Arsuaga y Martínez, 1998; Wüst, 2005; Coates, 2009; Ebstein, 2010). La flexibilidad del comportamiento repercute en la salud y los estados de ánimo sugiriendo su vinculación evolutiva (Roy, 2003; Szczepanska-sadowska, 2008; Limm, 2010, Perna, 1998). La percepción e interpretación de los eventos vitales desencadenarán una respuesta psicofisiológica específica que pondrá o no en riesgo la homeoestasis. Esta respuesta quedará modulada por las estrategias de afrontamiento, el nivel de exigencias del reto y las emociones individuales (Veisser y Boissy, 2007)

Diferencias psicofisiológicas individuales: estrategias de Halcón y Paloma

    Smith (1974) abordó la idea de que el comportamiento ritualizado, entendido en dos conceptos: competición y exhibición, puede evolucionar por selección natural. Acuñó el término Estrategia Evolutivamente Estable (ESS) basada en la Teoría de los Juegos como método de análisis de la evolución de los fenotipos, tanto de comportamiento antagónico como cooperativo. Estas expresiones fenotípicas podrían ser reconocidas por sus congéneres al contemplar esas habilidades o características especiales. Senar y colaboradores (2000), apuntaron en sus trabajos, que estas manifestaciones fenotípicas son reconocidas filogenéticamente. Los estratos subordinados, en presencia del miembro más adaptado, sufren un alto gasto metabólico relacionado a pérdida de masa corporal, aumento de la tasa cardíaca y del ritmo respiratorio.

Tabla 1. Diferencias entre las interacciones H-D y consecuencias dependiendo del rol biológico, estrategia 

conductual y estilo de afrontamiento, disponibilidad de recurso, población, etc. (Adaptada de Korte, 2005)

    El mejor modo de conocer la Teoría de los Juegos es analizar el Juego de Palomas y Halcones (Smith, 1974), donde la agresión individual se denominó “Estrategia de Halcón” (H), y la cooperación se denominó “Estrategia de Paloma” (D). Ambas estrategias se pueden dar en miembros de distintas especies (interespecífica), o entre miembros de la misma especie (Intraespecífica). En una situación competitiva H mostrará comportamientos agresivos, deteniéndose solamente cuando sufra alguna daño o el oponente se retire (fight & flight). H casi siempre consigue el recurso por el que lucha y tendrá abundante alimentación para su progenie. Los costes derivados de ello son padecer heridas, gasto energético elevado, pérdidas de sangre e infecciones (Tabla 1)

    Las diferencias fisiológicas individuales son consecuencia de la activación de diferentes ejes neuroendocrinos (Tabla 2). H usan una estrategia fight & flight caracterizada por una alta activación del sistema simpático, lo que supone el aumento de los niveles de adrenalina en sangre. Durante la fase de lucha el eje hipotálamo-pituitario-gonadal (HPG) protagoniza un aumento de la testosterona (T) en plasma aumentando su vigor y motivación de poder. D usan una estrategia freeze & hide caracterizada por la activación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) y consecuente secreción de cortisol (C).

Tabla 2. Diferencias entre respuesta neuroendocrina de H y D en situación de amenaza. (adaptada de Korte, 2005)

Alostasis

    Muchos vertebrados están envueltos en rutinas ecológicas de alto coste en la obtención de alimento, apareamientos, migraciones, etc., estos requisitos producen cambios en los niveles de glucosa, temperatura corporal, pH, saturación de oxígeno. El mantenimiento del rango óptimo es imprescindible para una expectativa larga de vida. El grado de importancia, frecuencia, grado y cantidad de energía requerida para superarlos favorecerán mejoras de las capacidades físicas o causarán perturbaciones en los sistemas energéticos pudiendo desencadenar patologías de carácter crónico.

    La organización social juega un rol importante en la integración de los ciclos vitales del organismo. El estrato jerárquico que ocupa un individuo dentro de dicha organización supondrá unos costes y unos beneficios para su equilibrio fisiológico y emocional. La alostasis trata de mantener la estabilidad a través de estos cambios, es la capacidad del organismo para mantener todo el sistema en equilibrio a través de los cambios, actuando holísticamente (McEwen y Wingfield, 2003, 2010; Wingfield, 2005). Todo proceso alostático supone una caraga psicofisiológica para el organismo que debe ser reequilibrada (Figura 1)

Figura 1. Proceso de alostasis y de carga alostática, adaptado de McEwen, 1998

    La biología moderna, no sólo ha permitido analizar los genes implicados en las conductas inadecuadas y cómo se interrelacionan con otras conductas coespecíficas; si no, también cómo afectan al equilibrio físico o psíquico (McEwen y Wingfield, 2003). El estudio en humanos, ofrecería una mejor comprensión del impacto que el entorno social (Ej. estatus, educación, ámbito laboral, estilo de vida…) y la competición tienen sobre la salud física y mental (Lupien, 2009; Sapolsky, 2004).

La curva alostática

    Las funciones del hipocampo son altamente dependientes de los niveles de glucocorticoides circulantes (Chrousos, 1992). La salud es producto de una relación no-lineal entre la alostasis y sus mediadores (Ej. C). El proceso de U-invertida aparece también en otros mediadores, como la serotonina, con efectos directos sobre los estados de ánimo, comportamiento emocional, sistema autoinmune o cardiovascular (Korte, 2005; 2006). El rol que desempeñan los glucocorticoides para la supervivencia y el coste fisiológico que de ello se desprende, se aprecia en los beneficios que la alostasis proporciona en las emociones, el metabolismo, el sistema inmunológico y sistema cardiovascular (Ekkekakis, 2005; Lupien, 2009). El eje HPA regula por tanto las respuestas a situaciones de emergencia vital aumentando los niveles de glucocorticoides y movilizando la glucosa para su inmediata disposición (Salvador 2003; Filaire, 2009).

Tabla 3. Diferentes mediadores de la alostasis asociado con la carga alostática por hipo e hiperestimulación (Adaptado de Korte, 2006)

    Los procesos neuroendocrinos, al igual que muchos otros procesos orgánicos, son producto de sistemas no-lineales, donde el análisis de las variables implicadas es impredecible en su totalidad (Figura 2). Estos sistemas no-lineales, señalan a todos los “compresores del sistema” como responsables de los desequilibrios psicofisiológicos producto de un afrontamiento determinado de los desafíos. El resultado acumulativo de la alostasis estado, es la Carga Alostática. Podría ser consecuencia de los diarios enfrentamientos a circunstancias amenazantes o potencialmente amenazantes, evitables o no (Figura 2). Los humanos nos vemos sometidos a cargas adicionales impredecibles (psicosociológicas) cuando nos sometemos a continuas situaciones competitivas en nuestras interrelaciones sociales. La frustración de la derrota o los accesos de euforia de la victoria pueden incrementar la carga alostática dramáticamente (McEwen y Wingfield, 2003, 2010)

    Retomando las estrategias de H-D, las D presentarán niveles altos de activación del eje HPA y en consecuencia un aumento significativo de C producto de la señal de alerta: su respuesta será freezing-ocultación. Los H, con alta activación del eje HPG y baja del HPA: su respuesta será agresiva e impulsiva. El aumento de glucocorticoides inhibe la agresión y las conducta de búsqueda de estatus social; el aumento de T aumenta la probabilidad de que se producza motivación de poder (Van der Meij, 2010)

Costes vs beneficios en las estrategias de H y D

    H con sus niveles relativos de C y altos de T, tiene una aguda motivación para los comportamientos agresivos, incremento de la conducta violenta y antisocial, que corsa con menor ansiedad y tendencia a los desórdenes de control de los impulsos.

    D con altos niveles de activación del HPA, produce aumentos significativos de C, alta orientación a las conductas de freezing con la intención de que los H pierdan interés sobre ellas; los costes de esta estrategia es alta probabilidad de patologías relacionadas a la ansiedad.

    H tienen tendencia a infecciones y gasto fisiológico consecuencia de ser más agresivos que D, aumentando su capacidad para recuperarse de las heridas recibidas en competición; el coste es un mayor riesgo de padecer inflamaciones y reacciones autoinmunes.

    D, con su tendencia natural a explorar los rincones más recónditos en busca de comida, o zonas poco concurridas, predisponen las infestarciones de parásitos y enfermedades infecciosas. La alta activación del eje HPA puede iniciar procesos de sensibilización al estrés; el coste es una especial vulnerabilidad al desarrollo de depresión, melancolía y estados psicóticos. La propia depresión, si es recurrente, aumenta la carga alostática y la desadaptación (Korte et al, 2005; 2006)

La teoría de la activación cognitiva del estrés (CATS)

Concepto de estrés en la investigación humana

    El concepto “estrés” apareció por primera vez en 1936, Seyle trató de describir un fenómeno de alarma no específico, que fomentaba la adaptación o mala adaptación en ratas expuestas a diferentes estímulos amenazantes. (Selye, 1936). El Síndrome General de Adaptación (GAS) o expresión del estrés a través del tiempo (Selye, 1956), se desarrolla en tres fases: reacción de alarma, resistencia y agotamiento (Figura 3).

Figura 3. Síndrome General de Adaptación al estrés

  • La primera fase, consta de dos partes: reacción inicial del organismo ante la aparición del estresor (aumento presión arterial, ritmo cardíaco, tensión muscular, nivel de catecolaminas, etc) y prepara al organismo para la acción. En la segunda parte, se modulan conductas específicas para cesar el estresor.

  • La fase de resistencia, donde el organismo trata de adaptarse ante la dificultad para mantener el elevado nivel de activación ante la señal de alarma; desaparecen algunas de las manifestaciones fisiológicas de la fase previa.

  • Por último, la fase de agotamiento, donde el organismo ha empobrecido todas las reservas adaptativas disponibles para afrontar el estresor, y como resultado llega al agotamiento, pudiendo terminar incluso en la muerte del individuo.

    Posteriormente, Mason apuntó que el estímulo más potente para la activación del eje HPA son los factores psicológicos (Mason, 1968). Se señaló que el estrés no tenía que ser una activación negativa para el organismo (siguiendo los términos diestrés y euestrés, propuestos anteriormente) para diferenciar la hipoactivación, hiperactivación y activación óptima. Levine y Ursin (1991), admitieron no haber sido capaces de eliminar el término estrés de los textos científicos al no existir consenso entre los investigadores para una definición concreta. El estrés, popularmente entendido, se refiere a acontecimientos o sucesión de acontecimientos que causan una respuesta desagradable o dañina. La paradoja del estrés es que se entiende simultáneamente como un proceso de naturaleza adaptativa y también como un proceso de mala adaptación con graves consecuencias para el organismo (McEwen y Wingfield, 2003). La metáfora del “bombero y el agua para apagar el incendio” nació con el fin de aclarar el concepto. El agua se usa para extinguir incendios declarados o para prevenirlos, sin embargo, otro riesgo se abre durante el proceso de extinción. Un mal control del flujo o una pérdida de presión del agua harían ineficaz la lucha contra el incendio, también un aumento descontrolado del caudal usado, puede causar más daños en la estructura del edificio que el propio incendio (Taüsk, 1951, citado en Korte, 2005)

La teoría de activación cognitiva del estrés (CATS)

    La CATS indicaría, a grandes rasgos, que la respuesta de estrés depende de las expectativas adquiridas como resultado de la exposición anterior a las variables estresantes. La alarma aparece cuando existe una discrepancia entre lo que debería ser la competición en base a una idea modelo y lo que realmente es para la persona en ese momento concreto. La respuesta de estrés, por tanto, tiene una vinculación necesaria a procesos psicológicos (Eriksen, 2005; Eriksen y Ursin, 2004). Esta alarma activa comportamientos específicos, un mal afrontamiento y una activación continuada de los sistemas de alarma, pueden aumentar las probabilidades de generar carga alostática, suponiendo un sobreesfuerzo psicofisiológico para el organismo. Existen cuatro aspectos: estrés causado por estímulos, experiencia de estrés, estrés causado por la respuesta y estrés causado por la retroalimentación (Levine y Ursin, 1991)

  • El estrés causado por estímulos, ya sean agradables o amenazantes, depende de la evaluación individual de la situación basada en experiencias previas y expectativas de resultado. Algunos estímulos se consideran negativos en la mayoría de los casos mientras que otros estímulos pueden ser reconocidos como positivos por unos y negativos por otros.

  • En la experiencia de estrés, partiendo de la percepción de una amenaza, el cerebro filtra el estímulo, lo evalúa y crea una carga emocional resultante. Esta carga emocional puede ser medible a través de cuestionarios específicos.

  • La respuesta de estrés o respuesta general al estrés, se produce cuando estímulos no específicos de alarma provocan un aumento general de la vigilia, la excitación cerebral y son percibidos por manifestaciones periféricas. Estos cambios periféricos son conocidos como activación y se manifiesta en la mayor parte de los órganos y en algunos sistemas (Eriksen, 1999).

  • La retroalimentación de la respuesta al estrés es el paso final, los cambios periféricos (respuesta al estrés) retornan al cerebro sumándose a la sensación de estar estresado.

  • Estos cuatro aspectos nos ofrecen cuatro formas diferentes de medir el estrés en los proyectos de investigación en el ámbito del deporte. Los métodos actuales nos permiten medir más de uno de estos aspectos al mismo tiempo, ofreciendo más significado cuando varios sistemas de medida se combinan.

    La alarma del estrés se activa, según CATS, en todas aquellas situaciones donde las expectativas no se cumplen, cuando existen diferencias entre lo de debería ser y lo que es, o cuando el valor real de una variable es distinto del valor que una variable debería tener para el deportista. Esta alarma se mantendrá hasta que estas discrepancias desaparezcan o cambien los valores de las variables reales. En todos estos procesos, los factores cognitivos son de suma importancia para el afrontamiento o coping (Eriksen, 2005). La Figura 4 expresa las relaciones existentes en base a las quejas subjetivas de salud, el nivel de coping individual y la demanda percibidas.

Figura 4. Predicciones de salud subjetiva percibida comparada con los ejes: demandas y afrontamiento (Ursin y Eriksen, 2004)

(Extraído de Ursin y Erikson, 2004)

La CATS en el ámbito del deporte

    Cuando el rendimiento de un deportista se acerca al nivel de experto el entrenamiento se vuelve estereotipado, con baja incidencia de las reacciones emocionales, los procesos cognitivos en estas situaciones son muy importantes para desarrollar las tareas con eficacia. En un estudio con paracaidistas, la confianza en sus capacidades para la realización del salto apareció antes que el nivel de maestría en la tarea. El sentimiento subjetivo de ser capaz de realizar el salto con pericia fue lo que redujo el estrés (Eriksen, 2005). En el deporte de competición, el uso de estrategias activas de afrontamiento se ha asociado con un mayor grado de control percibido y de satisfacción con los resultados (Gould, 1993; Pensgaard y Roberts, 2003). El deportista responde positivamente a un clima centrado en el desarrollo y la mejora, no sólo los buenos resultados son motivadores. La percepción de control sobre la situación competitiva ha demostrado ser importante junto a las experiencias previas del atleta. El clima orientado a la tarea apoya la autonomía individual como factor importante para crear expectativas de resultados positivos (Bandura, 1982; Ntounamis y Jones, 1998)

    Otros estudios indican que la respuesta neuroendocrina a la competición depende más de factores subjetivos relacionados con la evaluación cognitiva de la situación y también con el resultado (Salvador, 2005; Salvador y Costa, 2009; Filaire, 2009). La CATS es, en el ámbito del deporte, un marco interesante para estudiar la presión a la que se someten los deportistas de élite en la competición, analizar la situación y técnicas de afrontamiento, estados de ánimo negativos o porqué hay deportistas que abusan del entrenamiento para obtener resultados y los costes adaptativos que de ello se desprende.

Las emociones

Emociones, evolución y adaptación

    La emoción influye en la toma de decisiones, el razonamiento y guía la conducta en base a respuestas a estímulos sensoriales o cognitivos. El cerebro está dotado de estructuras especializadas que se activan ante estímulos determinados, el malfuncionamiento de estas estructuras desencadenan trastornos afectivos (LeDoux, 2000). Las emociones se diseñaron en el curso de la evolución y son respuesta a diferentes tipos de eventos vitales, se improvisaron en paralelo al desarrollo del cerebro y su misión es dotar al organismo con soluciones efectivas. Son compartidas con el resto de los mamíferos pero no existe consenso sobre su número ni sobre las circunstancias que las excitan (Figura 5). Existen un número limitado de ellas con fundamentos biológicos, universales, heredados, y forman parte de todos los miembros de una especie y de especies relacionadas filogenéticamente (Rolls, 2005). Las recompensas juegan un papel fundamental en las emociones básicas y en las sensaciones placenteras (Berridge y Kringelbach, 2008)

Figura 5. Naturaleza de los estímulos y su relación con las emociones (Adaptado de Gray y McNaughton, 2000)

    El sistema preservador de Konorski (1967)explicó la relación existente entre el reforzador apetitivo, cuyo objetivo era preservar la vida, otorgándo sensaciones placenteras ante alimentos, sexo, cuidados parentales; y las respuestas de huída, evitación o escape, pertenecientes al Sistema Protector, defensor de la vida. La sensibilidad de los individuos a los castigos aumentará el miedo y la ansiedad, la sensibilización a la recompensa, la impulsividad. Gray (1995) desarrolló la idea de Sistema de Aproximación y Defensa Conductual, donde el individuo se aproxima ante el estímulo de señales de recompensa o de no castigo (Tabla 4)

    El sistema de defensa reduce las probabilidades de aparición de una conducta, aumenta la activación o la atención como respuesta a estímulos que muestran señales de castigo, de no recompensa o nuevas e innatas de miedo (Gray y McNaughton, 2000). Las emociones responden a diferentes tipos de estímulos: dolor y amenaza de destrucción, incentivos positivos, evitación, inmovilización y frustración, o pérdida social (Figura 5)

Tabla 4. Emociones y situaciones vitales determinadas. Adaptado de Lazarus, 1993

    La evaluación de la situación se hace en dos pasos: una valoración primaria, de carácter emocional y motivacional basada en costes vs beneficios, y una valoración secundaria, que analizaría los recursos disponibles de afrontamiento. Si hay relevancia de meta la emoción positiva es posible. Si hay incongruencia de meta aparecen las emociones negativas. Si la implicación es preservar o aumentar la autoestima entonces hay posibilidades de que aparezca ira, ansiedad y orgullo en la evaluación primaria. En la secundaria, si atribuye la responsabilidad de las emociones negativas a sí mismo o a terceros, si el potencial de afrontamiento era superior, o la expectativa de respuesta era positiva, facilitará la ira del sujeto (Lazarus, 1993)

    Los estados afectivos, al igual que la motivación de la conducta, se relacionan con la presentación de triunfos y derrotas por asociación básica estímulo-reforzador/castigo. El reforzamiento positivo (otorgar algo que desea) aumenta la esperanza de recibir más reforzadores. La omisión del reforzador aversivo otorga emoción de alivio. El castigo desencadenará temor y rechazo. La extinción del reforzador positivo, frustración (Gray, 1995)

Figura 6. Ejes cartesianos reforzador-castigo y emociones que producen

    Rolls (2005), señaló que las emociones están incluidas en el diseño de nuestro cerebro a través de la evolución, codificadas en nuestros genes con el objetivo de dar respuestas a la adaptación y al éxito reproductivo (Figura 6). Los estados emocionales, las respuestas hormonales y autónomas, preparan al cuerpo para la acción, produciendo una conducta emocional y motivacional.

    La motivación debe ser entendida como un estado donde el individuo trabaja para conseguir una meta, y la emoción es el estado que percibe cuando alcanza el reforzador. La relación entre motivación y emoción es que ambas están envueltas en lo que los seres humanos llaman estados afectivos.

Tabla 5. Algunos reforzadores primarios y su relación con algunos posible motivos ecológicos (Adaptado de Rolls, 2005)

Las emociones en el deporte

    La respuesta afectiva placentera podría estar relacionada con el ejercicio físico como un fenómeno multidimensional donde existirían respuestas agradables y desagradables (Ekkekakis, 2005). Los moderadores de esta sensación agradable hacia la actividad física parecen tener relación con la activación de centros cerebrales encargados de regular las respuestas de placer. Podría tener una vinculación evolutiva, ya que aquellos animales más dotados para la actividad física interrelacionan más ampliamente con el entorno, recibiendo una ventaja biológica con ello (más territorio para alimentarse y aparearse). Boecker (2008) observaron que el sistema mesolímbico dopaminérgico se activaba haciendo crecer el nivel de euforia en ratones que corrían dentro de ruedas giratorias.

    Para el propio Ekkekakis (2005) la actividad física mejora aspectos fisiológicos y psicológicos, con repercusiones positivas sobre los estados de ánimo. El tipo de actividad, sin embargo, determina que sea placentera o desagradable. La actividad física moderada, es homogénea, placentera y con baja influencia de los factores cognitivos, se encontraría por debajo del umbral aeróbico-anaeróbico; esta sería la actividad física que nuestro cerebro reforzará (Ekkekakis, 2008). La actividad física de alta intensidad, es variable, placentera o desagradable y con una alta influencia de factores cognitivos para su valoración y afrontamiento; sería la que se encuentra en la transición umbral aeróbico-anaeróbico. La actividad de intensidad severa, aquella que se encuentra por encima de la transición aeróbico-anaeróbico, es homogénea, desagradable y tiene una fuerte influencia de factores fisiológicos y cognitivos. (Ekkekakis, 2005; 2008, 2009)

    Los atletas experimentados pueden elaborar un diseño base estable de la producción de energía necesaria para mantener la potencia a lo largo del ejercicio, retroalimentando y regulando momento a momento, con el fin de asegurar la finalización de la tarea. Si bien entendemos que el estado fisiológico del deportista tiene una alta contribución en este proceso, no es menos cierto que los estados emocionales juegan un importante papel también dentro del Modelo No-Lineal de la fatiga neuromuscular (Girard y Miller, 2008). Las sesiones de preparación enseñan al deportista a seleccionar las estrategias óptimas de intensidad, asociándolas a un nivel de emoción adecuado para cada ejercicio y duración.

La motivación

    Para Gray (1995) la diferencia existente entre algunas emociones era confusa porque las causas estaban relacionadas. La ansiedad y el miedo eran dos de estas emociones. El miedo es una emoción que se presentaba ante un estímulo que amenaza la existencia y la ansiedad es el estado que produce la asociación de dicho estímulo con la no presentación del reforzador o con la presencia del castigo (Gray, 1981). Los estados de ánimo ayudan a fomentar la persistencia más allá de la desaparición del estímulo inicial que desencadenó la emoción. El aumento de la actividad del sistema vegetativo u otras manifestaciones de activación, por sí solas, no son suficientes para definir la motivación y los estados de ánimo positivos que las acompañan. La motivación hace que se produzca un trabajo para obtener la recompensa o una tarea para iniciar el proceso de huída del castigo. Conseguir la recompensa, o evitar el castigo, son metas que fomentan en sí mismas la acción; podríamos decir que la motivación es un estado donde la meta es deseada por el animal (Rolls, 2005).

La ansiedad

Ansiedad desde una perspectiva ecológica

    Algunas veces el miedo y la ansiedad se manifiestan como variaciones de la respuesta al mismo estímulo, representando aspectos diferentes de la misma conducta defensiva. El miedo está provocado por la presencia del depredador, y está enlazado con conductas defensivas de huída o de freezing. Por el contrario, la ansiedad se enlaza con conducta de evitación del riesgo de que aparezcan nuevamente conductas de miedo o presencia de depredadores y desafíos vitales (McNaughton y Corr, 2004). Sería la consecuencia resultante del conflicto entre dos motivaciones: aproximación vs evitación. Su explicación evolutiva sería la respuesta de los organismos a encontrar el equilibrio entre la necesidad de exploración del entorno, en busca de recursos y los consecuentes costes de la depredación potencial a la que se enfrentan.

Concepto de ansiedad

    Una de las dificultades para el término ansiedad, son las múltiples dimensiones en las que ha sido considerada, sin definir claramente los rangos y límites de cada una de ellas: rasgo de personalidad, reacción emocional, patrón de respuestas, síndrome, experiencia interna… Junto a estas manifestaciones otras acepciones se han relacionado con la ansiedad: miedo, angustia, preocupación, tensión. La ansiedad, por tanto, es uno de los constructos más discutidos en psicología. El estado o condición emocional, con sentimientos subjetivos de tensión, hiperactivación del sistema nervioso, conscientemente percibidos por el individuo; nos indicaría la ansiedad estado. Mientras que la predisposición a percibir los estímulos como amenazantes, elevando los niveles de la ansiedad estado, podría ser la ansiedad rasgo (Martens, 1990).

    Los componentes de la ansiedad pueden ser: sensación consciente de temor, alteraciones vegetativas, cambios musculares, sensación de pérdida de control sobre el ambiente, etc. El aumento de la activación fisiológica (Arousal) no acompaña necesariamente a la ansiedad; las correlaciones entre índices fisiológicos y subjetivos de la ansiedad, suelen ser bajas. Sin embargo, la activación puede expresarse fisiológicamente: aumento de la conductancia electrodérmica, aumento de la frecuencia cardíaca, aumento de la presión arterial, aumento del riego subcortical, aumento de la frecuencia respiratoria, aumento del tono muscular y aumento de la adrenalina, noradrenalina y glucocorticoides; y disminución del volumen del pulso periférico, del riego cortical y de la profundidad respiratoria.

    Martens y colaboradores (1990) explican que la ansiedad competitiva en el deporte, requiere el establecimiento de un lenguaje común que permita a los entrenadores y psicólogos deportivos una comunicación más eficiente. Introduce los términos específicos de Ansiedad Cognitiva (AC) y Ansiedad Somática (AS). Como componente de la ansiedad causado por unas expectativas negativas de resultados o una percepción negativa de las propias capacidades, se define la AC. La sensación percibida de la activación del sistema autónomo, con aumento de la frecuencia cardíaca, respiración entrecortada, manos sudorosas, aceleración del tránsito intestinal y tensión muscular, se define a la AS.

Evaluación del constructo

    Para evaluar correctamente la ansiedad, es importante tener en cuenta los componentes implicados: cognitivo-subjetivo, fisiológico y motor (Lang, 1963). Para la medida de este constructo se han desarrollado tres categorías: autoinformes, registros fisiológicos y observación. Los autoinformes no requieren personal especializado para la toma de datos y la evaluación se puede referir al rasgo, reactividad emocional o ambos. Los cuestionarios son los más usados, pero existen también escalas subjetivas y otros métodos. Los registros fisiológicos se pueden recoger a través de la actividad cardiovascular, la actividad electrodérmica, tensión muscular, presión sanguínea, etc. los registros fisiológicos son más objetivos, aunque pueden ser datos sesgados, por lo que es importante contar con la colaboración de especialistas en la fisiología humana para su control. Las técnicas de observación pueden mostrar las manifestaciones motoras o expresivas del sujeto, que se pueden medir de manera directa o indirecta.

La ansiedad en el deporte

    La ansiedad competitiva, puede ser producto de la propia competición como situación con unas características propias, entre las que se encuentran: que es un acto efímero, irrepetible e irreparable. Efímero, porque durante la competición deportiva se valoran los resultados de toda la temporada de entrenamiento, mejoras y adaptaciones psicofisiológicas. Irrepetible, porque aunque el deportista se ha enfrentado a otras situaciones de competición, incluso más desafiantes, el encuentro que se abre en ese partido es único y está sujeto a variables especiales que pueden o no combinarse de modo similar en otros encuentros; las consecuencias de un torneo concreto pueden ser mayores que en otros momentos competitivos. Irreparable, porque el jugador debe mostrar sus habilidades y capacidades adaptativas en ese momento concreto, sin posibilidad de rectificar ni posponer la actuación. La competición puede ser una amenaza y generar ansiedad en sí misma, producto de las características propias de cada deportista y de sus expectativas de afrontamiento cognitivo de resultados (Márquez, 2004)

Uno de los autores más importantes en el estudio de la ansiedad competitiva es Rainer Martens y comprende cuatro elementos específicos interrelacionados: aptitudes, atributos personales, experiencia previa y motivación. Martens diferenció AC de la AS competitiva (Martens et al, 1990). AC es el componente mental de la ansiedad, está causado por expectativas negativas de resultados o autoevaluación negativa de las propias posibilidades; dentro del deporte se manifiesta principalmente por sensaciones negativas de capacidad para acometer la tarea. AS se refiere a los elementos fisiológicos o afectivos de la ansiedad competitiva, producto del aumento de la activación del sistema autónomo, como frecuencia cardíaca (HR), manos sudorosas, molestias estomacales o tensión muscular (Figura 7)

Figura 7. Proceso básico de ansiedad competitiva (adaptada de Martens, 1990)

Distinción entre AC y AS precompetitiva en el deporte

    Para Martens et al (1990), una buena teoría de la ansiedad competitiva debería predecir los estados de ansiedad a través de las diferencias individuales que aparecen en el alto rendimiento. Basándose en el modelo de Spielberger, desarrolló una teoría de ansiedad competitiva donde los resultados tienen un lugar relevante en todo el proceso (Spielberger, 1972)

Figura 8. Teoría de la Ansiedad Competitiva (adaptada de Martens 1990)

    La percepción que el deportista tiene de la situación competitiva es variable de uno a otro y tiene una relación directa con las experiencias previas, la calidad individual y las estrategias de afrontamiento disponibles. Los resultados, y en última instancia, la percepción positiva de capacidad para alcanzar la meta, son determinantes para alcanzarla. La incertidumbre de alcanzar un objetivo, aumenta los niveles de ansiedad en base a la probabilidad de que ocurra el suceso: victoria o derrota (Figura 8)

Figura 9. Relación entre la incertidumbre (eje Y) y la probabilidad (eje X) de que el evento amenazante ocurra (adaptado de Martens et al, 1990)

    Si el deportista interpreta que la probabilidad de alcanzar la meta es de coeficiente 0 o 1, la incertidumbre que percibe será de coeficiente 0, ya que está seguro de cuál será el resultado final. Por el contrario, si aumenta la probabilidad de alcanzar el objetivo o de sucumbir a la derrota, aumenta el nivel de incertidumbre. Si la probabilidad de alcanzar la meta es de 0´5, la incertidumbre que se crea es del 100 % o coeficiente 1 (Figura 9).

    Por tanto, existen dos situaciones competitivas: la objetiva, donde las demandas del entorno son determinadas por lo que debe hacer el deportista para alcanzar un resultado favorable, comparado con una línea estándar; y la subjetiva, que podría ser, cómo percibe y valora la situación competitiva objetiva (Martens et al, 1990; Márquez, 2004; Márquez, 2006). La ansiedad se considera un constructo multidimensional, manifestado a través de tres variables diferenciadas: conductas motoras, evaluación subjetiva y evaluación psicofisiológica. Es un patrón complejo que se caracteriza por percepciones subjetivas de aprensión y tensión, relacionadas con activación psicofisiológica, como respuesta a la percepción de estímulos internos y externos amenazantes (Figura 10)

Figura 10. Evaluación de la Ansiedad Competitiva (Adaptado de Márquez, 2004)

    Otro aspecto de mucha importancia en el control de la ansiedad competitiva, es el nivel de autoestima que posee cada jugador, pues son emociones diferentes y que evolutivamente no están diseñadas para manifestarse conjuntamente y activan diferentes mecanismos neuroendocrinos. El concepto de autoconfianza (AU) (Martens, 1990) no fue inicialmente introducido por Martens en su Cuestionario de Ansiedad Competitiva (que estudiaremos más adelante como herramienta en la parte empírica del presente trabajo). Se aportaron más de 100 ítems, cuya medida iba dirigida a aspectos que los deportistas percibían en competición. Los análisis factoriales posteriores, desecharon algunos de esos ítems iniciales, y descubrieron algo con lo que no contaban: la confirmación de una nueva subescala: SC.

    La AU parece tener una relación con la Teoría del Autoconcepto que juega un papel decisivo en el desarrollo de la personalidad del individuo. Si es positivo, se relaciona con unas percepciones óptimas de adecuación personal, social y profesional. La persona se siente bien y aumenta su realización personal. Podríamos decir que la AU es un indicador evidente del cometido principal de todo deportista, autosatisfacción con el trabajo realizado y metas alcanzadas (Bandura, 1982)

Conclusiones

    La presente revisión señala la necesidad de continuar trabajando en el análisis de las complejas interrelaciones existentes entre las variables psicológicas, fisiológicas y neuroendocrinas en competición humana. Se podrían establecer relaciones entre procesos alostáticos y capacidad del deportista para gestionar el gasto energético necesario para alcanzar la meta y solventar las tareas asignadas. La integración de aspectos subjetivos, genéticos, cognitivos, conductuales, emocionales, fisiológicos y psicológicos sugieren un vínculo transversal que aleja la investigación de herramientas individualizadas e introduce los análisis logísticos y multivariables en el rendimiento y la alta competición deportiva.

Bibliografía

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 16 · N° 165 | Buenos Aires, Febrero de 2012
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