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Propuesta de un programa de ejercicios con pesas para el 

entrenamiento de fuerza para mayores de 60 años de edad

 

*Licenciada en Bioquímica, Especialidad Microbiología

Profesor auxiliar de Agentes Biológicos. Máster en Educación Superior

y Diplomada en Educación Avanzada y en formación por Competencias

**Licenciado en Cultura Física, Diplomante en Educación Física Estudiantil

Msc. en Dirección y Gestión de la Cultura Física. Profesor asistente

en el Departamento de Ciencias Biológicas, impartiendo las asignaturas

de Morfología, Fisiología, Fundamentos Biológicos de los Ejercicios Físicos

*** Licenciada en Educación, Especialidad Química. Profesor instructor

Máster en Ciencias de la Educación. Jefa de Investigaciones

Msc. Miriam Recio Contreras*

miriamr@inder.cu

Msc. Jorge Hernández Díaz**

jorgehdez@inder.cu

Msc. Lianet Setun Boronat***

lianetsb@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          Los ejercicios con pesas para el desarrollo de fuerza benefician la capacidad cardiaca y respiratoria, brinda al organismo una mayor resistencia, tamaño muscular, fuerza y potencia, se obtiene una mejor salud mental y física, menos grasa corporal al cuerpo, mejor aspecto externo, más vitalidad, mejores resultados y logros en nuestras vidas. Con un corazón más fuerte y más sano, disminuimos el riesgo de enfermedades, aumentamos la fuerza de los músculos y los huesos y lo más importante es que alejamos mucho más la vejez. Ninguna medicina, ni operación quirúrgica puede conseguir esto, es ahí donde radica la importancia de esta propuesta de ejercicios de fuerza para el entrenamiento con pesas. Con una alimentación completa y equilibrada, los complementos adecuados y unos ejercicios bien programados y practicados, los años siguen corriendo, pero el envejecimiento es mucho más lento. En un recorrido realizado en diferentes gimnasios no estatales de pesas en la capital se pudo contactar que no existe un programa de ejercicios con pesas para el desarrollo de la fuerza en personas mayores de 60 años de edad, así como no se conocen los beneficios para esas edades, solo un 4,2% de las matriculas a esos gimnasio corresponde a personas mayores de 60 años de edad y ninguno tiene un entrenamiento con pesas sistemático ni bien estructurado que le permita alcanzar buenos resultados. La importancia de este trabajo es brindar una herramienta para todos aquellas personas mayores de 60 años de edad que quieran sentirse jóvenes, que quieran alejar los daños de la vejez, que quieran sentirse como en sus mejores tiempo, o superior a este, para ellos es esta propuesta.

          Palabras clave: Repetición. Hipertrofia. Resistencia muscular. Envejecimiento. Potencia muscular. Fuerza muscular. Calidad de vida. Rutinas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En los momentos actuales la actividad deportiva está pasando a ocupar una parte importante en la medicina preventiva, siendo considerada parte fundamental para mejorar la calidad de vida, constituyendo uno de los pilares fundamentales en el mejoramiento de la salud.

    Nuestro cuerpo está diseñado para ser usado, para tener utilidad, para darle movimiento, sin esto no se cumple el mismo se atrofia. Si no lo utilizamos rinde solo un 25%. Con una alimentación completa y equilibrada, unos ejercicios bien programados y practicados, los años siguen corriendo, pero el envejecimiento es mucho más lento.

Teorías del envejecimiento

    Las numerosas teorías del envejecimiento que se barajan en la actualidad pueden ser resumidas en dos categorías: la genómica, y la debida a la acción de los factores intrínsecos y extrínsecos sobre el organismo.

La teoría genómica o de la programación genética

    A nivel de nuestros conocimientos actuales estamos convencidos, de que gran parte de las alteraciones presentes en las últimas etapas de la vida, como son las enfermedades vasculares, el cáncer o la demencia están relacionados con los genes, o para ser más exactos, con ciertas variaciones de los mismos.

    Según la teoría genómica, los genes serían los responsables de la duración máxima de la vida, aunque sólo entre el 25 y el 35% de la longevidad podría ser achacada a ellos. El resto le correspondería a los factores ambientales.

    Desde hace bastante tiempo sabemos que la progenie o síndrome de Hutchinson y el síndrome de Werner, tienen que ver con 'las alteraciones de los genes que intervienen en el envejecimiento

La teoría de los factores extrínsecos e intrínsecos

    La otra teoría es la que se sustenta en la acción de ciertos factores intrínsecos (radicales libres) o extrínsecos y relacionados con el medio ambiente (radiaciones) sobre el organismo. Un caso demostrativo es el de los habitantes de Chernóbil que sufrieron el accidente de la termoeléctrica nuclear, donde se observa que individuos de 40 años de edad poseen un aspecto similar a los de 70 años. De la mayor o menor intensidad con que los mismos actúen sobre el organismo, dependerá el tiempo que el individuo es capaz de vivir y el grado de salud adquirido durante la vida.

Iniciación y progresión del envejecimiento

    La estructura cromosómica y la expresión de los genes son los factores más importantes que intervienen en la iniciación y en la progresión del envejecimiento, teniendo en cuenta que de ellos depende la longitud del telómero. Los cromosomas son estructuras formadas por ácido desoxirribonucleico (DNA) y proteínas, los cuales se hallan albergados en el núcleo de las células mitóticas (que se dividen). En los humanos existen 46 cromosomas.

    Los genes son secuencias de bases del DNA, que determinan el orden de colocación de los aminoácidos en una proteína. Son, por tanto, los portadores del código genético.

Las mitocondrias y el envejecimiento

    Dentro de las mitocondrias, la glucosa de la sangre, por intermedio de la acción del oxígeno, produce adenosintrifosfato (ATP). El ATP es la molécula portadora de la energía a nivel celular. Probablemente más del 90% de la energía consumida por nuestras células, órganos y tejidos se originan en estos orgánulos. Pero en este proceso, además del ATP se generan una serie de cuerpos químicos denominados especies oxígeno reactivas, o radicales libres (superóxido y peróxido de hidrógeno). Dichos radicales libres actúan sobre el DNA de las mitocondrias originando una serie de alteraciones (mutaciones), que en último término, interfieren en la producción de energía, lo que favorece el proceso involutivo. El DNA de las mitocondrias es el que se halla más expuesto a la acción de los radicales libres, dada su proximidad al lugar donde se producen estos últimos. Pero además, carece de la acción protectora de las histonas que cubren el del núcleo.

    Para defenderse de ellos, el organismo produce unas sustancias que poseen la capacidad de neutralizarlos: la catalasa, la superóxido dismutasa, la glutatión peroxidasa y la glutatión reductasa.

    La función mitocondrial también puede verse afectada por mutaciones heredadas de los genes, o por mutaciones adquiridas a través de los agentes externos (radiaciones, tabaco o alcohol).

    Siendo las mitocondrias las unidades productoras de energía y hallándose implicados en este proceso los ácidos nucleicos DNA y RNA, no puede extrañamos que las mutaciones sobrevenidas sobre el material genético, causen una disminución apreciable en la producción de la energía. Este hecho repercute en el funcionamiento de todos los tejidos, pero los más afectados parecen ser el sistema nervioso central, el miocardio, el músculo esquelético, los riñones y las glándulas endocrinas, pero también la piel y otros tejidos.

Alteraciones musculares y óseas originadas por el envejecimiento y la falta de utilización

    No cabe duda que los procesos de involución acaecidos durante el envejecimiento afectan a los sistemas muscular y óseo, de la misma manera que al resto de los sistemas, aunque probablemente son más visibles que los originados en las vísceras internas. La sarcopenia o pérdida de la masa muscular es uno de los hechos más evidentes del envejecimiento, no sólo por su carácter estético (falta de relieve muscular y flacidez), debido a la disminución del volumen y del tono muscular. Desde el punto de vista del metabolismo, la consecuencia más importante de la sarcopenia es la disminución del gasto energético y el descenso del metabolismo basal. El primero disminuye cerca de un 15% entre los 30 y los 80 años de edad.

    Además, la sarcopenia es la causante de la pérdida de fuerza y de la movilidad, y por tanto, de la incapacidad física (discapacidad). La disminución del gasto energético y la ingestión de dietas con el mismo contenido calórico que en épocas anteriores, origina el aumento del peso corporal y de la masa grasa.

    Ambas cosas facilitan la aparición de la diabetes tardía y el agravamiento de la hipertensión arterial cuando existe.

    Por otra parte, la disminución de la masa muscular y por tanto, de la fuerza y la potencia, influyen muy negativamente sobre la realización de los desplazamientos, lo que sumado a la pérdida del equilibrio y a la disminución de la masa ósea, inducen a las caídas y a las fracturas consiguientes.

    En los ancianos, la velocidad a la que se desarrolla la marcha se halla estrechamente vinculada a la fuerza de los gemelos y de los músculos extensores de la rodilla. En las mujeres mayores de 70 años, la altura de los peldaños de la escalera que pueden superar sin agarrarse a la barandilla, depende de la fuerza de los músculos citados en último lugar. Más del 30% de los ancianos sufren una o varias caídas a lo largo del año y aunque en la mayoría de las veces no se producen lesiones de importancia, en otras (5-10%) se acompañan de fracturas, o de diversas alteraciones que ponen en peligro la vida de los selectos. Las caídas y los problemas relacionados con ellas son más frecuentes y graves en quienes tienen menos fuerza, siendo por ello, las más afectadas, las mujeres.

    El ejercicio es un potente activador de algunos de los sistemas del organismo, pero en especial del sistema músculo esquelético. Es sabido que, junto a la involución, la disminución de la movilidad origina la atrofia muscular. Hecho que acarrea la pérdida de fuerza, la disminución de la masa ósea y el aumento de la tendencia a sufrir caídas y a producir fracturas. Éstas, unas veces conducen a la invalidez permanente y otras al desenlace fatal. El ejercicio, y especialmente el de fuerza, previenen muchos de los problemas expuestos.

    Pero el ejercicio no sólo actúa en la prevención, tratamiento y recuperación de muchas de las afecciones que padecen los mayores, sino que a la vez atenúa la acción de los radicales libres sobre las células y tejidos del organismo. Esto se debe a que el ejercicio agudo moderado aumenta la concentración en el músculo de las enzimas antioxidantes: catalasa, superóxido dismutasa, glutatión peroxidasa y glutatión reductasa; y lo mismo sucede con el crónico (entrenamiento regular). Pero además, este último incrementa la concentración en los leucocitos de la sangre de un potente antioxidante que no se sintetiza en el organismo, el tocoferol. De lo expuesto puede deducirse que el ejercicio reduce no sólo las consecuencias del envejecimiento sino que actúa sobre uno de sus fenómenos causales, la peroxidación.

Respuesta del músculo envejecido al entrenamiento de fuerza

    En los últimos años se han publicado un gran número de trabajos en los que se muestran los beneficios del entrenamiento de fuerza sobre la estructura y función de los músculos envejecidos, sobre el hueso, sobre el rendimiento neuromuscular, sobre la velocidad del paso, sobre el metabolismo, sobre la composición corporal, sobre la capacidad para realizar las labores habituales y sobre las caídas y fracturas.

    En muchos de ellos se han evidenciado aumentos de la fuerza, del equilibrio y del tiempo de reacción en las personas mayores.

    Ante de la década del 80 del siglo pasado, un autor búlgaro, el Dr. Dovrev, publicó un libro en el que se referían hechos espectaculares, relacionados con la mejoría de la fuerza en ancianos que a lo largo de su vida jamás habían entrenado con pesas, ni realizado actividad física intensa.

    En el año 1988 Frontera y sus colaboradores publicaron los resultados de un trabajo llevado a cabo en personas de edad avanzada, en quienes un programa de ejercicio de la fuerza con intensidades del 80% de lRM produjo ganancias diarias de fuerza del 5%, similar a las conseguidas por los jóvenes.

    Al finalizar el periodo de entrenamiento, los aumentos de fuerza fueron del 100% para los músculos extensores y del 200% para los flexores, a la vez que la sección transversa de los músculos, se incrementó un 11 %.

    Brown y su equipo dicen haber hallado aumentos más modestos del área de sección transversal de los músculos entrenados (17%) y de la fuerza (48%), así como ciertas diferencias en el incremento de las áreas de las fibras.

    No obstante, ambos trabajos coinciden en que, el músculo envejecido responde al ejercicio de fuerza de manera similar a como lo hace el de los jóvenes. Según Brown, los aumentos de fuerza conseguidos se deben más a las adaptaciones neuronales que a la hipertrofia de los músculos. Aumentos notables de la fuerza sin hipertrofia de los músculos entrenados en los ancianos también los han descrito Brandon y su grupo.

    La doctora Fiatarone y sus colaboradores llegaron a la conclusión, de que la pérdida de la masa muscular y de la fuerza se hallan originadas por la disminución de la movilidad y es independiente de los efectos producidos por las enfermedades crónicas, la demencia senil, la depresión y otras características de la edad avanzada, a la vez que señalan con énfasis que el músculo de los ancianos conserva una buena capacidad de respuesta al entrenamiento de fuerza, y lo que es más importante, que con este tipo de ejercicio se incrementa la movilidad funcional y la actividad general. Este mismo grupo de investigadores ha demostrado también, que las mejorías conseguidas con el entrenamiento de fuerza en las mujeres de 62 años siguen progresando a medida que lo hace la intensidad de las cargas, es decir, que en las mujeres mayores, el músculo responde lo mismo que en las jóvenes al entrenamiento de sobrecargas, aunque los límites son más modestos.

    McCartney se expresa de forma muy similar y aseguran que el entrenamiento de fuerza progresivo en hombres y mujeres mayores (60-80 años) produce aumentos continuos de fuerza en ambos sexos, mientras dura el mismo (dos años).

    Cada vez, va tomando más incremento las ideas sustentadas por Blankfort-Doyle y por Molloy relacionado con que el entrenamiento de fuerza produce más beneficios fisiológicos y funcionales que el de resistencia (aerobio) en los ancianos frágiles recluidos en residencias.

    También se han descrito modificaciones en la forma en que el músculo utiliza la energía, tales como el aumento de la velocidad en la degradación de los fosfágenos y el glucógeno y un mejor aprovechamiento de los triglicéridos intramusculares .Es posible que todos estos cambios sean capaces de explicar las mejorías observadas en la V02 máx., de quienes utilizan los entrenamientos de fuerza, incluidas las personas mayores.

    Es probable que los diversos órganos y sistemas de las personas mayores respondan al entrenamiento de fuerza, de manera similar a como lo hacen los de los jóvenes.

Efecto del entrenamiento de le fuerza en las personas mayores

    Dada la importancia que tiene la salud del ser humano, para lograr una mejor calidad de vida, la práctica de ejercicios físicos es una alternativa para el ahorro sustancial de recursos humanos y económicos.

    Por lo que nuestro objetivo es proponer un programa de ejercicios con pesas para el entrenamiento de fuerza para mayores de 60 años de edad.

    Para realizar esta investigación de campo se tuvieron en cuenta elementos esenciales del Consentimiento Informado establecidos por la Organización Mundial de la Salud, tales como la voluntariedad de los sujetos así como que el ensayo implicaba una investigación.

Metodología utilizada

    Se utilizaron algunas técnicas investigativas y métodos que permitieron obtener resultados valiosos, comenzando por el método Materialista Dialéctico que permitió clasificar los métodos en teóricos y empíricos.

Métodos teóricos

  • Análisis - síntesis, inductivo - deductivo.

Métodos empíricos

  • Entrevista: Se aplicó con el objetivo de conocer la existencia o no de un plan de entrenamiento de fuerza mediante pesas para mayores de 60 años de edad, así como el conocimiento existente de los beneficio del entrenamiento de fuerza por medio de las pesas para las personas mayores de 60 años de edad.

    • A los mayores de 60 años de edad se les preguntó si estaban interesados en entrenar con pesas.

  • Muestra

    • Se visitaron 13 gimnasios no estatales en 5 municipios de la capital y 17 círculos del adulto mayor.

    • Se entrevistaron 62 personas de diferentes edades a partir de 19 años de edad, de ellas 30 eran mayores de 60 años.

Resultados

    El 100% de los encuestados desconocen la existencia de un plan de ejercicios de pesas para mayores de 60 años de edad y la mayoría consideran que entrenar con pesas a esas edades acarrea problemas para la salud, no conociendo sus beneficios, por lo que prefieren otros tipos de ejercicios. Solamente 4 están dispuestos a entrenar con pesas.

Propuesta de un plan de ejercicio de fuerza para mayores de 60 años

    Iniciar un programa de entrenamiento de fuerza en los ancianos no resulta fácil, debido a los prejuicios existentes sobre su utilidad, por lo que se utilizó el convencimiento de la utilidad del programa, además de informar de sus beneficios a quienes les asesoran, así como a los que tienen la responsabilidad de dirigir los ejercicios.

    La monotonía y el aburrimiento consiguiente suele ser la causa fundamental, por la que muchos ancianos abandonan el entrenamiento de fuerza, a pesar de los grandes beneficios que les reporta a su salud.

    Este plan de entrenamiento de fuerza con pesas, está formado por 52 ejercicios, de estos 39 son sin el uso de aparatos, 10 con usos de estos, y 3 sin ningún medio material. La conforman 10 rutinas, con una frecuencias de 2, 3, y 4 días a la semana, cada sesión no debe pasar de una hora, con un minuto de recuperación entre series, y 3 minutos entre tandas, las repeticiones de los ejercicios de cada series deben estar entre un rango de 1 a 12, según el plano muscular, por ejemplo: los gemelos, los abdomen, el trapecio, se pueden llegar hasta 12, los demás fluctúan de 6 a 8.

Implementos o recursos materiales mínimo para el entrenamiento de fuerza con pesas

Ejemplo de una rutina

Factores a tener en cuenta para el entrenamiento con pesas:

Resultados

Conclusiones

Bibliografía

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 16 · N° 165 | Buenos Aires, Febrero de 2012
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