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Algunas consideraciones acerca de la influencia de la 

actividad física sobre las personas de la tercera edad

 

*Metodóloga de Cultura Física

**Profesor de la Universidad de Ciego de Ávila

***Especialista en Atención Primaria de Salud

(Cuba)

Lic. Norma Alina Cortina Martínez*

cortinaalina@yahoo.com

Drc. Sergio Dule Rodríguez**

sdule@cfisica.unica.cu

Esp. Lic. Marelys López Oduardo***

leduorl@yahoo.es

 

 

 

 

Resumen

          El envejecimiento es un proceso dinámico, no es estático, es una etapa más de la vida, junto a la infancia, la adolescencia y la edad adulta. En la misma se producen una serie de cambios físicos, psicológicos y sociales, aunque debemos destacar que no ocurren en el mismo momento y grado en todas las personas mayores de manera que el ritmo al que envejece cada persona es diferente, siendo la característica que mejor define a este grupo de edad la heterogeneidad, mostrando una gran variabilidad tanto interindividual como intraindividual. En esta etapa no sólo se producen pérdidas, sino que hay funciones o capacidades que mantienen su actividad o incluso pueden llegar a mejorar y para ello debemos mantenernos activos. Este artículo pretende destacar la importancia de no abandonar la práctica de actividad física regular en este momento crucial de nuestra existencia, considerarla como una de las prioridades en salud pública, como forma de prevención de enfermedades crónico-degenerativas especialmente en la Tercera Edad. Los principales beneficios evidenciados científicamente son: disminución de la grasa corporal, control del peso corporal, aumento de la masa muscular, fuerza muscular, flexibilidad y densidad ósea, aumento del volumen sistólico, ventilación pulmonar, consumo máximo de oxígeno, disminución de la frecuencia cardíaca, de la tensión arterial y existen evidencias de la mejora del auto-estima, disminución de la ansiedad, insomnio, stress, consumo de medicamentos y de la socialización.

          Palabras clave: Tercera edad. Adulto mayor. Longevidad satisfactoria. Salud. Hipoquinecia. Actividad física. Deporte.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 160, Septiembre de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El fenómeno de la vejez cada día nos preocupa más a todos porque el número de anciano va aumentando a pasos agigantados y muchos problemas que aquejan a esta edad tales como falta de atención, jubilación, abandono, mitos, institucionalización, etc., van adquiriendo un relieve muy importante que hasta ahora en algunos países se investigan pero en muchas comunidades son evidentemente desconocidos. Los conocimientos gerontológicos y giratorios a estas personas son importantes para envejecer satisfactoriamente.

    Si nos atenemos a la etimología de la palabra senectud, como también se le llama a la ancianidad, tendremos que convenir en que se le debe aplicar a todo ser que ha cumplido 60 años de existencia. Pero el problema de la ancianidad no reside en una definición, por lo demás difícil de precisar, pues no es sólo la edad lo que puede definir la ancianidad. Todos sabemos que hay ancianos psíquico y físicamente hablando, antes de los 60 años, y en contraposición existen personas con 60 y más años que concretamente no hay justificación para incluirlas en este grupo. De aquí que los criterios de ancianidad sean amplios y multifactoriales y la clasificación cambiante y difícil de delimitar.1

    Dentro de los problemas que mayor preocupación origina a los seres humanos está el envejecimiento y sus achaques constituyendo unos de los mayores desafíos al que habrán de enfrentarse en el futuro los gobernantes y la sociedad.

    El problema del envejecimiento se examinó por primera vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. En aquel momento no era tan evidente que la población mundial envejecería de forma tan impresionante como sucedió en los decenios siguientes. En 1969, 20 años después, se reexaminó la situación, y finalmente se exhortó a la celebración de una Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Naciones Unidas. Una nueva era para los envejecientes. Atacar la pobreza, impulsar la solidaridad, crear empleos. Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social. Copenhague, Dinamarca: 1995 mar 6-12).

    El envejecimiento individual no es un fenómeno exclusivo de las sociedades modernas, ha estado presente en todas las etapas del desarrollo social y ha sido siempre de interés para la filosofía, el arte y la medicina. Sin embargo, durante el presente siglo se asiste a una situación singular: más y más personas sobrepasan las barreras cronológicas que el hombre ha situado como etapa de vejez, lo que ha convertido al envejecimiento de la población en un reto para las sociedades modernas2. Esto, considerado como uno de los logros más importantes de la humanidad, se trasforma en un evento, tributario de grandes decisiones y soluciones adecuadas con las consecuencias que de esto se derivan.

    Las proyecciones demográficas de la ONU indican que en este año 2010, los adultos mayores aumentarán en más de 600 millones y para el 2025 pueden ser de mil cien millones, lo que significará un aumento del 20 % con respecto al 1975. Previendo que durante este mismo período la población mundial total aumenta de 6 mil cien millones a 8 mil doscientos millones o sea el 102 %, las personas de la tercera edad constituirá el 13.7 % de la población mundial para esta etapa. Esto ha traído consigo que se le dé respuesta urgente a este fenómeno mundial.

    Los quehaceres ordinarios del hombre moderno se han simplificado y facilitado por los avances tecnológicos del siglo XXI. La energía de las máquinas ha sustituido a la energía del músculo en la mayor parte de las faenas. El uso de nuestro cuerpo en juegos activos como medio de entretenimiento es cada vez más raro. La obesidad, el estrés, el sedentarismo y el consumo exagerado de sustancias adictivas (alcohol, tabaco y drogas), junto con la motorización constituyen los pilares sobre los que se apoya el sistema de vida de los ciudadanos modernos que, a la vez que les permite disfrutar de algunos placeres, les produce una forma típica de enfermedad y muerte. Con una sola reflexión podemos decirlo todo “El hombre necesita adoptar estilos de vida saludables si quiere sobrevivir”.

    El abandono de hábitos tan nocivos como los antes mencionados y el control sistemático de la presión arterial, el peso corporal, el rediseño de patrones nutricionales más saludables, y la realización regular de ejercicios físicos son elementos que han demostrado sus efectos beneficiosos sobre el mejoramiento de la calidad de vida aún en las personas de edad. 3

    La prevención es, sin lugar a dudas, el instrumento principal para la elevación del nivel de salud de la población. Esto ha sido reconocido tácticamente por todas las autoridades de salud en el mundo contemporáneo, siempre será más fácil y barato prevenir que tratar. Solo puede establecerse una política preventiva eficaz si se tiene en cuenta las características epidemiológicas de las afecciones que directa o indirectamente modifican los índices de morbimortalidad en una población dada.4

    La sociedad ha conferido hoy, al ejercicio y al deporte, en sus manifestaciones recreativas, educativas o competitivas, una función trascendente para la preservación y desarrollo de la salud del ser humano, por esta razón el movimiento debe manifestarse como una forma de cultura, de educación y de promoción de salud.5 De ahí la gran preocupación e interés que estos lleguen a todos los sectores de la población y formar parte de los hábitos culturales de la misma.

    Por otro lado, existen datos concluyentes que muestran que practicar regularmente actividad física, tiene una influencia favorable sobre la salud de las personas de cualquier edad y sexo. Esta idea promocionada desde tiempos muy remotos, incide sobre todo en el segmento de población de mayor edad.

    Un gran porcentaje de los achaques que padecen los ancianos tiene como origen la falta de solicitación de órganos y sistemas, especialmente el sistema neuromuscular. Sin embargo, aunque hay una tendencia hacia el aumento de la actividad física en los mayores, gran parte de los mismos no hacen ejercicio e incluso se les llega a desaconsejar su participación en programas regulares de entrenamiento físico que por demás debe ocurrir en las peores condiciones socioeconómicas vividas en estos últimos cuarenta años.7

    Muchos ancianos que en la actualidad se encuentran asilados en situaciones de inmovilidad absoluta y que, por tanto, necesitan los cuidados continuos de personal especializado, podrían disfrutar de una vida normal y autosuficiente si con anterioridad hubieran seguido manteniendo una actividad física aceptable.

    Uno de los pilares en el cuál se sustenta el trabajo comunitario es la salud y para mantener buenos índice de salud tenemos que romper con la hipoquinesia en que está sumergido el hombre contemporáneo y realizar actividad física en todas las etapas de la vida y más cuando se llega a la ancianidad.8

    Realizar actividad física es una necesidad absoluta para todos los seres vivos y, por lo tanto, para los humanos, en quienes el sistema muscular constituye cerca de la mitad del peso total del cuerpo. Como quiera que la única función conocida de los músculos es la de producir movimiento, no se comprende fácilmente como la madre naturaleza en la evolución de las especies hubiese cometido el error de dotar a los organismos vivientes de estructuras tan predominantes, para después prescindir de ellas.

    La contracción muscular y su consecuencia más evidente, el movimiento, es una función indispensable para todas las actividades relacionadas con la supervivencia de la especie: buscar los alimentos, huir de los peligros que amenazan la vida, procrear y establecer relaciones sociales. Es obvio que si por algún motivo elegido libremente (comodidad) o asumido por obligación (enfermedad), el individuo disminuye o cesa por completo la actividad física, el organismo sufre sus consecuencias en mayor o menor extensión.

    Desgraciadamente, carecemos de un método que nos defina la cantidad de ejercicio necesaria para evitar los efectos negativos sobre la salud, tanto por defecto como por exceso, aunque poco a poco vamos desvelando los secretos relacionados con la actividad física y su influencia sobre el organismo.

    Es indudable que el ejercicio físico es importante en el anciano, al promover una mayor vitalidad y prevenir la invalidez o muerte prematura, ocasionadas por una gran variedad de enfermedades degenerativas a las que están especialmente expuestos.

    Por otra parte, aunque la capacidad física declina con la edad, no está claro si el grado de pérdida se relaciona sólo con la edad o también con la reducción en la actividad física que los condicionantes sociales inducen en los sujetos de mayor edad.

    Con el paso de los años el cuerpo experimenta cambios que afectan de manera distinta a cada persona. Por una parte al envejecer, el cuerpo se transforma adquiriendo una nueva imagen, aumentan las arrugas, el pelo se vuelve gris, el peso varía etc. Por otra hay una disminución de ciertas facultades, cansancio prematuro, olvidos etc. pero esto no significa que se esté enfermando, al contrario, hay que vivir esta etapa de manera positiva, como algo natural, conviviendo con este proceso de manera saludable y optimista.

    Al llegar a esta época de la vida las personas pueden encontrar el tiempo necesario para realizar actividades que se han postergado por falta de tiempo o por la necesidad de centrar la atención y el esfuerzo en responsabilidades de las que ahora se encuentran liberadas. De todos es conocido que padres muy rígidos con sus hijos se convierten en abuelos permisivos. Es el relevo en las responsabilidades que impone la organización social a los adultos activos, lo que permite a muchas personas manifestarse de una manera más natural, y en muchos casos con un mayor componente humano, al llegar a la vejez. Saber sacarle partido a estas oportunidades de desarrollo personal que nos ofrece ir cumpliendo años compensa, a veces con creces, el cambio físico que conlleva el paso del tiempo.

    Hay que tener muy clara la diferencia entre los signos de la vejez y de la enfermedad. Aunque no existen recetas para la eterna juventud, hay aspectos que se pueden controlar y que permitirán continuar con una vida activa, envejeciendo de una manera apacible y poco traumática.

    El primer mensaje que se debe hacer llegar a las personas de más edad es que deben mantenerse activos en su vida cotidiana. Muchas personas tienen una forma vida dinámica sin necesidad de participar en programas de ejercicios formales. A través de los quehaceres diarios, tales como trabajos domésticos (ir de compras, cocinar, limpiar, etc.), se puede mantener un nivel adecuado de actividad. Es conveniente potenciar ocupaciones simples como jardinería, bricolaje o paseos diarios. Hay que luchar, en la medida en que se pueda, contra la inactividad. Es evidente que un estado saludable tanto de cuerpo como de espíritu, favorece un envejecimiento apacible.

    Aunque la capacidad física disminuye con la edad, el grado de la reducción en la actividad física también se relaciona, en muchos casos, con falta de apetencia o estímulos debido a condicionantes sociales.

    Hay que incidir en la generación de estímulos como medio de disminuir la degradación física prematura. La actividad física además de comportar beneficios para el individuo también los comporta para la sociedad por la reducción de costes en sanidad y cuidados asistenciales.

    Es bueno saber que el ejercicio regulado durante al menos 10 minutos diarios es mejor que horas enteras una vez por semana y que el principal propósito de hacer ejercicios es fortalecer los músculos del cuerpo y poder disfrutar de la vida

    Por eso decimos que no es cuestión de prolongar la vida, sino de agregar vigor a esos años y hacer la vida más amena y que valga la pena vivirla, sabemos que el ejercicio produce energía y aumenta la eficacia del cuerpo. El principio de oro es encontrar un ejercicio que el practicante escoja y se apegue a él. Uno de los mejores ejercicios para todas las edades es caminar enérgicamente, tanto como sea posible, todos los días.

    Es conocido que el practicar ejercicios físicos planificados y dosificados para todos es muy importante, nos da vigor, nos prepara para las actividades, mejora la calidad de vida, y ayuda a mantener una buena salud tanto física como mental, es por ello que necesitamos que exista un programa o guía para profesores y activistas que podamos llevar a cabo este empeño de todos nosotros, allí debe existir principal cuidados con las patologías con las que trabajamos a diario.

    El tener vida se deriva y fundamenta en el ánimo y facilidad para moverse, y una de las formas es realizando ejercicio. Gómez y Curcio, (1998) reconocen que "tanto la actividad física como el ejercicio físico, se constituyen en estrategias efectivas de promoción y protección de la salud y prevención de la enfermedad, puesto que mejoran y optimizan el funcionamiento de los sistemas corporales".

    No es sólo el ejercicio, el que ayuda en la salud de los ancianos, es también la actividad física, pues el estar activo, no implica que el anciano asista regularmente a un gimnasio, es poder realizar sus tareas cotidianas en forma eficiente, y poder pertenecer a otros grupos donde no se realice directamente ejercicio físico, pero si actividad física como las caminatas o paseos recreativos.

    Mazorra planteó que: "El entrenamiento sistemático es en sí mismo el más poderoso médico para la carga funcional pulmonar y cardiovascular". Es posible ayudar a nuestro organismo dentro del plan de promoción de salud, por medio de la carga funcional del entrenamiento sistemático que permite que la materia viva se renueve a un nivel estructural y funcional más alto"8

    Como es conocido, el fenómeno de la vejez comienza muy temprano, el desarrollo y la involución del aparato muscular del hombre refleja las condiciones de vida en la tierra y la acción recíproca del organismo sobre los factores sociales y naturales, los ejercicios aumentan el consumo de oxígeno, si el ejercicio se repite frecuentemente llega a presentarse una economización del trabajo de estos órganos, aumentando el consumo de oxígeno general, los verdaderos cambios visibles y tangibles se observan después de los 60 años de edad, los verdaderos cambios que se manifiestan, encierran en sí el atronamiento de la masa muscular que puede alcanzar hasta un 50 %, además se atrofian la mayoría de los músculos que mantienen el cuerpo rígido.

    El descenso del metabolismos y del proceso de oxidación, por otra parte, llevan a la reducción del volumen sistológico, así como la disminución de la sangre circulante. El menor volumen sistológico lleva a la disminución de la masa muscular del corazón, así como su volumen.

    Es indudable que el ejercicio físico es importante en el adulto mayor, al promover una gran vitalidad y prevenir la invalidez o muerte prematura, ocasionadas por una gran variedad de enfermedades degenerativas a las que están especialmente expuestos.

    Por otra parte, aunque la capacidad física declina con la edad, no está claro si el grado de pérdida se relaciona sólo con la edad o también con la reducción en la actividad física que los condicionantes sociales inducen en los sujetos de mayor edad. En varios estudios realizados en atletas de edad avanzada, se han encontrado marca de diferencias fisiológicas en estos sujetos cuando se los compara con personas no entrenadas de la misma edad.

    Estos datos en conjunto sugieren que el declinar de la actividad física con la edad puede ser minimizado con un entrenamiento continuo y adecuado. Un gran número de ancianos vive por debajo del umbral de capacidad física que les correspondería por su edad a causa del sedentarismo. Ello ocasiona que sólo se precise una pequeña enfermedad para hacerlos totalmente dependientes. En este sentido, el entrenamiento puede mejorar las funciones esenciales para el mantenimiento de una buena forma física en la vejez y retrasar de forma eficaz el deterioro físico, permitiendo una mejor defensa contra los achaques propios de la edad y haciendo al anciano más independiente.

    Una función muy importante en la actividad física la tiene el movimiento ya que representa un estimulante fundamental de los procesos del crecimiento y desarrollo del organismo, así como de su mantenimiento. De ahí que las funciones del movimiento les son necesaria a todo ser humano, desde los días de su nacimiento hasta la vejez, destacándose en este último sus beneficios, cuando hay disminución de la actividad general, los movimientos son factores que mantienen funcionando los sistemas fundamentales del organismo, actuando contra el surgimiento de una vejez prematura.

    Mediante la práctica de ejercicios físicos se perfeccionan los vínculos entre la corteza cerebral, los órganos Internos y el aparato de apoyo motor, lo que provoca una relación entre los sistemas mencionados, aumentando con ellos la adaptabilidad de todo el organismo para los esfuerzos físicos.

    El ejercicio beneficia no sólo a los músculos y articulaciones sino al organismo en su totalidad, favoreciendo la función de todos los órganos y mejorando en definitiva todo el sistema funcional del mismo, manteniendo en las personas que lo practican una elevada capacidad de reacción ante la posible enfermedad, que no se da de igual manera en las personas que no lo realiza.

    Son numerosos los autores que señalan a las clases de Educación Física y deportes como uno de los factores de reducción de la morbilidad. Las personas que asisten a estas clases se enferman con menor frecuencia y con menor duración, de dos a cuatro veces en comparación en comparación con las personas que no lo practican.

    En la edad media y madura, los ejercicios físicos son un medio eficaz y reconocido de profilaxis de enfermedades, tales como la arteriosclerosis, hipertensión arterial, infarto del miocardio, obesidad y alteraciones de los procesos metabólicos, entre otras, a las cuales las personas de estas edades son más propensas.

    Para estas edades medias y avanzadas se consideran importantes los ejercicios gimnásticos dirigidos al mantenimiento de la flexibilidad de las articulaciones, ejercicios para las distintas secciones de la columna vertebral en forma de flexiones, cuclillas, giros del tronco y del cuello, así como los ejercicios para el fortalecimiento de los músculos del abdomen, ejecutándose para la profilaxis de la deposición de las sales y del desarrollo de la osteo-condritis y la espondilalgia. Tiene gran importancia la educación de la respiración.

    En la tercera edad donde se va perdiendo los reflejos y la cadencia de los movimientos se torna progresivamente lenta, monótona y estereotipada, la práctica de los ejercicios rítmicos tiende a recuperar el ritmo y la expresividad del cuerpo, agilizar los reflejos y recobrar el sentido y la medida de las magnitudes del espacio y el tiempo.

    En el anciano, a consecuencia de la atonía muscular y de la pérdida de elasticidad de la piel, se producen arrugas y rigidez en el rostro y se pierde expresión, no sólo en éste sentido sino en todo el cuerpo. En este sentido, los ejercicios de mímicas contribuyen a retrasar la aparición de arrugas e inexpresiones faciales y, en general, acompañados de ejercicios de expresión corporal contribuirán a que los gestos y ademanes sean los apropiados para cada momento.

    No se puede descartar la práctica deportes, aunque hay que considerar que la base fundamental de esta práctica en el anciano está dada por la experiencia anterior que en este sentido pudiera tener, pero cualquiera edad es buena para iniciar la práctica de algún deporte que no requiera técnica muy complejas teniendo en cuenta la adecuada disminución del ritmo y el esfuerzo que implica.

    Los juegos y otras manifestaciones recreativas constituyen un excelente medio de distracción para el anciano, que aunque requieren cierto ejercicio físico no exigen un excesivo gasto energético.

    Por último debemos significar la efectividad de los ejercicios físicos con fines terapéuticos dirigidos a la rehabilitación y tratamientos de patologías específicas, que si bien en algunos casos no logran erradicar totalmente los padecimientos, sí logran atenuarlos considerablemente.

    Toca ahora referirnos al aspecto social de estas influencias. La mayoría de los estudios realizados han centrado su mayor interés en las repercusiones y beneficios que desde el punto de vista fisiológico para la tercera edad, relegándose la influencia que tiene al nivel psicológico y social.

    Sin embargo, la incorporación de la población de la tercera edad a la práctica de actividades físicas, presupone ante todo, si esta incorporación se realiza en forma de incorporación colectiva, a que estas personas puedan ampliar su marco de relaciones interpersonales que han sido afectadas, fundamentalmente por la desvinculación laboral y lo típico de las relaciones en el seno familiar; estableciéndose un vínculo directo de integración a las actividades sociales y por ende a la sociedad.

Notas

  1. Prieto O, y Vega, E. (1996) La atención al anciano en Cuba. Desarrollo y perspectivas. La Habana, 3-9pp.

  2. Prieto Ramos, O y Vega García E. (1996) Temas de gerontologia. La Habana, Editorial Científico – Técnica, 15-29pp.

  3. Recabado, F Quintana y Mayo, M. (1996) El adulto mayor en América Latina. Sus necesidades y sus problemas médicos-sociales. Tomado de Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas. Información Mensual. 1-2pp.

  4. Rigol, O. y Cols., Medicina General Integral. (1985) tomo III: 11-23pp.

  5. Bustos, C. (1997). Proyectos Marusi de alerta a la vejez: ¿Cómo sobrevivir? En: Revista Horizontes, Nº 42, 48p.

  6. Prieto Ramos, O.y Vega García, E. (1996) Temas de gerontología. La Habana: Editorial Científico – Técnica.

  7. Dule, S. (2006) La práctica de actividad físico deportiva y su relación con componentes fundamentales del estilo de vida en escolares avileños. Tesis Doctoral. Universidad de Granada.

  8. Mazorra, R. (1992) Sedentarismo. En: Revista Cubana Medicina General Integral. (3), 55-258pp.

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