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Jugar al Bowling solo: el deterioro del capital social en Norteamérica
Una entrevista con Robert Putnam


¿Qué debe hacerse?
El último refugio de un sociólogo pícaro es demandar más investigación. Sin embargo, no puedo contenerme de sugerir unas líneas más de investigación: [Fin pág. 75]

  • Debemos descubrir las dimensiones del capital social, el cual claramente no es un concepto unidimensional, a pesar del vocablo (aún en este ensayo) que implica lo contrario. ¿Qué tipo de organizaciones o redes de trabajo encarnan más efectivamente – o generan – el capital social, en el sentido de reciprocidad mutua, de resolución de problemas de acción colectiva, y del ensanchamiento de las identidades sociales? En este ensayo he enfatizado la densidad de la vida asociacionista. En trabajos anteriores he puesto el acento en la estructura de las redes de trabajo, argumentando que los lazos horizontales generaban más capital social productivo que los lazos verticales11.

  • Otro paquete de medidas importantes involucra contracorrientes macrosociológicas, que podrían interceptarse con las tendencias aquí descriptas. ¿Cuál será el impacto, por ejemplo, de las redes de trabajo electrónicas del capital social? Mi corazonada es que el encuentro en un foro electrónico no es equivalente al encuentro en un boliche – o aún en un salón – pero una fuerte investigación empírica es necesaria. ¿Que hay a cerca del desenvolvimiento del capital social en los lugares de trabajo? ¿Está creciendo en contrapunto al decaimiento de los compromisos cívicos, reflejando alguna analogía social de la primera ley de termodinámica? ¿El capital social no es ni creado ni destruido, sino meramente redistribuido? ¿Ó las tendencias descriptas en este ensayo representan el peso perdido?

  • Para hacer una evaluación más acabada de los cambios en el capital social en Norteamérica en el último cuarto de siglo es preciso tener en cuenta tanto los costos como las ganancias de los compromisos de la comunidad. No debemos idealizar a un pueblo pequeño, la vida cívica de la clase media en la Norteamérica de los años '50. Sumadas a las funestas tendencias enfatizadas en este ensayo, las décadas recientes fueron testigos de una declinación sustancial en intolerancia y probablemente también en ostensible discriminación, y esas tendencias beneficiosas podrían estar relacionadas de complejas maneras con el desgaste del capital social tradicional. Además, un registro equilibrado de los libros del capital social necesitaría reconciliar la comprensión de este acercamiento con la comprensión ofrecida por Mancur Olson y otros que hacen hincapié en que dichas organizaciones de cerrado tejido social, económico y político son propensas a una monopolización económica ineficiente y a lo que los economistas políticos denominan "buscador de hendiduras" y lo que hombres y mujeres comunes llaman corrupción12.

  • Finalmente, y tal vez más urgentemente, necesitamos explorar más creativamente cómo la política pública impacta (o debería impactar) en la formación del capital social. En algunas ocasiones bien conocidas, la política pública ha destruido redes de trabajo y normas sociales altamente efectivas. La política americana de liquidación de los años '50 y '60, por ejemplo, renovó capital físico, [Fin pág. 76] pero a un muy alto costo del capital social existente. La consolidación de oficinas de correo del país y de pequeños distritos escolares ha prometido eficiencia administrativa y financiera, pero la contaduría total de los costos para los efectos de dichas políticas en el capital social producirían un veredicto más negativo. Por otro lado, semejantes iniciativas pasadas como el sistema de representante agrícola provincial, los colegios comunitarios y la deducción de impuestos para contribuciones caritativas ilustran que el gobierno puede alentar a la formación de capital social. Incluso una propuesta reciente en Obispo San Luis, California, para exigir que todas las casas nuevas tengan porche al frente demuestra el poder del gobierno para influencia dónde y cómo las redes de trabajo se encuentran constituidas.

El concepto de "sociedad civil" ha jugado un rol central en el reciente debate global a cerca de las precondiciones para la democracia y la democratización. En las nuevas democracias esta frase se ha concentrado adecuadamente en la necesidad de fomentar una vibrante vida cívica en la sociedad tradicionalmente inhospitalaria del propio gobierno. En las democracias establecidas, irónicamente, un creciente número de ciudades está cuestionando la eficacia de sus instituciones públicas al mismo momento que la democracia liberal barrió el campo de batalla, tanto ideológicamente como geopolíticamente. En Norteamérica, al menos, hay una razón para pensar que este desorden democrático podría estar conectado a un amplio y continuo desgaste de los compromisos cívicos que comenzaron hace un cuarto de siglo. Elevada en nuestro cronograma doctoral debería estar la cuestión de si tal erosión comparable del capital social puede ser así en otras democracias desarrolladas, tal vez en diferentes aspectos institucionales y conductuales. Elevada en el cronograma de Norteamérica debería estar la cuestión de cómo revertir estas tendencias adversas en las conexiones sociales, restaurando así los compromisos cívicos y la confianza cívica.


Notas

  1. Alexis de Tocqueville, Democracy in America, ed. J.P. Maier, trans. George Lawrence (Garden City, N.Y.: Anchor Books, 1969), 513-17.

  2. Sobre redes sociales y expansión económica en el desarrollo mundial, ver Milton J. Esman y Norman Uphoff, Local Organizations: Intermediaries in Rural Development (Ithaca: Cornell University Press, 1984), esp. 15-42 and 99-180; y Albert O. Hirschman, Getting Ahead Collectively: Grassroots Experiences in Latin America (Elmsford, N.Y.: Pergamon Press, 1984), esp. 42-77. En el Este de Asia, ver Gustav Papanek, "The New Asian Capitalism: An Economic Portrait," en Peter L. Berger and Hsin-Huang Michael Hsiao, eds., In Search of an East Asian Development Model (New Brunswick, N.J.: Transaction, 1987), 27-80; Peter B. Evans, "The State as Problem and Solution: Predation, Embedded Autonomy and Structural Change", en Stephan Haggard and Robert R. Kaufman, eds., The Politics of Economic Adjustment (Princeton: Princeton University Press, 1992), 139-81; y Gary G. Hamilton, William Zeile, and Wan-Jin Kim, "Network Structure of East Asian Economies," en Stewart R. Clegg y S. Gordon Redding, eds., Capitalism in Contrasting Cultures (Hawthorne, N.Y.: De Gruyter, 1990), 105-29. Ver también Gary G. Hamilton and Nicole Woolsey Biggart, "Market, Culture, and Authority: A Comparative Analysis of Management and Organization in the Far East," American Journal of Sociology (Supplement) 94 (1988): S52-S94; y Susan Greenhalgh, "Families and Networks in Taiwan's Economic Development," y Edwin Winckler and Susan Greenhalgh, eds., Contending Approaches to the Political Economy of Taiwan (Armonk, N.Y.: M.E. Sharpe, 1987), 224-45.

  3. Robert D. Putnam, Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy (Princeton: Princeton University Press, 1993).

  4. A James S. Coleman le corresponde principalmente el mérito por el desarrollo teórico del concepto de "capital social". Ver en "Social Capital in the Creation of Human Capital", American Journal of Sociology (Supplement) 94 (1988): S95-S120, así como The Foundations of Social Theory (Cambridge: Harvard University Press, 1990), 300-21. Ver también Mark Granovetter, "Economic Action and Social Structure: The Problem of Embeddedness," American Journal of Sociology 91 (1985): 481-510; Glenn C. Loury, "Why Should We Care About Group Inequality?" Social Philosophy and Policy 5 (1987): 249-71; y Robert D. Putnam, "The Prosperous Community: Social Capital and Public Life", American Prospect 13 (1993): 35-42. Hasta donde conozco, el primer autor en utilizar el término "capital social" en este sentido actual fue Jane Jacobs, en The Death and Life of Great American Cities (New York: Random House, 1961), 138.

  5. Una interpretación política simplificada sobre el colapso del asociacionismo en Norteamérica precisaría confrontar el hecho de que el inicio de la declinación se hace más pronunciada seis años antes que la administración de Reagan acometiera sobre PATCO. Los datos de la Encuesta Social General muestran que hubo una declinación del 40 % según en el informe de afiliaciones gremiales entre 1975 y 1991.

  6. Los datos del LWV estuvieron disponibles durante largo tiempo para ofrecer y mostrar un interesante modelo: una aguda crisis durante la Depresión, un fuerte y sostenido levantamiento después de la II Guerra Mundial que triplicó el número de miembros entre 1945 y 1969, y luego de la declinación post-1969, que ya había borrado casi todo las ganancias de la postguerra y continúa todavía. Este mismo modelo histórico se aplica a las organizaciones fraternales de hombres, a partir de datos comparativos que están disponibles, que sostienen un aumento durante las primeras siete décadas del siglo, interrumpido sólo por la Gran Depresión, seguido por un colapso en los '70 y los '80, que ha disminuido luego de la expansión de la postguerra y continúa descendiendo.

  7. Cf. Lester M. Salamon, "The Rise of the Nonprofit Sector", Foreign Affairs 73 (July-August 1994): 109-22. Ver además Salamon, "Partners in Public Service: The Scope and Theory of Government-Nonprofit Relations," en Walter W. Powell, ed., The Nonprofit Sector: A Research Handbook (New Haven: Yale University Press, 1987), 99-117. Las evidencias empíricas de Salamon no apoyan su amplio reclamo acerca de la "revolución asociacionista" global, comparable en importancia al crecimiento hace algunos siglos de los estados-nación.

  8. Robert Wuthnow, Sharing the Journey: Support Groups and America's New Quest for Community (New York: The Free Press, 1994), 45.

  9. Ibid., 3-6.

  10. Agradadezco a Ronald Inglehart, quien dirigió este único proyecto transnacional, sus aportes, que me brindaron datos muy valiosos. Ver en "The Impact of Culture on Economic Development: Theory, Hypotheses, and Some Empirical Tests" (manuscrito no publicado, University of Michigan, 1994).

  11. Ver mi libro Making Democracy Work, esp. cap. 6.

  12. Ver Mancur Olson, The Rise and Decline of Nations: Economic Growth, Stagflation, and Social Rigidities. (New Haven: Yale University Press, 1982), 2.


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revista digital · Año 4 · Nº 16 | Buenos Aires, octubre 1999