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Memoria de un secuestro: testimonio del Profesor Ricardo José Molinari

 

Profesor de Educación Física

(Argentina)

Ricardo José Molinari

rjmolinari@ri.com.ar

 

 

 

 

          Ricardo José Molinari actualmente es Profesor de Educación Física. En sus días de estudiante fue detenido (secuestrado) por un grupo de tareas durante la última dictadura militar. Permaneció más de tres meses en el centro ilegal de detención denominado “El Pozo” en la Jefatura de Policía de la provincia de Santa Fe.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 151, Diciembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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“¿Cuál es el límite de la resistencia de un hombre?

    ¿Hasta dónde puede soportar la persecución, los castigos, el aislamiento, la pérdida de los más elementales derechos y los hábitos de la vida cotidiana?

    Pensé que era una buena oportunidad para averiguarlo y me dije a mí mismo: para suicidarse hay siempre tiempo y formas, pero ahora vamos ver hasta dónde se aguanta.

    Así descubrí la capacidad humana para soportar el sufrimiento parece no tener límites. A medida que se agudizaban los problemas, aparecían en nosotros reservas para enfrentarlos, que desconocíamos y que nunca hubiéramos creído tener”.

Autores del libro “Del otro lado de la mirilla” Olvido y memorias de ex Presos Políticos de Coronda 1974 – 1979

Introducción

    La Argentina vivió situaciones límites desde el asalto de las fuerzas armadas al poder institucional del Estado; se impuso una Dictadura Militar y se transformó a las mismas en tropas de ocupación del propio pueblo argentino; se violaron los derechos humanos y se implementaron políticas que llevaron a la destrucción de la capacidad productiva del país sometiéndolo a los intereses corporativos financieros, nacionales e internacionales.

    Estas políticas se implementaron a través de la Doctrina de la Seguridad Nacional desarrollada por los EE.UU. para toda América Latina.

    Más de 80.000 militares latinoamericanos se formaron en escuelas de las América en Panamá y en academias militares de los EE.UU.

    Las consecuencias fueron trágicas para los pueblos; en particular para nuestro país dónde se aplicaron en forma sistemática el secuestro, la prisión, la tortura y la desaparición de personas.

    Por otra parte surgieron numerosos grupos de resistencia social que buscaron dar respuestas al sistema de dominación a través de su accionar. Algunos, optaron por asumir la violencia armada contra la opresión militar política y económica. Otros optaron por la resistencia no violenta y buscaron alternativas de presión nacional e internacional para denunciar las graves violaciones de los derechos humanos de la dictadura militar.

    A pesar del tiempo transcurrido, y por las graves consecuencias que tuvo el asalto al poder del Estado por las Fuerzas Armadas, transformadas en señores de la vida y de la muerte del pueblo argentino, debemos hacer hoy una lectura de los hechos, de la historia vivida; una lectura serena y crítica a través de la memoria, teniendo en cuenta que la misma no es para quedarse en el pasado.

    La memoria debe iluminar el presente, porque es a través del presente donde podemos generar el futuro.

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    Aquellos que hemos sufrido la prisión e injusticia de los señores de la muerte de la Dictadura Militar quedamos marcados por las vivencias dentro de las prisiones. Cada experiencia y testimonio son valiosos y un aporte a la memoria colectiva de los pueblos y en particular a las nuevas generaciones que no vivieron esa época de terror.

    La creatividad y la resistencia permitieron dentro de la cárcel sobrevivir, mantener los ideales y forjar nuevas alternativas. El tiempo no ha desdibujado el pensamiento y la capacidad de construir nuevos paradigmas sociales, culturales, y políticos.

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    En la prisión el sistema de opresión trata de uniformar; de anular a la persona humana y someterla al sistema represivo, que impone no pensar, responder mecánicamente al miedo; la persona desaparece y solo se es un número. Hay quienes se quebraron bajo las torturas, la fuerte presión psicológica y el aislamiento. Otros tuvieron la capacidad de resistir, de conservar la memoria y la voluntad de sobrevivir y de continuar luchando a pesar de la situación y la cárcel.

    Poco a poco se va tejiendo vínculos de hermanos en la desgracia y eso ayuda a saber que no se esta solo en la lucha, y que “hay que evitar que nos quiebren”. Resistir es la consigna, la meta para continuar los caminos de liberación. Conocerse dentro de la prisión es de una riqueza incalculable; en la “escuela carcelaria” se aprende como si fuera la “universidad de la vida y de la resistencia”. Una diversidad de personas que sufren los mismos males, víctimas de la opresión: grupos de base, dirigentes sindicales, políticos, sectores religiosos, campesinos, estudiantes. Muchos con una larga militancia social, otros por primera vez en esa dolorosa situación; padeciendo desarraigo, las ausencias, la impotencia frente a los guardias. Tienen que comenzar por el aprendizaje carcelario; desde el idioma y las señas, hasta los códigos de conducta y comunicación interna.

    Cada persona es un mundo, y cada experiencia expresa los valores y contenidos que llevaron al compromiso y a la resistencia. Reencontrarse para compartirla y socializarlas es un aporte valioso a las presentes generaciones, contribuye y ayuda a la construcción de la memoria colectiva del pueblo.

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    Sobre el olvido no se puede construir una sociedad más justa y humana; la impunidad jurídica pone serio riesgo el proceso democrático y posibilita que hechos aberrantes como los vividos durante la Dictadura Militar se repitan.

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    Es necesario que los jóvenes puedan recuperar una etapa de la historia vivida por el pueblo argentino y en ese sentido aportan aquellos que vivieron el drama del pueblo, y contribuyen a generar un país mejor.

Adolfo Pérez Esquivel (Premio novel de la Paz 1979)

    Estos conceptos de sintetizan de una manera clara la idea la violación a los Derechos Humanos en nuestro país durante el proceso Militar que sacudió al país tras el golpe del 24 de marzo de 1976.

    Por esta razón adhiero plenamente, que desde el interior del alma de cada victima se construyó una resistencia para no olvidar jamás lo sucedido.

Ricardo José Molinari

    Detenido (secuestrado), entre el 5 de julio y el 11 de 0ctubre de 1977, permaneció el centro ilegal de detención denominado “El Pozo” en la Jefatura de Policía de la provincia de Santa Fe.

Ricardo José Molinari, durante su ponencia en el I Simposio Historia de la Educación Física

y sus instituciones. General Pico, La Pampa, octubre de 2010  I

Entrevista

    Alicia Rossi, Laura Rabiti, y Marisel Soto, alumnas de quinto año E.E.M.P.A. N° 1303.

¿En qué año sucedió tu secuestro?

    Ocurrió en el año 1977, más precisamente el 5 de julio.

¿Dónde se produjo?

    Se produjo dentro del Instituto Superior del Profesorado de Educación Física de Santa Fe, en ese momento justamente estaba en una clase de voleibol con el profesor Juan Carlos Ballesteros, era aproximadamente las 10 de la mañana cuando un compañero de clase me comunica que “unos señores” preguntan por mi y me solicitan; me acerqué a ellos, inmediatamente me dicen que deseaban hablar conmigo y salimos fuera del Estadio Municipal, lugar donde funcionaba el I.S.P.E.F. por esos años.

    A partir de ese momento, a los empujones soy puesto dentro de un automóvil color rojo, un 125, creo; y comenzó allí el primer “interrogatorio”; que no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

    Inmediatamente fui puesto sobre el asiento trasero, entre dos individuos, que me cubrían y colocaban una venda sobre mis ojos (“tabique”).

    Las preguntas no vienen al caso, no coincidía para nada con mi vida cotidiana, que llegué a pensar “estos tipos están equivocados”.

    El viaje se hizo muy largo, iban muy rápido, permanentemente se quejaban del tránsito, hasta que llegamos a un lugar que al bajar también ataron mis manos por detrás (“engrillado”), subimos unas escaleras y pasamos inmediatamente a una segunda sesión del “interrogatorio”.

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    Me tuvieron hasta la tardecita, creo, en que fui interrogado por tercera vez, fue el más duro de los interrogatorios…

    En un momento pedí “por el amor de Dios no me castiguen más”, Dios creo oyó, esa suplica y dejaron de golpearme.

    Toda la información que esperaban de mi no era de su necesidad; yo coincidía, junto a otros 12 ó 13 “perejiles”, que entretenían a las “patotas” y les hacía perder tiempo.

    Quisiera agregar, que también fue allanada mi casa, el domicilio de mi padre en Rosario, donde yo viví entre 1974 y 1978; Allí fueron a buscar algún material que pudiera comprometerme. Por supuesto, el temor que causó este acontecimiento en el barrio y el asombro de mi familia, especialmente mi hermana.

    Se dio la situación que en el término de 48 ó 72 horas pude comunicarme con mi familia, ellos ya sabían de lo que había sucedido gracias al alboroto que se armó en el I.S.P.E.F. y a la Dirección, que se movilizaron para saber de mi paradero.

    Mi familia intentó presentar un “Hábeas Corpus” con un profesional amigo, que no tuvo éxito.

    Luego de unos treinta días comencé a tener visitas regulares los días miércoles, y eventualmente algún familiar directo, en cualquier momento.

    Recibí a muchos, casi todos mis familiares, fueron de inmensa tranquilidad saber que contaba con su apoyo y todos esperaban que regrese pronto.

¿Qué hacías en ese momento?

    Estaba cursando el tercer año del profesorado de Educación Física y simultáneamente desde el año 1975 estaba en segundo año de Facultad de Ciencias Políticas, donde allí conocía algunos compañeros que militaban en la J.U.P. (Juventud Universitaria Peronista)

¿Podrías contarnos como fueron esos días?

    Fueron casi 100 largos días, fue una gran experiencia que coincide con los relatos de Adolfo Pérez Esquivel en el prologo inicial del libro “Del otro lado de la mirilla”, debemos aprender a vivir con la dificultad y a superar todos los obstáculos de la vida.

¿Tuviste problemas para reintegrarte a la sociedad.

    Me gusta tu pregunta, ese es un tema que si es importante contar, quizás no alcance esta entrevista.

    Comenzaré por decirte que muchísima gente confió en mi inocencia, y no los defraudé, depositaron la confianza en que “fui uno más”, que por tener, en los ‘70 algunos amigos que pensaban de una manera diferente y estaban organizado para enfrentar y resistir la opresión de un pueblo que estaba siendo sometido por los que tenían el poder político, económico y militar.

    Inmediatamente, inicié trámites para continuar mis estudios, que puedo demostrar según nota y documentación sobre esta situación.

    Respecto a la carrera que estaba cursando en Ciencias Políticas, jamás lo pude superar y regresar para continuar.

    Es una asignatura que tengo pendiente.

¿Por qué después de tantos años siente la necesidad de contar lo sucedido?

    La primer causa que tengo es la necesidad humana de contar responsablemente, sin rencores ni odio, con la serenidad de los años, y el compromiso social de hacer un humilde aporte a la memoria colectiva, como docente y como padre de dos hijos, para que ellos conozcan la verdad y no sientan vergüenza ni rencores, que un Preso Político, un “Subversivo” en ese momento, es un ser humano que solamente piensa de una manera diferente, sueña con un mundo más humano y justo.

    Puedo decir también como John Lennon: “pueden decir que soy un soñador, pero no el único”.

¿En este momento Ud. participa de algún grupo de Derechos Humanos?

    Por el momento no, estoy en camino y haciendo gestiones con uno para poder contar esto y dejar asentado donde corresponde.

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