efdeportes.com

El ambiente de aula, el respeto al profesor y al 

material en centros de primaria de Molina de Segura

 

*Diplomado en Magisterio de Educación Física

Licenciado en Periodismo y en Publicidad

y Relaciones Públicas por la Universidad de Murcia

Diplomado en Magisterio de Inglés por la Universidad Pontificia de Salamanca

Maestro de Educación Física del C.P.

Nuestra Señora de Fátima de Molina de Segura, Murcia

Doctorando en Educación Física por la Universidad de Murcia

**Diplomado en Educación física por la Universidad de Murcia

Eliseo García Cantó

Antonio Martínez Martínez

eligar61@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El objetivo de este estudio es conocer la situación de la conflictividad en el municipio de Molina de Segura, para que posteriormente podamos plantear soluciones adecuadas a las necesidades de convivencia escolar en las aulas y de esta manera, favorecer el proceso de formación de los escolares. De los distintos aspectos de la conflictividad en el aula nos vamos a centrar en el ambiente de aula, el respeto al profesor y al material de clase. Para ello, han participado 291 alumnos del tercer ciclo de Educación Primaria de cinco colegios situados en el norte, centro y sur del municipio.

          Palabras clave: Convivencia escolar. Primaria. Molina de Segura.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 151, Diciembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

1.     Introducción

    La preocupación social por los problemas de convivencia en los centros educativos ha incrementado el número de estudios y propuestas de intervención relacionadas. La convivencia se considera un fenómeno complejo en el que confluyen factores diversos relacionados con las interacciones entre los integrantes de la comunidad educativa y el contexto en el que se desarrollan (Rodríguez, 2007).

    Podríamos definir la convivencia como compartir la vida con otros, aprendiendo de lo propio y de lo que el otro nos ofrece. Marías (1996) señala que la vida personal es necesariamente interpersonal, es decir, convivencia. Sin embargo, esta relación convivencial entre los sujetos no impide que las relaciones sociales puedan debilitarse, romperse o perturbarse de forma considerable, llegando a lo que podríamos llamar como conflictos en las relaciones humanas, bien de carácter familiar, laboral, escolar o de cualquier otra modalidad. Sin embargo, en ocasiones los desacuerdos y enfrentamientos intra o intergrupales pasan a tener un carácter violento o destructivo que hacer desaparecer la convivencia y pone en peligro la integridad psíquica y física de las personas (Martínez-Otero, 2001). Por tanto, estaríamos ante un problema de violencia que como define Ortega (1997) se produciría cuando: “un individuo impone su fuerza, su status o su poder contra otros de forma que les ocasiona algún tipo de daño físico o psicológico, sea de forma directa o indirecta”.

    Esta definición de violencia tan abierta de Ortega, incluiría aquellas imposiciones de los profesores sobre los alumnos en determinadas normas no consensuadas. Fernández (1999) establece de manera explicita una serie de condicionantes de la violencia:

  1. La sociedad. Debido a las desigualdades sociales que afectan a la población de los diferentes estados.

  2. Medios de comunicación. La agresividad y el comportamiento antisocial individual se incrementa a medida que aumenta el número de programas violentos durante la etapa infantil y adolescencia.

  3. La escuela. Debido a la crisis y diversidad de valores de la propia institución escolar, a las discrepancias en la distribución de espacios, organización de tiempos, pautas de comportamiento, la presencia de una cultura escolar hegemónica que puede chocar con otras que están en posición desventajosa, la asimetría relacional y comunicativa entre educadores y educandos y el elevado número de alumnos que dificulta la atención personalizada.

  4. La complejidad de las relaciones humanas. Incluyendo las relaciones profesor-profesor, profesor-alumno y alumno-alumno.

  5. La familia. Los problemas en el ámbito familiar van a tener una gran influencia en el desarrollo de los niños y adolescentes.

    Por tanto, la conflictividad escolar incluye diferentes matices, lo que hace que algunos autores prescindan del concepto de “violencia escolar” y la llamen “comportamientos antisociales”, donde se incluiría las diversas situaciones de conflictividad, además de la violencia física.

    Moreno Olmedilla (1999) distingue seis tipos o categorías de comportamiento antisocial entre los que diferencia:

  1. Disrupción en las aulas. Situación en el aula en la que tres o cuatro alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando al profesorado a emplear cada vez más tiempo en controlar la disciplina y el orden y, por lo tanto, interfiriendo en el aprendizaje del resto de los alumnos.

  2. Problemas de disciplina (conflictos entre profesorado y alumnado). Se trata de los conflictos profesores-alumnos, suponiendo un paso más de lo que hemos denominado anteriormente disrupción en el aula.

  3. Maltrato entre compañeros (bullying). Se trata de procesos en los que uno o más alumnos acosan e intimidan a otro, a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, etc.

  4. Vandalismo y daños materiales. Se trata de la falta de cuidado y respeto hacia las cosas o hacia las personas.

  5. Violencia física (agresiones, extorsiones).

  6. Acoso sexual. Es un fenómeno o manifestación oculta de comportamiento antisocial.

    Martínez-Otero (2001) incluye entre los comportamientos antisociales en el ámbito educativo, los que producen discriminación u otras formas de maltrato a personas o grupos por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. La multiculturalidad en la escuela hace que cada vez sea más probable la intolerancia en forma de racismo o xenofobia.

    De esta manera, debemos considerar los problemas de convivencia escolar dentro del conjunto de interacciones que se producen dentro del ámbito educativo. Es decir, que hay conflictos generados por los alumnos, pero también los hay por expectativas o exigencias exageradas en los programas, por problemas en la organización de la escuela y no nos podemos olvidar de los conflictos generados por la falta de implicación de las familias en la escuela. Los padres, son a menudo, verdaderos impulsores de las actitudes de la discriminación y de los actos antisociales que sus hijos muestran en las aulas, de tal manera que, como señala Martínez-Otero (2001) en los centros la violencia del sistema escolar no es algo aislado, sino que está interconectada con la violencia social, familiar, etc. Por tanto, no es extraño que un gran número de docentes se sientan impotentes para atajar los comportamientos antisociales que surgen en las aulas.

2.     Material y método

    La muestra estudiada han sido 291 alumnos de 5º y 6º de Primaria de cinco colegios públicos seleccionados aleatoriamente y distribuidos geográficamente en el municipio de Molina de Segura (Murcia-España).

    De los cuatro procedimientos posibles de entrevista en la metodología de las encuestas (personal, por correo postal, por teléfono y vía Internet) hemos utilizado la encuesta personal. No cabe duda que para recabar la información necesaria de escolares, la forma de entrevista más idónea es aquella que permite un contacto directo.

    Se ha administrado a cada uno de los alumnos de la muestra el cuestionario sobre la “percepción de conflictos en el aula por parte del profesor” de Trianes y Muñoz (1994). En este cuestionario los alumnos deben responder a unos indicadores referentes al clima de clase señalando con una cruz una de las cinco posibilidades de respuesta: 1, 2, 3, 4 y 5 (de totalmente de acuerdo a totalmente en desacuerdo). El cuestionario consta de 25 preguntas con cinco opciones de las que los alumnos deben responder tan solo una, la que más se ajuste a la realidad.

3.     Resultados

    En el siguiente apartado, reflejaremos los valores descriptivos de las puntuaciones obtenidas en los ítems relacionados con el ambiente aula, respeto al profesor y al material.

    Los ítems 3 y 8 del cuestionario hacen referencia a las faltas del respeto al profesor y las numerosas llamadas al orden que tiene que realizar. En la tabla 1, podemos observar que de la totalidad de la muestra (291 escolares), un 72,5% no percibe faltas de respeto al profesor, siendo el 27,4% de los sujetos analizados los que consideran que en la clase se realizan burlas al profesor y se le intenta dejar en ridículo. Como podemos observar en la tabla 1 no se aprecian diferencias en función del sexo.

Tabla 1. Respuestas al ítem nº 3

    En lo que respecta al ítem 8, podemos observar que un 46,7% de los escolares encuestados consideran que el maestro no interrumpe sus explicaciones para llamar la atención a los discentes. Sin embargo, más de la mitad de los alumnos (53,3%), si perciben que la clase se ve interrumpida por continuas llamadas al orden por parte del docente. Como podemos observar en la tabla 2 no se aprecian diferencias en función del sexo.

Tabla 2. Respuestas al ítem nº 8

    La cuarta cuestión hace referencia a la falta del respeto al material. En la tabla 3, podemos apreciar que el número de escolares que consideran que en su clase no se cuida ni respeta el material (25,1%) es inferior al porcentaje de sujetos que no perciben este tipo de conductas disruptivas en sus aulas (74,9%). Como podemos apreciar en la tabla, no hay diferencias significativas en función del sexo.

Tabla 3. Respuesta al ítem nº 4

    Por último, las cuestiones 17 y 25 hacen referencia al ambiente en el aula en función del orden, el respeto y buena convivencia que se da en el aula. En la tabla 4, podemos apreciar que el número de escolares que consideran que en su clase hay orden, concentración y respeto (57,4%) es superior al porcentaje de sujetos que consideran que el ambiente del aula no es el adecuado (42,6%).

Tabla 4. Respuesta al ítem nº 17

    Por otro lado, el ítem número 25 pregunta a los alumnos si en su clase hay buena convivencia. La gran mayoría de los escolares encuestados (78,3%) señalan el buen ambiente que existe en el aula, siendo un porcentaje muy reducido de los sujetos encuestados (21,7%), los alumnos que consideran que la convivencia en el colegio no es adecuada a sus expectativas y deseos (tabla 5).

Tabla 5. Respuesta al ítem nº 25

4.     Discusión y conclusión

    Los resultados obtenidos en nuestro estudio señalan una clara ausencia de conflictividad en las aulas de los colegios públicos del municipio de Molina de Segura. Estos datos coinciden con los obtenidos por la Oficina del Defensor del Pueblo de Madrid (2001), donde se señala que únicamente el 12% de los alumnos se sientes afectados por problemas de violencia escolar. En la misma línea, Zabalza (2002), en un estudio realizado en Galicia con 5.000 alumnos de más de 100 centros educativos de Educación Secundaria, señala que para un 43,3% de los alumnos, la convivencia en los centros educativos es normal, siendo muy mala únicamente para el 2,2% de los sujetos encuestados.

    Por tanto, la convivencia es un problema que se debe abordar desde diferentes ámbitos (administración, familias y escuela), pero en el que es necesario plantear una serie de propuestas en las que se fomente el debate entre el docente y el discente.

    La percepción de conflictividad en las aulas de los centros educativos de Molina de Segura es baja, aunque no podemos obviar que el clima de las aulas es mejorable ya que se aprecia en el estudio determinadas conductas disruptivas que, no siendo significativas, alteran el funcionamiento de la clase.

    Por lo tanto, este tipo de estudios nos pueden mostrar de manera certera la necesidad de detectar lo más temprano posible cualquier problema existente en las aulas, que si es resuelto de manera eficiente, facilitará el trabajo diario de los profesionales de la educación y hará mucho más fácil el proceso de enseñanza-aprendizaje tanto para los docentes como para los alumnos.

Bibliografía

  • DEFENSOR DEL PUEBLO (2001). Informe sobre la violencia escolar. Madrid. www.defensordelpueblo.es

  • FERNÁNDEZ, I. (1999). Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar como factor de calidad. Madrid: Narcea.

  • MARÍAS, J. (1996). Persona. Madrid: Alianza Editorial.

  • MARTÍNEZ-OTERO, V. (2001). Convivencia escolar: problemas y soluciones. Revista Complutense de Educación, 12 (1), pp. 295-318.

  • MORENO OLMEDILLA, J. M. (1999). Comportamiento antisocial en los centros escolares: una visión desde Europa. Revista Iberoamericana de Educación, 18.

  • ORTEGA, R. (1997). El Proyecto Sevilla Anti-Violencia Escolar. Revista de Educación, 313, pp. 143-160.

  • RODRIGUEZ, V. M. (2007). Concepciones del alumnado de Educación Secundaria Obligatoria sobre la convivencia en los centros educativos. Revista de Educación, 343, pp. 453-475.

  • TRIANES, M. y MUÑOZ, A. (1994). Programa de Educación Social y Afectiva. Málaga: Delegación Provincial de Educación.

  • ZABALZA, M. Á. (2002). Situación de la convivencia escolar en España: políticas de intervención. Revista interuniversitaria de formación del profesorado, 44, pp. 139-174.

Otros artículos sobre Estudios Sociales

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 15 · N° 151 | Buenos Aires, Diciembre de 2010
© 1997-2010 Derechos reservados