efdeportes.com

Análisis de la vitalidad como fortaleza de carácter

y su relación con la actividad físico-deportiva

 

Licenciada en Psicología

Universidad Complutense de Madrid

(España)

Natalia Zaira Pedrajas Sanz

natalia_pedrajas@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          El estudio científico de las fortalezas y virtudes humanas, permiten adoptar una perspectiva abierta respecto al potencial humano, sus motivaciones y sus capacidades (Sheldon y King, 2001). Una vez analizado el concepto de vitalidad, como fortaleza de carácter en el marco de la Psicología Positiva, y su relación con la actividad físico-deportiva, son varias las investigaciones que concluyen la existencia de una relación positiva entre estas dos variables (O’Sullivan, 2003; Reinboth y Duda, 2006; Reinboth et al., 2004).

          Palabras clave: Vitalidad. Fortaleza de carácter. Actividad físico-deportiva.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 151, Diciembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Análisis de la vitalidad como Fortaleza de Carácter

    Dentro del ámbito de la psicología en los últimos años, se ha constituido una corriente especializada llamada Psicología Positiva, fundamentalmente encabezada por Martin Seligman. Esta ciencia psicológica se centra cada vez más en el estudio de las llamadas Fortalezas de Carácter (“Character Strengts”), que parecen ser la clave para alcanzar una vida psicológica óptima. El mensaje de la Psicología Positiva, se basa en recordarnos que la psicología, no sólo se centra en la mejora de los aspectos negativos del individuo, sino que también se ocupa en buscar las fortalezas y las virtudes de las personas para lograr una mejor calidad de vida o un mayor bienestar.

    En la última década, han surgido una serie de rasgos calificados como positivos en lo individuos, o también llamados Fortalezas de Carácter (FC), las cuales fueron estudiadas y finalmente publicadas por Peterson y Seligman (2004). Durante el presente texto se hará hincapié en estas FC, y en especial en una de ellas: la vitalidad.

    Ante todo hay que tener en cuenta que la clasificación de dichas FC, están categorizadas en seis virtudes no evaluables empíricamente. Las virtudes son las características centrales del carácter, que permiten al individuo establecer una conexión con el universo, proporcionando sentido a su vida (Peterson y Seligman, 2004). Éstas han sido evaluadas por filósofos, pensadores, educadores, investigadores, etc., en distintas sociedades, culturas y épocas históricas. Finalmente se ha llegado a un “consenso internacional” que considera fundamentales las virtudes de sabiduría, coraje, humanidad, justicia, templanza y trascendencia. En el caso de la vitalidad, dicha fortaleza, se encuentra dentro de una virtud llamada coraje.

    Por otra parte, las fortalezas definen los aspectos psicológicos que precisan el significado de dichas virtudes, concretamente las fortalezas son aquellas situaciones vividas o hábitos, en las que se manifiesta una virtud. La vitalidad hace referencia a la vivacidad, el entusiasmo, la energía, el vigor o la pasión por las cosas o las actividades realizadas, Tal y como plantearon los autores: “vitalidad es acercarse a la vida con entusiasmo y energía, no hacer las cosas a medias, vivir la vida como una aventura, tener una sensación viva y activa”.

    A continuación se realizará un análisis más exhaustivo de la vitalidad incluyendo los instrumentos psicométricos capaces de medir dicho constructo. Una vez más, se tomará como referencia el trabajo realizado por Peterson y Seligman (2004), los cuales se apoyan en varias investigaciones y diversos autores para ahondar un poco más en el concepto estudiado.

    Una de las formas de medir la vitalidad es el POMS (“Profile of Mood States”), diseñado por McNair, Lorr y Droppleman (1971). Este instrumento es ampliamente usado en el mundo de la psiquiatría, para medir seis estados de ánimo. La parte más interesante del POMS, es que contiene una subescala llamada “vigor-activity” formada por ocho adjetivos, que recuerdan a la definición dada con anterioridad de la vitalidad: vivo, activo, energético, alegre, despierto, dinámico, vigoroso y despreocupado. Puesto que no es un instrumento específico que mide la fortaleza estudiada, y de él se busca sólo dicha sub-escala, se recomienda utilizarla en el caso de que se quiera evaluar los estados de ánimo de la persona, o los cambios del mismo. Por lo tanto, a la hora de estudiar la vitalidad habrá que tener en cuenta tales aspectos.

    Otra forma de medir la vitalidad consiste en medir el grado de activación o arousal en el que se encuentra el sujeto. Para ello Thayer (1967, 1978) desarrolló un instrumento llamado “The Activation-Deactivation Adjective Check List”, que mide dos continuos: “energy-tiredness” y “tension-calm”. El extremo llamado “energy” contiene cinco adjetivos: vivo, enérgico, activo, vigoroso y dinámico (todos ellos mencionados anteriormente en el POMS). Como es lógico, el otro extremo (“tiredness”) se encuentra representado por adjetivos como cansado, soñoliento, fatigoso, etc. A su vez, el extremo “tensión” se define con adjetivos tales como nerviosismo o intranquilo, mientras que el extremo “calm” sugiere todo lo contrario. En conclusión, un individuo que obtenga puntuaciones altas en los extremos de energía y calma respectivamente, se encontrará en un estado de “calm-energy”, identificado por Thayer (1996) como el ideal, y el cuál Nix et al. (1999), argumentaron como el más próximo a la fortaleza estudiada, la vitalidad.

    El siguiente instrumento (SF-36), lo proponen dos autores llamados Ware y Sherbourne (1992). El “Short Form Health Survey” está constituido por ocho subescalas, de las cuales una de ellas recibe el nombre de vitalidad, e intenta reflejar el bienestar mental y físico.

    Considerando que la vitalidad está íntimamente relacionada con el ejercicio físico y el deporte, “The Vitality Plus Scale” fue desarrollada específicamente para obtener una medida de los beneficios psicológicos y físicos del ejercicio en personas adultas (Myers et al. 1999). El instrumento relaciona múltiples aspectos de “sentirse bien” (“feeling good”) con las sensaciones positivas experimentadas después de realizar actividad físico-deportiva. Los ítems encontrados en esta escala, tienen un cierto paralelismo, principalmente en los aspectos somáticos y psicológicos, con los instrumentos arriba mencionados, el POMS y el SF-36. Años más tarde, este instrumento ha sido utilizado en otras investigaciones (Stiggelbout et. al, 2004), que ponen de manifiesto la mejora en las puntuaciones de vitalidad en un grupo de adultos, con un bajo nivel de actividad física, después de haber sido sometidos a un programa de gimnasia para personas mayores.

    De todo lo expuesto anteriormente se deriva el concepto de Vitalidad Subjetiva (VS) importante en este ámbito de investigación, y desarrollado tanto conceptualmente como empíricamente por Ryan y Frederick (1997). La VS es un estado donde el individuo goza de un sentimiento de viveza, y no sólo significa estar activo, sino que se relaciona con la posesión de ánimo, energía y entusiasmo personal. A su vez, está influenciada tanto por aspectos somáticos, físicos y psicológicos, y cuando se producen molestias a nivel corporal, como el dolor, la VS se encontrará en los niveles más bajos. Además, este concepto está íntimamente relacionado con la teoría de la autodeterminación (“self-determination”) (Deci y Ryan, 1985), ya que cuando las necesidades psicológicas básicas (autonomía, competencia y relación) están satisfechas, la VS se incrementa, por ejemplo, cuando un individuo realiza una tarea con éxito y de forma autónoma (Ryan y Frederick, 1997).

    El instrumento que mide dicho concepto se denomina “The Subjective Vitality Scales” (Ryan y Frederick, 1997). Existe una versión en castellano (Balaguer, Castillo, García-Merita y Mars, 2005), formada por siete ítems, que mide globalmente los sentimientos subjetivos de viveza y energía. En ella, se pide a los sujetos que indiquen el grado en que, por lo general, una serie de afirmaciones son verdaderas (“Me siento vivo y vital”). Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos. Es importante resaltar, que dicho instrumento ha sido uno de lo más utilizados en las investigaciones españolas mencionadas en el siguiente apartado.

    A continuación, se muestra una revisión bibliográfica sobre el concepto estudiado en estas páginas (la vitalidad), y su relación con la actividad físico-deportiva.

Vitalidad y actividad físico-deportiva

    Atendiendo a la teoría de la autodeterminación, y concretamente al concepto de VS, son varios los estudios, aunque no demasiados, los que apoyan la existencia de una relación significativa entre ésta y la práctica regular de actividad física.

    O’Sullivan (2003), realizó un estudio con 200 mujeres sedentarias y post-menopáusicas, que participaron en un programa de ejercicio durante 12 semanas. Las conclusiones apuntaban a una mejora de la forma física (subjetiva y objetiva), así como una mejora de la vitalidad.

    Por otro lado Reinboth, Duda y Ntoumanis (2004) desarrolló una investigación con 265 jugadores de cricket y fútbol, en la cual puso de manifiesto el funcionamiento de la teoría de la autodeterminación en el contexto deportivo. De tal forma que cuando los deportistas percibían que el entrenador apoyaba su autonomía y enfatizaba su mejora y su esfuerzo, esto promovía la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas (autonomía, competencia y relación), y como consecuencia, se producía un aumento de las variables relacionadas con el bienestar psicológico, y concretamente mejoraba la VS.

    Igualmente, desde la perspectiva de la teoría de la autodeterminación se realizó una investigación longitudinal con 128 deportistas de deportes de equipo (Reinboth y Duda, 2006). Los sujetos cumplimentaron cuestionarios que valoraban las tres necesidades básicas y las variables de bienestar psicológico y físico, como es el caso de la vitalidad subjetiva. Los resultados concluyeron que para que la participación deportiva facilitara el bienestar psicológico (con un posible aumento de la VS), la clave residía en un clima deportivo adecuado, donde prevalecía un ambiente de implicación a la tarea.

    En la misma línea está el trabajo de otros investigadores como Gagné, Ryan, y Bargmann (2003). A partir de un estudio con jóvenes gimnastas, los autores demostraron la relación entre las necesidades psicológicas básicas y el bienestar psicológico, argumentando que la satisfacción de las necesidades de autonomía, relación y competencia, experimentada durante la práctica deportiva, tenía efectos positivos sobre el bienestar psicológico, medido a través de variables como la vitalidad subjetiva y la autoestima.

    En castellano encontramos resultados parecidos (Álvarez, Castillo, Mars y Balaguer, 2007) en una investigación con 370 futbolistas cadetes varones. Los autores llegaron a la conclusión que la percepción de un clima motivacional de implicación a la tarea y de apoyo a la autonomía, resultaba positivo en la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas y que la satisfacción de estas necesidades, se relacionaba positivamente con el bienestar psicológico medido a través de variables como la vitalidad subjetiva, entre otras.

    En otro estudio, se contempla la posible causa por la que los hombres poseen mayor vitalidad subjetiva que las mujeres, al concluir que dicha diferencia de género está íntimamente relacionado con la cantidad de práctica deportiva realizada, ya que los hombres son más activos físicamente que las mujeres (Molina, 2007). A su vez, la investigación afirma que la práctica de actividad físico-deportiva fomenta una mayor vitalidad subjetiva. Además, se comprueba como los individuos que están físicamente más activos puntúan más alto en vitalidad subjetiva que los que no lo están. Las implicaciones prácticas de estos resultados se basan en la idea de fomentar indicadores de bienestar psicológicos, como es el caso de la vitalidad subjetiva, puesto empieza a ser un hecho constatado que la participación en actividades físicas de forma regular, ayuda a las personas a afrontar la vida con más vitalidad.

    Como se puede apreciar el número de investigaciones sobre VS y actividad físico-deportiva es limitado. Sin embargo, se entrevé la existencia de una clara relación entre las dos variables objeto de estudio: vitalidad subjetiva y actividad físico-deportiva. Sin embargo, muy posiblemente existan otras relaciones entre la práctica deportiva y las distintas Fortalezas de Carácter. Por ello, una de las conclusiones más importantes que pueden deducirse de esta revisión, atiende no sólo a la idea de si las personas físicamente más activas poseen o no mayor vitalidad, si no que mirando un poco más lejos, podemos profundizar en las implicaciones prácticas de este tema en cuestión, y entender la relación entre la actividad física y la vitalidad, como un aspecto fundamental en el desarrollo de una determinada fortaleza de carácter en un individuo concreto. Si la Psicología Positiva estudia ciertos rasgos de las personas que deberían estar en funcionamiento para una vida psicológica óptima, posiblemente una de las claves resida precisamente en el desarrollo de la vitalidad a través de la práctica deportiva.

Referencias bibliográficas

  • Álvarez, M., Castillo, I., Mars, L., y Balaguer, I. (2007). Clima motivacional y bienestar psicológico en jóvenes jugadores de fútbol. En C. L. Guillén y R. Guil (Coord.), Psicología Social: Un encuentro de perspectivas (Vol. I, pp. 825-829). Cádiz: Asociación de Profesionales de Psicología Social.

  • Balaguer, I., Castillo, I., García-Merita, M., & Mars, L. (2005). Implications of structured extracurricular activities on adolescent’s well being and risk behaviors: motivational mechanisms. 9th European Congress of Psychology. Granada.

  • Deci, E.L., & Ryan, R.M. (1985). Intrinsic motivation and self-determination in human behaviour. New York: Plenum.

  • Gagné, M., Ryan, R. M., & Bargmann, K. (2003). Autonomy support and need satisfaction in the motivation and well-being of gymnasts. Journal of Applied Sport Psychology, 15, 372- 390.

  • McNair, D.M., Lorr, M., & Droppleman, L.F. (1971). Profile of Mood States Manual. San Diego, CA: Educational and Instrustrial Testing Services.

  • Molina, J. (2007). Un estudio sobre la práctica de actividad física, adiposidad corporal y el bienestar psicológico en universitarios. Tesis doctoral. Universidad de Valencia.

  • Myers, A.M., Mallott, O.W., Gray, E., Tudor-Locke, C., Ecclestone, N.A., Cousins, S.O. & Petrella, R. (1999). Measuring accumulated health-related benefits of exercise participation for older adults: The Vitality Plus Scale. Journals of Gerontology: Series A: Biological Sciences & Medical Sciences, 54(9), M456?M466

  • Nix, G.A., Ryan, R.M., Manly, J.B., & Deci, E.D. (1999). Revitalization through Self-Regulation: The effects of autonomous and controlled motivation on happiness and vitality. Journal of Experimental Social Psychology, 35, 266-284.

  • O'Sullivan, T.L. (2003). A biopsychosocial approach to exercise. Humanities & Social Sciences, 63(10-A), 3489.

  • Peterson, Ch. & Seligman, M. (2004) Character Strengths and Virtues. A handbook and classification. New York: APA, Oxford University Press

  • Reinboth, M., & Duda, J.L. (2006). Perceived motivational climate, need satisfaction and indices of well-being in team sports: A longitudinal perspective. Psychology of Sport and Exercise, 7, 269-286.

  • Reinboth, M., Duda, J.L., & Ntoumanis, N. (2004). Dimensions of coaching behavior, need satisfaction, and the psychological and physical welfare of young athletes. Motivation and Emotion, 28(3), 297-313.

  • Ryan, R.M., & Frederick, C. (1997). On energy, personality, and health: Subjective vitality as a dynamic reflection of well-being. Journal of Personality, 65, 529-565.

  • Sheldon, K.M. & King, L.K. (2001). Why positive psychology is necessary. American Psychologist, 56, 216-217.

  • Stiggelbout, M., Popkema, D.Y., Hopman-Rock, M., De Greef, M. & Van Mechelen, W. (2004). Once a week is not enough: effects of a widely implemented group based exercise programme for older adults; a randomised controlled trial. Journal of Epidemiology Community Health, 58, 83?88

  • Thayer, R.E. (1967). Measurement of activation through self-report. Psychological Reports, 20, 663-678.

  • Thayer, R.E. (1978). Toward a psychological theory of multidimensional activation (arousal). Motivation and Emotion, 2, 1-34.

  • Thayer, R.E. (1996). The Origin of Everyday Moods. New York: Oxford University Press.

  • Ware, J.E., & Sherbourne, C.D. (1992). The MOS 36-item short-form health survey (SF-36). Medical Care, 30(6), 473-483.

Otros artículos sobre Actividad Física y Salud

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 15 · N° 151 | Buenos Aires, Diciembre de 2010
© 1997-2010 Derechos reservados