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Influencia de la familia y amigos en la práctica física de los adolescentes

 

*Departamento Educación Física, FDE Santa María de la Victoria, Málaga

Profesor Educación Física, FDE Santa María de la Victoria, Málaga

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Universidad de Granada

Diplomado en Magisterio, Educación Física, Universidad de Málaga

Doctor en Ciencias de la Actividad Física y Deporte, Universidad de Málaga

**Departamento Psicología Social, Antropología Social, Trabajo Social y Servicios Sociales

Campus de Teatinos Universidad de Málaga

Profesor Universidad Málaga, Facultad de Psicología

Licenciado en Psicología, Universidad de Málaga

Doctor en Psicología, Universidad de Málaga

Dr. Rafael Reigal Garrido*

enriga21@hotmail.com

Dr. Antonio Videra García**

antonio_videra@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Esta investigación examina la relación entre algunos aspectos de la familia y los amigos con la práctica físico-deportiva de los adolescentes. La muestra utilizada estuvo compuesta por 2165 adolescentes de Málaga capital (46.8% chicos (n=1013) y el 53.2% chicas (n=1152)), en edades comprendidas entre los 14 y 19 años (M=15.72; DT=1.05). La información necesaria se obtuvo mediante un cuestionario, elaborado para este estudio, en el que se preguntaba a los adolescentes sobre su condición de individuos activos, el nivel de cualificación profesional de los padres, la presencia de hermanos en casa, la participación en actividades físico-deportivas de familia y amigos, así como el nivel de apoyo dado por todos ellos para practicar. Los resultados indicaron la importancia que tiene el entorno social cercano en este sentido, destacando la influencia de la práctica física de los amigos (p<0.001) y el apoyo de padres, madres y amigos (p<0.001).

          Palabras clave: Práctica física. Familia. Amigos. Adolescencia.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 150, noviembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La palabra adolescencia procede del latín “adolecere” (Amigó et al., 2004), que significa “crecer” o “crecer hacia la madurez” (Rice, 2000). Se puede considerar como un periodo de transición entre la infancia y el ser adulto, forzosamente cultural, donde la sociedad que contextualiza el desarrollo del individuo determina facetas del mismo (Mendoza; Batista y Rubio, 2005). Es una etapa en la que existe una gran capacidad para el aprendizaje, por lo que los hábitos que se creen serán perdurables en el tiempo y disminuirá la posibilidad de modificarlos una vez que se hayan interiorizado (Alvariñas, 2004). Es necesario resaltar que en la sociedades desarrolladas se ha pasado de conductas más o menos activas a otras predominantemente sedentarias, lo que afecta a la salud de las personas, con la consecuente disminución del bienestar y la calidad de vida (Torres y Castarlenas, 2004).

    Hoy día, los estilos de vida han cobrado una gran relevancia (Rodríguez; Lemos y Canga, 2001; Veiga, 2004) en ámbitos como la salud, pues ésta ya no es entendida como mera ausencia de enfermedad sino que se contempla desde un punto de vista mucho más complejo, basado en la obtención de un alto grado de bienestar en múltiples facetas. En este sentido, conductas como la práctica de actividad física regular es uno de los factores que conformarían un estilo de vida saludable, aunque no sea el único (Castillo, 1995). Además, es más importante aún cuando hablamos de un periodo, la adolescencia, en el que no siempre se desarrollan conductas positivas, como fumar o beber alcohol (Carrasco, 2002), disminuye la práctica de actividad física (Health Behaviour in School Aged Children, 2002) o se altera el ritmo apropiado de alimentación y descanso (Pastor, 1999).

    Mendoza, Sagrera y Batista (1994) ponen de manifiesto una serie de factores para explicar cómo se adquiere un determinado estilo de vida. Entre ellos destacan aspectos como: las características individuales, genéticas o adquiridas (personalidad, interés, educación recibida); los factores macrosociales, que a su vez moldean decisivamente los anteriores (el sistema social, la cultura imperante en la sociedad, la influencia de los grupos económicos y otros grupos de presión, los medios de comunicación, las instituciones oficiales); el medio físico geográfico, que influye en las condiciones de vida imperantes en la sociedad; y por último, teniendo una clara relación con el estudio que desarrollamos, las características del entorno microsocial en el que se desenvuelve el individuo (vivienda, familia, amigos, vecinos, ambiente laboral o estudiantil, grupos de adscripción voluntaria).

    Centrándonos en nuestro trabajo y valorando el grupo de población objeto de investigación, podemos decir, adhiriéndonos a lo postulado por Carrasco (2002), que la forma de comportarse en la adolescencia está fuertemente vinculada a las condiciones de vida de los grupos de referencia. En primer lugar, los amigos son el grupo en el que los adolescentes experimentan muchas de las conductas y circunstancias que les van a ayudar a desarrollar su identidad (Alexander; Roodin y Gorman, 1998). Se suelen organizar por gustos parecidos y se amoldan a la idiosincrasia del mismo, de tal manera que puedan identificarse con ellos. Este grupo sirve de confidente, consejero y es donde se suelen tener las primeras experiencias amorosas y sexuales. Se amplían enormemente el número de contactos y los lugares donde ir, así como el abanico de actividades que pueden hacer (Health Behaviour in School Aged Children, 2002).

    En la adolescencia, el grupo de iguales cobra especial importancia y en su seno es donde la persona va a vivir las relaciones extrafamiliares más significativas (Carratalá; García y Carratalá, 1998). Además se comparte más tiempo con ellos y no experimentar asiduamente relaciones dentro de él o no sentirse aceptado por cualquier motivo (Amigó et al., 2004) puede provocar en los adolescentes sentimientos de soledad y aislamiento (Escartí y García Ferriol, 1994). Son relaciones diferentes a las que se tienen en el seno familiar, siendo algunas parecidas aunque se tratan de otra forma. La familia sigue representando un referente cultural y de valores pero con los amigos se comparten preocupaciones, intereses, dudas, etc., lo que tiene efectos contundentes en cuanto al desarrollo y ajuste psicosocial (Fuertes; Martínez y Hernández, 2001).

    Otro de los agentes socializadores que repercute enormemente en la adquisición de los estilos de vida es la familia (Cantón y Sánchez, 1997). Esteve; Musitu; Murgui y Moreno (2008) consideran que es uno de los grandes ámbitos en los que se desenvuelve la persona a esta edad y que genera una gran influencia sobre ellos. Esteve; Musitu y Lila (2005) señalan que tiene un papel fundamental para generar una mayor intención de práctica en los adolescentes, influyendo en gran medida el clima deportivo familiar y el apoyo ofrecido. Gutiérrez (2000) pone de manifiesto que los años escolares representan un periodo crítico para el desarrollo de ciertos hábitos como los de práctica física, añadiendo que los procesos de socialización que consolidan estas tendencias están influenciados por agentes como la familia. Aznar y Webster (2006) recogen una serie de motivos que pueden contribuir a motivar o desmotivar a los niños y adolescentes a practicar algún tipo de actividad física: el apoyo de los padres o la participación de su entorno más cercano.

    Son diversas las investigaciones que avalan lo expuesto con anterioridad. Esteve et al. (2005) realizaron un estudio en adolescentes mediante el que estudiaban las relaciones con la familia y grupo de iguales respecto a su motivación por realizar actividad física, siendo fundamental para las chicas el feedback de los amigos y adultos significativos. Jiménez; Pérez y García (1999), tras un estudio en chicos y chicas de entre 16-27 años de Mallorca, concluyen que los amigos son factores que influyen en la práctica física, pero en chicos más que en chicas. Palou et al. (2005), en un estudio sobre niños y niñas de Mallorca de entre 10-14 años, destacan también la influencia de estos agentes. Alvariñas (2004) revisó estudios relativos a la práctica física realizada por personas adolescentes y jóvenes, extrayendo como conclusiones que padres y amigos influyen en la práctica física de chicos y chicas. Delgado y Tercedor (2002) pusieron de manifiesto que aspectos sociales como la familia y los amigos son factores que influyen en la práctica física de las personas.

    Esta investigación indaga en las relaciones existentes entre la práctica físico-deportiva de los adolescentes y las influencias de sus referentes más cercanos. Las hipótesis que han motivado la misma son: a) que los adolescentes cuyos padres, hermanos y amigos practiquen con más asiduidad serán más activos, y b) los participantes en este trabajo que perciban un mayor apoyo para practicar actividad físico-deportiva por parte de los agentes descritos desarrollarán en mayor medida conductas de práctica física.

Método

Muestra

    Los participantes de este estudio fueron 2165 adolescentes de Málaga capital, siendo el 46.8% chicos (n=1013) y el 53.2% chicas (n=1152). Pertenecían a los niveles educativos 3º y 4º de secundaria y 1º de bachillerato, en edades comprendidas entre los 14 y 19 años (M=15.72; DT=1.05). La selección de la muestra fue mediante proceso aleatorio por conglomerados, polietápico estratificado (Ramos; Catena y Trujillo, 2004). El error para el conjunto de la muestra, utilizando la fórmula de poblaciones finitas y asumiendo la hipótesis de máxima varianza poblacional (p=q=50) fue de 1.99% al nivel de confianza del 95%. Para las distintas submuestras, el error fue de 3.5% (3º ESO), de 3.2% (4º ESO) y 3.5% (1º bachillerato), al nivel de confianza del 95%.

Instrumentos

    Mediante varios cuestionarios construidos para la investigación quisimos recoger diversos datos necesarios para llevarla a cabo. Por un lado, información como la edad o el sexo. Por otro, nos interesó saber si realizaban actividad físico-deportiva, por lo que incluimos un apartado para conocerlo. En último lugar, otros ítems de nuestro cuestionario nos ofrecieron información sobre agentes sociales cercanos a ellos, como la cualificación profesional de los padres, si vivían con hermanos o si la familia y amigos más cercanos practicaban y les animaban a hacerlo.

Procedimiento

    Para desarrollar esta investigación hemos seguido un tipo de metodología no experimental (Ramos et al., 2004) identificada como de tipo transversal o correlacional (Salkind, 1999), en la que se ha usado la encuesta para la toma de datos. Para aplicarla, fuimos a los centros escolares seleccionados, habiendo pedido permiso previamente mediante carta para obtener autorización de la dirección de los mismos. Los cuestionarios fueron auto-administrados, aunque se explicaron adecuadamente y se estuvo presente mientras eran cumplimentados para resolver posibles dudas. Se rellenaron en el aula, siendo la duración media de 15 minutos.

Análisis de los datos

    Hemos realizado un análisis descriptivo de los resultados y comparamos los porcentajes de participación obtenidos mediante la prueba de chi-cuadrado (χ²), para ver si las diferencias entre grupos eran significativas. Todo ello se realizó con el paquete estadístico SPSS versión 15.0.

Resultados

    El primer dato que analizamos fue la cualificación profesional de los padres y su relación con la participación en actividades físico-deportivas de los adolescentes encuestados (tabla 1). Para la muestra total, a medida que aumentaba la cualificación profesional de los padres, el porcentaje de adolescentes que participaban en actividades físico-deportivas era mayor, tanto en el caso del padre (χ² (2, N=2022)= 8.48, p<0.05) como de la madre (χ² (2, N=1646)= 7.50, p<0.05). En chicos, si el padre tenía mayor cualificación profesional existía un mayor porcentaje de práctica, aunque no era estadísticamente significativo (χ² (2, N=952)=2.59, p>0.05); sin embargo, la mayor cualificación profesional de la madre no incrementaba la participación. Por otro lado, para las chicas, la mayor cualificación profesional de los padres generaba un incremento significativo en el porcentaje de adolescentes activas, tanto en el caso del padre (χ² (2, N=1070)=7.20, p<0.05) como de la madre (χ² (2, N=876)=6.44, p<0.05).

    Otro de los aspectos valorados en nuestra investigación fue la presencia en casa de hermanos o hermanas. Tanto para la muestra general, como por sexo, el único efecto significativo fue el de los hermanos varones sobre los chicos. En ese caso, su presencia tenía asociados mayores índices de práctica físico-deportiva (χ² (1, N=1013)=4.95, p<0.05) (tabla 2).

Tabla 1. Porcentajes de adolescentes activos en función de la cualificación profesional de los padres. Análisis de las diferencias entre grupos mediante la prueba χ² (chi-cuadrado)

Nota: Para el caso de la cualificación profesional del padre, la prueba se realizó sobre 2022 participantes, 952 chicos y 1070 chicas. 

Para la cualificación profesional de la madres, se efectuó sobre 1646, 770 chicos y 876 chicas. (Hubo encuestados que no tenían padres o no trabajaban)

 

Tabla 2. Porcentajes de adolescentes activos en función de la presencia de hermanos en casa. Análisis de las diferencias entre grupos mediante la prueba χ² (chi-cuadrado)

    Otros aspectos que quisimos valorar fueron la actividad física y el apoyo dado en forma de ánimo para practicar de la familia y los mejores amigos. En primer lugar, y para la muestra total, el grupo de adolescentes cuyos miembros de la familia y amigos practicaban más tenían un mayor índice de participación. Hay que atender, sin embargo, al efecto cuando relacionamos este fenómeno con la práctica física de las madres, dado que aumentaba la práctica física cuando éstas practicaban algo pero disminuía cuando pasaban de hacerlo algo a bastante. La variación más importante la encontramos al observar la repercusión de la práctica física del padre, que generaba un aumento de los participantes activos en torno a 15 puntos porcentuales (χ² (2, N=2106)=29.28, p<0.001), y de los mejores amigos, que aumentaba en casi 50 puntos porcentuales (χ² (2, N=2100)=213.63, p<0.001) (tabla 3).

    En chicos, el incremento de práctica de las personas cercanas tuvo un efecto positivo, aunque la repercusión de la madre no fue lineal y sólo podemos decir que mejoraba cuando practicaban, pues no lo hacía entre los grupos cuyas madres lo hacían algo y bastante; al contrario, disminuía levemente. Los incrementos más importantes estuvieron, de nuevo, en los grupos cuyos padres (varones) (χ² (2, N=992)=38.42, p<0.001) y amigos (χ² (2, N=982)=72.09, p<0.001) practicaban. En chicas hubo, en todos los casos, una relación positiva entre la práctica de estos agentes y ellas, manteniéndose una alta influencia de los amigos (χ² (2, N=1118)=36.47, p<0.001), pero teniendo las madres (χ² (2, N=1147)=25.11, p<0.001) y las hermanas (χ² (2, N=631)=23.45, p<0.001) una gran importancia sobre ellas (tabla 3).

Tabla 3. Porcentajes de adolescentes activos en función de la práctica física de la familia y amigos. Análisis de las diferencias entre grupos mediante la prueba χ² (chi-cuadrado)

Nota: Se han excluido para el análisis una serie de participantes, dado que respondieron que no tenían padres, hermanos o mejores amigos. 59 participantes

 no tenían padre (21 chicos y 38 chicas), 9 no tenían madre (4 chicos y 5 chicas), 890 no tenían hermanos varones (407 chicos y 483 chicas), 

916 no tenían hermanas (395 chicos y 521 chicas) y 65 no tenían amigos (31 chicos y 34 chicas)

    Los resultados encontrados al relacionar el apoyo percibido en forma de ánimo y el porcentaje de adolescentes activos, indicaron que había una relación positiva en la mayoría de los casos. Dicho incremento se produjo siempre de manera lineal, salvo al comparar el apoyo dado por los hermanos varones a los chicos. Para la muestra total, los efectos más importantes se produjeron en el caso de los padres (varones) (χ² (2, N=2106)=131.69, p<0.001), madres (χ² (2, N=2156)=88.67, p<0.001) y los amigos (χ² (2, N=2100)=172.72, p<0.001). En chicos, las mayores diferencias las encontramos cuando los padres (varones) (χ² (2, N=992)=61.88, p<0.001) y amigos (χ² (2, N=982)=43.26, p<0.001) animaban mucho. En chicas, un mayor apoyo iba acompañado de un incremento en la participación, ocurriendo especialmente con los amigos (χ² (2, N=1118)=60.30, p<0.001). Podemos señalar el caso de las hermanas, dado que afectaba bastante a las chicas (χ² (2, N=631)=46.61, p<0.001) pero no a los chicos (χ² (2, N=618)=4.79, p>0.05) (tabla 4).

Tabla 4. Porcentajes de adolescentes activos en función del apoyo dado por la familia y amigos para practicar. 

Análisis de las diferencias entre grupos mediante la prueba χ² (chi-cuadrado)

Nota: Se han excluido para el análisis una serie de participantes, dado que respondieron que no tenían padres, hermanos o mejores amigos. 

59 participantes no tenían padre (21 chicos y 38 chicas), 9 no tenían madre (4 chicos y 5 chicas), 890 no tenían hermanos 

varones (407 chicos y 483 chicas), 916 no tenían hermanas (395 chicos y 521 chicas) y 65 no tenían amigos (31 chicos y 34 chicas)

Discusión

    Los datos encontrados en nuestro estudio indicaron, en primer lugar, que la cualificación profesional de los padres (ambos) influía significativamente en el acceso a la práctica física de los adolescentes, lo que coincide con lo postulado por autores como García Ferrando (1990) o Blasco (1994). Que los padres (ambos) tuvieran profesiones de mayor cualificación coincidía con una frecuencia más alta de práctica en los adolescentes, menos en el caso de las madres sobre los hijos varones, que aunque aumentaba al pasar de una cualificación baja a media, volvía a bajar cuando lo hacía de media a alta. Sin embargo, en general, podemos aceptar afirmaciones como las de Cantón y Sánchez (1997) que señalaban como el nivel socioeconómico influía. Aunque no hemos medido ese dato directamente, podemos asociar la profesión desempeñada por ellos con este aspecto.

    Una mayor formación puede llevar, bajo nuestro punto de vista, a percibir aspectos como los estilos de vida desde un prisma diferente, otorgándole más importancia y valor. Pensamos que puede existir una mayor facilidad de acceso a ciertos deportes si las posibilidades económicas son favorables, dado que se requiere, en muchas ocasiones, de material, pago de cuotas en un club, etc., para poder desarrollarlas. En cierta medida, aquellas familias con un nivel socio-económico superior suelen tener mejor satisfechas las necesidades básicas para la vida. Debido a esto, creemos que disfrutan de mejores circunstancias para acceder o contemplar posibilidades en sus vidas relativas al ocio, lo que genera, por consiguiente, mayores índices de práctica física en sus hijos.

    Otro aspecto contemplado en la investigación fue la relación existente entre la presencia de hermanos en casa y la práctica física de los adolescentes encuestados. No podemos extraer conclusiones muy precisas, por lo que debemos contemplar desde la distancia manifestaciones como las de Delgado y Tercedor (2002), que consideraban a los hermanos como agentes muy importantes en el desarrollo de conductas de este tipo. Sin alejarnos demasiado de esto, que compartimos, sí creemos que debemos indagar de manera más precisa en las relaciones que se establecen, en la dirección y circunstancias en las que se producen. No obstante, la única interacción significativa, en este sentido, que hemos podido observar en nuestro trabajo ha sido la de los hermanos (chicos) con sus homólogos.

    Por otro lado, hemos podido comprobar que el nivel de práctica de las personas que rodean a los adolescentes generaba diferencias entre ellos en casi todos los casos. Esto reproduce los efectos manifestados por Aznar y Webster (2006) que señalaban la importancia de la participación del entorno más cercano para potenciar el propio en los adolescentes. Autores como Mendoza et al. (1994), Casimiro (2002), Gálvez (2004) o García Ferrando (2006a y 2006b) pusieron de manifiesto la existencia de una clara influencia de los padres (ambos) sobre la práctica física de los hijos. Hay que puntualizar, sin embargo, varios aspectos. En primer lugar, que el efecto del padre fue más claro que el de madre, sobre todo en hijos varones, aunque se hizo notar en chicas. Por otro lado, debemos señalar, como efecto interesante, que la práctica de los padres (varones) tuvo una mayor repercusión en chicos y la práctica de las madres mayor en chicas. En el caso de los hermanos (ambos), se manifiesta también un patrón similar, siendo más importante el efecto el producido por la práctica física de las hermanas sobre las chicas.

    Como cabría esperar, y basándonos en la literatura consultada, el grupo de amigos es, a estas edades, motor de muchos cambios y en el que el adolescente consolida muchos de sus hábitos. Estar rodeados de personas que tengan ciertas conductas asociadas a la actividad física será clave para que se opte por este camino en el tiempo de ocio disponible. Estos datos nos dicen que de todas las personas que rodean a los chicos y chicas en estas edades, los amigos son posiblemente los que más influyan en esta faceta (Mendoza et al., 1994; Health Behaviour in School Aged Children, 2002). En nuestro estudio, y en todos los casos, muestra total y por sexo, el aumento en la práctica física de los amigos era lo que provocaba un mayor incremento en la práctica física de los adolescentes.

    Otra variable que hemos contemplado era si estos agentes animaban a realizar práctica física. Como dicen Alexander et al. (1998), a pesar de ser la adolescencia una etapa en la que se suele asociar el comportamiento humano como asocial y que reaccionan negativamente frente a las opiniones de los padres, vemos como en estos casos, los consejos e indicaciones de los mismos ayudan a mejorar los niveles de práctica física de los encuestados. De hecho, Amigó et al. (2004) consideran que la falta de apoyo por parte de los padres es determinante para que los adolescentes dejen de practicar. Alvariñas (2004) destaca este aspecto y considera que padres y amigos son piezas fundamentales para la práctica física de los adolescentes, ratificado igualmente por Ruiz y García (2004) en un estudio llevado a cabo sobre jóvenes almerienses.

    Los padres que animaban a practicar, tanto a nivel general como por sexo, generaban un mayor índice de práctica física en sus hijos. Podemos ver como el efecto del ánimo del padre se apreciaba mejor en los chicos y el de las madres en las chicas, aunque en los dos casos las influencias de uno y otro eran muy significativas. Los hermanos también, aunque, como ocurría antes, la influencia de las hermanas se apreciaba mejor en las chicas. De hecho, no había cambios significativos en chicos, aunque aumentaba igualmente. Hay que destacar que el efecto de los hermanos varones sobre los chicos no queda del todo definido. Había un aumento en la participación si existía apoyo por parte de los hermanos, pero disminuía si pasaban de hacerlo algo a bastante, lo que genera dudas sobre el efecto producido.

    En el caso de los amigos, las diferencias fueron mucho más interesantes, siendo significativos los resultados tanto en chicos como en chicas y si animaban algo o mucho respecto de los que no lo hacían nada. Alexander et al. (1998) destacan como en el seno del grupo de amigos, los adolescentes van a vivir muchas de sus experiencias y van a desarrollar gustos y aficiones, por lo que no es de extrañar que esto ocurra en nuestro trabajo. No nos resulta tampoco sorprendente que a estas edades la mayor parte del tiempo que se realiza alguna actividad física sea en compañía de los amigos. Ellos son el grupo de referencia, como indica Cantón y Sánchez (1997), y la práctica física dentro del mismo es, además, una medida que se utiliza para poner de manifiesto la valía personal y las capacidades de cada uno (Sureda, 1998; Alvariñas, 2004); también consideramos que ocurre por el simple hecho de disfrutar con ellos o compartir parte del tiempo, siendo figuras necesarias que ayudan al adolescente a configurar su identidad.

Conclusiones

    Podemos decir, a la luz de los resultados encontrados, que la cualificación de ambos padres generaba diferencias entre los adolescentes encuestados, de tal forma que a mayor cualificación mayor participación en actividades físico-deportivas. En segundo lugar, la presencia de hermanos en casa, únicamente permitió observar diferencias significativas en los chicos en función de que tuvieran hermanos varones viviendo en casa o no. Por otro lado, la participación de la familia y amigos en actividades físico-deportivas, así como el apoyo dado en forma de ánimo por estos mismos agentes, generó diferencias en la participación de los adolescentes de nuestra muestra. Los amigos fueron los que más diferencias crearon y las chicas se vieron más influenciadas por las hermanas y las madres.

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