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Pienso... ¿cómo existo?

 

Estudiante del Profesorado Universitario en Educación Física, UNLP

(Argentina)

Francisco Reboredo

franciscoreboredo@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          En el transcurso del presente trabajo haré mención a la concepción dualista (mente – cuerpo) de Descartes, en la cual vemos como la identificación del Yo, la subjetividad, se encuentra ligada a la idea de sustancia pensante, al pensamiento por sobre el cuerpo, que pasa a ser tomado como un “resto”, como un mero objeto, como una máquina ó un cadáver. A partir de allí intentaré destacar, basándome en distintos autores, a modo de contraste, el papel central, el rol protagónico que tiene el cuerpo en la actualidad, a partir de parámetros de belleza y cuidados personales, a partir del discurso medicinal, y también como destinatario de significaciones socio-culturales. Además, cómo muchas veces el mismo se encuentra alienado, enajenado, es decir apartado de la posibilidad de elegir a partir de un pensamiento crítico. De esta manera se establece un antagonismo entre pensamiento y cuerpo, ya no solo como parámetro de definición de subjetividad, sino también a partir de las relaciones políticas y de poder que someten a este (en términos de Foucault), que buscan controlarlo, y lo llevan a actuar como un objeto, como una máquina. En consecuencia el cuerpo encarna, “sufre”, produce y, generalmente, reproduce distintas concepciones, significaciones, valores y creencias culturales y sociales.

          Palabras clave: Dualismo. Cuerpo. Pensamiento. Poder. Alienación.

 

Trabajo realizado para el Seminario “El cuerpo como categoría de Análisis" dictado por Eduardo Galak y perteneciente a la cátedra Educación Física 5, UNLP

 

 
http://www.efdeportes.com/ EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 149, Octubre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Previamente a incursionar en la temática a abordar, quisiera hacer mención en calidad de agradecimiento, al profesor Eduardo Galak, quien me facilitó los medios para contactarme con Lecturas: Educación Física y Deportes (EFDeportes.com) y realizar la publicación del presente trabajo, a partir del cual promocioné y adjunté el seminario denominado “El Cuerpo como Categoría de Análisis. ¿Cuerpo orgánico, cuerpo dualista, cuerpos ó qué?” a mi carrera como estudiante del Profesorado Universitario en Educación Física de la UNLP.

    Intentaré en el desarrollo de este trabajo esbozar algunos conceptos ligados al cuerpo, a partir de distintos autores que reflejan posturas encontradas respecto al mismo; ya sea como partícipe en torno a la disputa de la subjetividad frente al pensamiento, concepto ligado a René Descartes, ó como receptor y reproductor de discursos sociales y relaciones de poder que lo atraviesan y penetran, siendo apropiado en este caso citar a Michel Foucault.

    También considero acorde mencionar al cuerpo como regulado y normalizado a través del discurso medicinal, teniendo en cuenta el papel que ejerce este último en la sociedad actual, y tomando como referencia para esto a Vicente Pedraz. Estas posturas e ideologías en torno al cuerpo, plantean por un lado a la propia existencia a partir del pensamiento, de la mente y relegan al cuerpo a un papel insignificante; mientras que en Foucault vemos que el cuerpo adquiere un papel central, es tomado por este autor como el centro del discurso moderno, en contraposición a lo planteado por Descartes. Tomando como base a Vicente Pedraz vemos como el cuerpo es el blanco de distintos intereses y parámetros de normalización y “medicalización” que se inscriben en el mismo y lo alienan, muchas veces llevando a las personas a realizar lo que la mayoría considera “normal”. En este caso el discurso medicinal se llevaría el papel protagónico.

    Por otro lado Brohm, en “13 Tesis sobre el Cuerpo” hace referencia al cuerpo como objeto de consumo, aspecto que será desarrollado brevemente en este trabajo.

    Tomando en cuenta estos conceptos, consideraría plantear tanto al cuerpo y al pensamiento como vehículos posibles y factibles de ser tenidos en cuenta por igual para determinar la subjetividad, la propia existencia, para definir el yo, no recayendo solamente en uno de estos, sino en ambos.

Desarrollo

Dualismo Cartesiano

    René Descartes plantea en el ser humano una división entre cuerpo y pensamiento, dándole un status superior a este último, y valiéndose del mismo para definir la identificación del yo, la identificación subjetiva. Al decir “pienso, luego existo”, le otorga al cuerpo un status inferior, reduciéndolo, como veremos luego, a una máquina, o hasta con un cadáver. En “Cuerpo – objeto y cuerpo – sujeto en René Descartes”, Mónica Menacho desarrolla esta idea y dice que frente a la identificación del yo con la sustancia pensante, el cuerpo adquiere un carácter de “resto” y como tal, carece de pertinencia filosófica toda consideración de éste que exceda el campo de la filosofía natural. Así pues, el repliegue de la subjetividad a la sustancia pensante no sólo despoja al cuerpo humano o propio de todo rasgo subjetivo o proyección intencional sino que además, al reducirlo a mero objeto o fragmento de materia lo iguala a cuerpo físico en general. La idea de cuerpo está ligada en Descartes a una posesión, no al ser en sí, sino a la posibilidad de poseer un cuerpo, como algo material que nos es otorgado, y que además carece de movimiento propio. Menacho (2008: 4) dice al respecto “no expresa la creencia de ser un cuerpo sino de poseer un cuerpo, esto es, el cuerpo se presenta como una propiedad de un algo – el yo- y por tanto, no logra definir el yo en tanto no se identifica con este. Por otro lado, este cuerpo – propiedad del yo- es homologado a una máquina y a un cadáver.” Respecto a la carencia de movimiento propio, a la necesidad de un principio externo para realizar movimientos, vemos una concepción de un cuerpo inanimado, cuyas características pueden asimilarse a las de un cadáver, es decir una naturaleza corpórea pasiva; Mónica Menacho (2008:4) cita a René Descartes, que en “Tratado del Hombre” dice “así pues, el cuerpo como máquina no posee movimiento inherente o propio sino que siempre depende de una causa o principio activo externo. Similarmente, la homologación del cuerpo propio a un cadáver apunta a la misma propiedad de ser inanimado. Así, si se quiere contemplar un cuerpo, no es necesario contemplar un cuerpo vivo, pues todas las propiedades que definen al cuerpo pueden hallarse, sin pérdida alguna, en la observación de un cadáver.”

    Es clara la visión del cuerpo que detalla Descartes en el mencionado texto (2008:4) cuando dice “por cuerpo entiendo todo lo que puede ser limitado por alguna figura; que puede ser circunscrito en algún lugar y llenar un espacio de tal modo que todo otro cuerpo esté excluido de él; que puede ser sentido por el tacto, por la vista, por el oído, por el gusto o por el olfato; que puede ser movido de muchas maneras, no ciertamente por sí mismo, sino por algo extraño que lo toca y del que recibe la impresión.”

    De esta forma vemos como difícilmente el cuerpo pudiera tener un lugar preponderante frente al pensamiento en cuanto a la constitución de la subjetividad. El yo es definido por Descartes como una cosa que piensa o res cogitans, como pensamiento, un atributo que le pertenece y que no podría ser separado de él, según sus palabras, citadas oportunamente por la mencionada autora (2008:5), “encuentro aquí que el pensamiento es un atributo que me pertenece: únicamente él no puede ser separado de mí...Yo no soy, pues, hablando con precisión, más que una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón.” De esta manera el cuerpo también queda definido como una sustancia extensa, que no piensa, siendo el alma la que define que es la persona, distinguiéndose del cuerpo y pudiendo existir con ó sin él, reduciendo al cuerpo a un mero objeto.

¿Cuerpo pensante?

    El cuerpo suele ser utilizado como medio de identificación y como parámetro de subjetividad, por ejemplo a través de tatuajes, aros, pierciengs que puede llevar consigo, a través de formas de vestirse, de caminar, moverse, expresarse, comunicarse; de diferentes hábitos, costumbres, salidas y también prácticas deportivas, constituyéndose de esta manera diferentes hábitus de acuerdo a

    Pierre Bourdieu, que se hacen carne y forman parte de la subjetividad de la persona.

    Muchas veces el pensamiento queda enajenado a partir de estas construcciones sociales y de las diferentes relaciones de poder que atraviesan el cuerpo y se inscriben y perpetúan en el, que condicionan el libre accionar y el libre pensamiento de las personas y las llevan en reiteradas ocasiones a verse alienadas respecto a su subjetividad, sin tener en claro si realmente están siendo ellas mismas ó reproduciendo parámetros de normalidad establecidos como moralmente correctos.

    Es frecuente ver en la televisión imágenes de rebeldía de acuerdo a vestimentas y formas de caminar y expresarse (verbal y gestualmente), generalmente provenientes de empresas que buscan vender productos muchas veces a adolescentes y jóvenes que buscan formar su personalidad. Estas representaciones volcadas hacia la sociedad a partir de diversas propagandas y publicidades, suelen establecer que ser uno mismo está emparentado justamente a esas formas de expresión y a las actitudes que desafían las convenciones sociales. Allí vemos como el cuerpo es víctima de diversas relaciones de poder, por un lado la publicidad que lo busca como objeto de consumo, y por otro lado el de la sociedad que busca disciplinarlo, controlarlo y regularlo, dándose una tensión que se entrecruza, repercute y confronta en el cuerpo y en la subjetividad de la persona. Michel Foucault dice al respecto en “El Cuerpo y la Sociedad”, siendo citado en este caso por Turner (1989: 61) “En las sociedades modernas, el poder tiene un objetivo específico, a saber, el cuerpo, el cual es el producto de las relaciones políticas y de poder. El cuerpo, en tanto que un objeto de poder, es producido con el fin de ser controlado, identificado y reproducido. El poder sobre la materialidad del cuerpo puede dividirse en dos cuestiones separadas y, no obstante, relacionadas: las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población. La primera se vincula con los cuerpos singulares y se alude a ella como “anátomo – política”, mientras que la segunda abarca el cuerpo de la especie y supone una biopolítica de las poblaciones”.

    En cuanto al cuerpo como objeto de consumo y a partir del mismo objeto de representación de la subjetividad y del yo, creo adecuado mencionar a Brohm, cuando en “13 Tesis sobre el Cuerpo” (1993) hace referencia al mismo como mercancía, diciendo que está sometido a múltiples prácticas comerciales que tratan de proporcionarle la perfección física y la belleza, utilizándoselo para vender, tanto un adecuado bronceado como para adquirir una gran musculatura, eliminar várices y arrugas, entre otras cosas. Existe un ideal de perfección física que parece haberse convertido en el fantasma principal de la “sociedad de consumo” capitalista, un ideal que la misma pretende establecer como norma ú objetivo a alcanzar, tal vez como sinónimo de bienestar y porque no de representación subjetiva e identificación del yo.

    Creo pertinente mencionar también el influyente papel que tiene el discurso medicinal tanto en la sociedad como en el cuerpo. Vicente Pedraz hace referencia a este tema en “Poder y Cuerpo” (1997), al decir que la medicina en las sociedades modernas estaría más cerca de ser una ciencia política que una ciencia natural, al establecer cierta vigilancia sobre las personas, y ser una actividad tendiente a descubrir, controlar y corregir cosas consideradas como no adecuadas ó no deseables, proponiendo además un uso acorde del cuerpo con el modelo políticamente dominante de vida ordenada.

Conclusión

    Es frecuente en la actualidad, inmersos en una sociedad de consumo capitalista que pregona valores como el éxito a toda costa y en el menor tiempo posible, privilegiar el parecer en detrimento del ser, el aparentar más que el tener, siendo esto en mi opinión, algo que no pasa desapercibido en la identificación del yo y en la construcción del cuerpo. Es factible caer en la trampa respecto a cuerpos que aparentan tener una menor edad, a través de cirugías y otras facilidades provistas a quienes pueden acceder a ellas por la medicina, siendo causalmente la misma que a través de su discurso presenta parámetros de normalidad y estandarizaciones sociales. De igual manera es posible vislumbrar cuerpos que no llevan estas “huellas” propiciadas por los parámetros sociales alentados, y vistos con conformidad por el discurso supuestamente “saludable” y “benévolo” que hace circular la medicina. Es decir, es posible encontrar cuerpos que se valen de un pensamiento crítico, y demuestran a través del mismo, a partir de diferentes simbolizaciones (tatuajes, vestimentas, etc) las creencias que también hacen a la subjetividad y de las cuales también es necesario valerse para formarla.

    La circulación del poder que se da en la sociedad arremete en la identificación del yo y en la construcción del cuerpo, y produce una dominación, un disciplinamiento, una inhibición y también una alienación ante la cual ante la cual el cuerpo queda sujeto y le resulta complejo poder sortear y esquivar. Por esto considero que sería apropiado valerse de un pensamiento crítico ante los valores circulantes en la sociedad (muchas veces propiciados por medios de comunicación), que tejen relaciones de poder sobre el cuerpo e influyen en la identificación del yo y de la subjetividad, en la cual se encuentran en juego y se entrecruzan tanto el cuerpo como el pensamiento.

Bibliografía.

  • Brohm, J. (1993) “Trece tesis sobre el Cuerpo” en Barbero y otros, Materiales de sociología del deporte. Las ediciones de La Piqueta, Madrid.

  • Menacho, M. (2008) “Cuerpo-objeto y cuerpo-sujeto en René Descartes” en actas de V Jornadas de Sociología y I Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina, del 10 al 12 de diciembre de 2008.

  • Turner, B (1989) cap. II “La sociología y el cuerpo” en El Cuerpo y la sociedad. Exploraciones en teoría social, México, Fondo de Cultura Económica.

  • Vicente Pedraz, M. (1997) “Poder y Cuerpo. El (incontestable) mito de la relación entre ejercicio físico y salud”, en Revista Educación Física y Ciencia n* 2, Departamento de Educación Física, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP, La Plata.

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