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Las actividades físicas en el medio natural como 

herramienta para mejorar el funcionamiento familiar

 

Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Diplomada en fisioterapia; Profesora de Educación Física.

Universitat de Lleida

Elisenda Ramos Burdeus

eramos5@xtec.cat

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El objetivo de este artículo es hacer una revisión bibliográfica de los trabajos realizados que estudian las actividades físicas en el medio natural realizadas en familia y su repercusión en el funcionamiento de la familia en sí. Los resultados que se han encontrado del estudio indican que la familia es el principal núcleo de aprendizaje y socialización de la persona y concretamente es en el tiempo libre donde la familia puede desarrollar mejor sus funciones educativas. Las actividades deportivas realizadas al aire libre en familia tienen una influencia positiva en el proceso educador, ayudando a mejorar la cohesión y la comunicación entre sus miembros, la satisfacción familiar y la resolución de conflictos

          Palabras clave: Ocio y tiempo libre. Actividades físicas en el medio natural. Familia. Cohesión. Comunicación.

 

 
http://www.efdeportes.com/ EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 149, Octubre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La familia es el principal y más antiguo núcleo de aprendizaje y socialización del niño (Salvador Beltrán, 2009; Riaño Galán y otros, 2006; Mínguez y Ortega, 2003), pero no todas las familias desarrollan esta función educativa con la misma eficacia. Una familia es funcional si promueve el desarrollo de los valores de cada uno de sus miembros y de todos en común (Seligman, 2003); el espacio ideal para desarrollar estos valores y para fortalecer los vínculos familiares es el tiempo libre, y concretamente las actividades de ocio (Bofarull, 2005). En el primer apartado del presente artículo se describen dos tipologías de ocio posibles, en una de las cuales encontraremos enmarcadas las actividades físicas en el medio natural. También en este primer apartado se hace una revisión bibliográfica de las investigaciones realizadas en el marco del ocio familiar y se hace referencia al modelo de mayor relevancia en la evaluación familiar: el Modelo Circunflejo (Olson et al., 1980). En un segundo apartado del artículo se analizan los estudios que han desarrollado los beneficios de las actividades al aire libre realizadas de forma conjunta sobre el funcionamiento familiar.

El ocio en familia

    Primeramente, antes de iniciarnos en el tema sería conveniente hacer una serie de aclaraciones terminológicas. Habría que diferenciar el tiempo libre, de las actividades de ocio y de las actividades recreativas deportivas. Por tiempo de ocio entendemos aquel tiempo en el que no hay producción. Una forma de ocupar el tiempo libre sería con las actividades de ocio, que representan aquellas actividades y actitudes que ayudan a optimizar las características humanas. Por último las actividades recreativas deportivas, que serían aquellas actividades de ocio que implican movimiento (Camerino y Miranda, 1996).

    Las sociólogas Laespada y Salazar (1999) hablan de una “desorganización familiar ante el mundo del ocio”. Se hace imprescindible llevar a cabo una educación para el ocio como una parte más de la educación familiar. Gervilla (2003) nos indica que esta educación para el ocio "no se puede aislar, tiene que incluirse en una serie integral de temas que orientan la familia".

    Si se da tanta importancia a un correcto uso del tiempo libre en general y del ocio en particular, es porque éste representa, en la vida familiar, un lugar privilegiado para educar, es decir, transmitir valores, comportamientos y actitudes para el desarrollo de las virtudes personales. Bofarull (2005) distingue dos tipologías de ocio: el ocio de diversión y el ocio de satisfacción. El primero sería aquel que busca la diversión inmediata, sin demasiado esfuerzo, como por ejemplo: el cine, la televisión, parques temáticos, los juegos de ordenador... Este es el tipo de ocio predominante en las familias no funcionales. El segundo buscaría la realización personal y familiar de cada miembro, es un ocio más trabajado y exigente, que requiere de preparación previa y de procesos de aprendizaje. Como ejemplos de ocio de satisfacción encontramos: las actividades deportivas (entre ellas las realizadas en la naturaleza), asociativas, culturales, de voluntariado... Una correcta combinación entre ambos tipos de ocio facilitaría el fortalecimiento de la familia en cuanto a estabilidad, cohesión y adaptabilidad.

    En este punto es importante hacer referencia al Modelo Circunflejo de Olson, Sprenkle y Russell (1980), como el modelo más utilizado en las investigaciones que estudian la familia. En este modelo se combinan las dimensiones de la cohesión, la adaptabilidad y la facilitación en la comunicación familiar para definir diferentes tipos de sistemas de relación familiar. La cohesión es el vínculo emocional de la familia; se ve a través de los tipos de límites, los subsistemas de la familia, las relaciones entre ellos, tiempo, espacio, amigos, intereses, recreación y participación en la toma de decisiones. Mide tanto la calidad de los vínculos como el grado de autonomía de los miembros dentro de la propia familia. En cuanto a la adaptabilidad, se valoran la capacidad y los recursos de la familia para adaptarse al cambio y modificar roles y estructuras sin perder su eje de funciones básicas y respondiendo a los retos. Finalmente, en cuanto a la comunicación, no define un sistema de familia pero sí que mide la calidad de la comunicación entre los miembros de la misma.
Analizando los tipos de familia existentes en cuanto a cohesión, adaptabilidad y capacidad de comunicación, las familias más funcionales presentan unas características que hacen posible un mayor grado (en cantidad) de tiempo de ocio compartido entre todos los miembros de la familia (Bofarull, 2005).
A la vez, este ocio compartido es un ocio de mayor calidad, es un ocio de satisfacción que ofrece un gran beneficio: une la familia. De esta manera se crea un círculo de retroalimentación constante: el tiempo que pasa juntos es un tiempo de calidad, en el que la buena comunicación y el buen entendimiento están presentes; establecen relaciones respetuosas entre todos los componentes y participan conjuntamente en muchas actividades de ocio, que a su vez servirán para unir aún más esta familia funcional.

    Hay una serie de estudios que demuestran que el ocio familiar es un medio para fortalecer las relaciones familiares (Orthner 1998; Zabriskie, 2001). Algunos de estos estudios se han centrado en los efectos de las experiencias de ocio en el funcionamiento familiar (Hill, Freeman i Huff, 2003; Orthner, 1998; Orthner y Mancini, 1990). Otras investigaciones afirman que las actividades de ocio familiar pueden promover una comunicación positiva, dando lugar a cambios en los sistemas familiares (Baldwin, Ellis y Baldwin, 1999; Orthner y Mancini, 1991; Smith, 1997) y ayudando en la gestión de conflictos (MacTavish y Schleien, 1998; Orthner y Mancini, 1991; Robertson, 1999; Smith, 1997). Orthner y Mancini (1991) constatan empíricamente que el ocio familiar ayuda a mantener la familia unida, cohesionada en su estructura y orientada en sus funciones.

    Todos los trabajos vistos hasta ahora hablan de actividades de ocio pero no tratan las actividades físicas en el medio natural, tema central del apartado que se desarrollará a continuación.

Las actividades físicas en el medio natural como un tipo de ocio familiar

    Las investigaciones que se han llevado a cabo definen estas actividades a partir de diferentes términos. Miranda, Lacasa y Muro (1995) hacen una revisión de las diferentes nomenclaturas utilizadas. Las podemos encontrar como "deportes salvajes" o "nuevos deportes" (Laraña, 1986); "prácticas deportivas salvajes" (Lefebvre, 1991); "actividades deslizantes en la naturaleza" (Dupuis, 1991); "outdoor adventure recreation" (Ewert, 1985); "deportes de aventura" (Meier, 1978; Darst y Amstrong, 1980; Progen, 1979).

    Las primeras investigaciones surgen en EEUU en los años cincuenta y tratan de conocer los beneficios de estas actividades sobre la persona (Schraer, 1954; Morse, 1957). Posteriormente se empezaron a estudiar sus beneficios sociales. Kelly y Baer (1971) mostraron algunas evidencias sobre la relación entre la práctica de actividades en la naturaleza y el descenso de reincidencia criminal. Moses (1968) y Moses y Peterson (1970) confirmaron que la participación en estas actividades mejora el rendimiento académico y la imagen social. En esta línea, otros estudios demostraron que las actividades de aventura pueden servir en la intervención terapéutica, debido a que estas actividades ayudan a mejorar la autoestima, fomentan las actividades y comportamientos sociales, incrementan la salud física y reducen los problemas emocionales (Barcus y Bergeson, 1972; Wright, 1982; Smith, 1982; Rob y Ewert, 1987). En relación a los valores educativos de estas actividades encontramos los estudios de Frost y Sims (1974), y Boné (1989). Este último destaca cuatro dimensiones en los valores educativos: la riqueza de estímulos que facilita un mayor desarrollo de los mecanismos perceptivos, de decisión y de ejecución; la relación con el entorno natural, ya que la naturaleza ha tenido un papel esencial en la vida del hombre; la variedad de este entorno natural, en contraposición al orden y la rutina de la vida en la ciudad y la propia esencia del proceso formativo. Educar es posibilitar la adquisición de hábitos para poder llegar a ser uno mismo. La adquisición de hábitos encaminados al disfrute, el respeto y la conservación del medio natural se constituye como un objetivo educativo.

    No es hasta los años 80 que se empiezan a estudiar los beneficios de la realización de actividades al aire libre en familia. Las investigaciones realizadas durante los últimos 30 años sugieren que la familia puede mejorar su funcionamiento a partir de la participación conjunta en actividades recreativas al aire libre (Hawks, 1991; Holman y Epperson, 1984). Los estudios en esta área han examinado la cohesión familiar (West y Merriam, 2009), la satisfacción (Zabriskie y McCormick, 2000) y la comunicación (Kugath, 1997). Otro estudio demostró aumentos en las percepciones de los padres a nivel de comunicación, negociación y resolución de conflictos (Bandoroff y Scherer, 1994). Además, Hill, Freeman, y Huff (2003), teniendo en cuenta tanto las percepciones de los padres como las de los adolescentes en cuanto a la comunicación familiar, encontraron que actividades más desafiantes produjeron mejoras significativas en la comunicación entre los miembros de la familia. Aunque surgieron conflictos entre padres y adolescentes a través de la experiencia del estudio, los participantes creían que su capacidad para resolver problemas familiares aumentó (Hill et al., 2003). Esto demuestra que un nivel más exigente en las actividades al aire libre influye positivamente en la comunicación sana y la resolución de conflictos.

    Para valorar de una forma más concreta los beneficios que pueden aportar a la familia las actividades físicas en el medio natural, se ha creído conveniente comparar o hacer una transferencia, mediante la elaboración de una tabla (tabla 1), de los valores que proporcionan estas actividades a nivel del individuo (Frost y Sims, 1974) con los valores presentes en las familias funcionales
(Olson, Russell y Sprenkle, 1989).

  

Valores presentes en las familias funcionales (Olson, Russell y Sprenkle, 1989)

Valores que desarrollan las actividades físicas en el medio natural (Frost y Sims, 1974)

Características de los miembros de las familias funcionales

 

 

 

 

 

Alta autoestima

Competencias y habilidades sociales

Autocontrol

Autonomía

Estética

Éxito personal, autorrealización

Gusto y respeto por la naturaleza

Desarrollo de la autoconfianza

Control emocional, responsabilidad

Relajación

Reconocimiento personal

Disfrute y satisfacción personal

Evasión emocional

Autodisciplina, autorrespeto

Independencia

Bienestar físico y psicológico

Promoción del éxito y la experiencia

Iniciativa, originalidad

Intereses vocacionales

Nuevos y continuos desafíos

Cohesión familiar

Acercamiento emocional

Lealtad a la familia

Participación con empatía

Interacciones afectivas favorecidas

Espacio privado respetado

Espacio familiar compartido

Toma conjunta de decisiones

Algunos intereses conjuntos

Más actividades compartidas que separadas

Comprensión de uno mismo y de los otros

Lealtad hacia el grupo

Cooperación y participación con la naturaleza

Independencia

Participación no competitiva orientada a la persona

Participación familiar

Uso creativo del tiempo libre

Adaptabilidad familiar

Liderazgo compartido con fluidos cambios

Disciplina democrática

Negociaciones flexibles

Acuerdo sobre las decisiones

Reglas: se cumplen de forma adaptable

Liderazgo

Autodisciplina, autorrespeto

Cooperación y participación con la naturaleza

Control emocional, responsabilidad

Comunicación familiar

Con empatía

Escucha atenta

Deliberaciones abiertas sobre uno mismo y sus propios sentimientos

Respeto y consideración hacia los sentimientos de los otros miembros de la familia.

Comprensión de sí mismo y de los otros

Comunicación con uno mismo y con los otros

Cooperación y participación con la naturaleza

Tabla 1. Transferencia de los valores de las actividades físicas en el medio natural a los valores de las familias funcionales

    En la tabla 1 se puede observar como las características de las familias funcionales (en cuanto a competencias individuales de sus miembros, y también en cuanto a cohesión, adaptabilidad y comunicación familiares) se pueden relacionar directamente con los valores que desarrollan las actividades deportivas en el aire libre, propuestos por Frost y Sims (1974). Se puede ver que algunos valores de las actividades (por ejemplo el desarrollo de la comprensión de sí mismo y de los otros) se relaciona con más de un aspecto de las familias funcionales (comunicación con empatía, acercamiento emocional). Así pues, vemos que las actividades físicas en el medio natural representan un beneficio para el individuo que puede ser transferido directamente como beneficio para la familia de la que forma parte.

Conclusiones

    El ocio familiar representa un espacio muy adecuado para transmitir valores y trabajar las buenas actitudes, siempre y cuando se gestione y organice bien este tiempo libre. Las actividades físicas en el medio natural son una herramienta con un gran potencial educador por la cuantía de mejoras que producen a nivel de la persona, como ser individual, y también a nivel de las relaciones humanas que se establecen entre padres e hijos.

    No se ha encontrado diferencia entre los beneficios que proporciona el ocio en general y el de las actividades físicas en el medio natural en particular. Se ha podido constatar que en ambos casos todos los estudios hablan principalmente de mejoras en cuatro aspectos: la cohesión, la satisfacción, la comunicación familiar y la capacidad en la resolución de conflictos entre los miembros de la familia.

    A partir de esta revisión bibliográfica cabe destacar que no se ha encontrado ningún estudio realizado con familias españolas que relacione las actividades en el medio natural y su repercusión en el funcionamiento familiar. Esto nos hace pensar que podría ser interesante llevar a cabo una investigación de los efectos de las actividades físicas en el medio natural en las familias, en cuanto a cohesión, adaptabilidad y comunicación entre sus miembros. A través del test del Modelo Circunflejo de Olson, se podría hacer una autoevaluación de la familia en general y aplicarla al tiempo de ocio en particular, que serviría para contrastar como es la familia, cuáles son sus carencias y sus capacidades y fortalezas; hasta qué punto son capaces de compartir las actividades de ocio con buena comunicación, o en qué medida sus actitudes tienden a imposibilitar actividades de ocio por falta de cohesión, adaptabilidad y mal entendimiento familiares.

    Otro estudio más pretencioso podría ser aquel que relacionara los efectos del ocio familiar con el rendimiento escolar de los niños o adolescentes. Este estudio podría estar enmarcado en un centro educativo y sería de gran interés en un momento en que se da tanta importancia a la relación entre las familias y la escuela y la repercusión que tiene este hecho en el rendimiento escolar de los alumnos.

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