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Vida y salud en el adulto mayor

 

Lic. en Educación

Especialista en Docencia en Educación Básica

Universidad Católica del Táchira

Lic. Karim Morales

kynorales72@yahoo.es

(Venezuela)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo realiza una serie de análisis respecto a la vida y la salud de las personas adultas mayores, invitándonos a reflexionar sobre nuestros cuidados y modos de actuar, en el proceso de envejecimiento.

          Palabras clave: Salud. Adultos mayores. Cuidados. Envejecimiento.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 148, Septiembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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    Ante el proceso de maduración y envejecimiento que padece el cuerpo humano, es importante reconocer que llevar una vida activa y saludable en todos los aspectos favorece el espíritu y el cuerpo.

    Hablar de salud lleva implícito la complejidad de la vida humana, pues de ella depende en gran medida el sentirse bien. Muchos factores intervienen en el estado de bienestar, pero la capacidad subjetiva determina el efecto; por lo tanto el enfoque positivo que se le dé a la salud es prioritario. El bienestar tiene que ver con tantas cosas, que no necesariamente sólo se vincula con lo médico o biológico. Es un estado completo que incorpora lo psicológico, emocional, cultural, lo social. Toda actividad ya sea intelectual, corporal, creativa, o de recreación, refuerza estas potencialidades fortificando el autoestima, estimulando las comunidades sociales, vigorizando el desarrollo personal.

    La educación constituye un elemento crucial en el significado de la salud. Muchos consideran que envejecimiento y enfermedad son sinónimos, por aquello de la disminución de algunas capacidades notorias y que afecta el rendimiento. Sin embargo, hay que tener bien claro que padecer de ciertas limitaciones no significa estar enfermo. Sólo seres humanos sanos y realizados pueden crear una sociedad sana. La educación cultiva las aspiraciones más altas del espíritu humano.

    La misión de formar es transmitir no un saber puro, sino una cultura que permita comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir. Al mismo tiempo, debe favorecer una manera de pensar abierta y libre, un pensamiento capaz de no estar encerrado o limitado a una condición, que pueda concebir los conjuntos, capaz de favorecer el sentido de la responsabilidad, de la ciudadanía y el sentido común.

    Hoy más que nunca señala se necesita una educación que aspire al ideal clásico de mens sana in corpore sano (mente sana en un cuerpo sano). El cuidado de la salud exige el respeto al propio cuerpo, de una alimentación sana y de ejercitación física constante.

    La ontología debe abrirse a la reverencia del ser en todas sus etapas, donde la educación y la sociedad estén en capacidad de plantar bases sólidas que permitan la edificación de seres de calidad humanística que puedan transformar positivamente al mundo, entendiéndolo como unidad integral por el que hay que trabajar en conjunto con bases sólidas de comunicación.


    Por ello, las personas de edad avanzada deben estar convencidas que el poder interno se fortalece, se nutre durante toda la vida y hay que tener los recursos necesarios que les permita vivir en dinamismo y en forma digna. La incorporación de las actividades físico-recreativas en la búsqueda de la autosatisfacción, debe proveer bienestar humano y social al adulto mayor, dignificándolo en el contexto de su existencia.

    El cuidado integral de la salud en personas de la tercera edad es un tema que preocupa a las instituciones competentes, por el auge representado ante el incremento de la esperanza de vida de este grupo poblacional. Las enfermedades crónicas degenerativas propias de la edad son las principales causas atendidas por los especialistas de la salud.

    Las personas de sesenta (60) años y más, en su mayoría, dependen en gran medida del apoyo de la familia para recurrir a la asistencia médica, ya sea para el traslado, para procesar la información, para aplicación del tratamiento, entre otras. Esta situación en ocasiones genera conflicto familiar por la dedicación que emérita la asistencia, quedando muchas veces desatendido el adulto mayor reflejándose directamente en el estado de la salud.

    Envejecer es un proceso inevitable, se inicia desde el mismo momento de la concepción. Su noción está rodeada de apreciaciones falsas, de temores, creencias y mitos. Envejecer significa adaptarse a cambios en la estructura y funcionamiento del cuerpo humano por un lado y cambios en el ambiente social por el otro.

    El campo de la gerontología reconoce que cuanto más anciano es un grupo de personas, las diferencias entre cada uno de ellos es mayor, incluyendo las de tipo físico, mental y social. El deterioro funcional que acompaña al envejecimiento puede ser contrarrestado con el mantenimiento de una vida activa. La atención a la salud en el adulto mayor debe estar enfocada en dar la mejor vida posible a los años que le quedan, no en prolongar la vida.

    La intención de un buen estado de salud es garantizar la mayor independencia posible a través de una mayor actividad y capacidad de cuidarse a sí mismo. El padecer una enfermedad terminal es la mayor preocupación de todo ser humano, muchas personas adultas mayores sufren largos años de discapacidad, sintiéndose y funcionando mal hasta el día de la muerte.

    Las principales causas de discapacidad por enfermedades no transmisibles a nivel mundial son los trastornos respiratorios, enfermedades cardiovasculares, cuadros neuropsiquiátricos, pérdida de visión por cataratas y glaucoma. En su gran mayoría provocados por el consumo de cigarrillos, dietas ricas en grasa, hipertensión arterial, la obesidad.

    Para la preservación de la capacidad mental, los ejercicios cognitivos de tareas complejas deben perdurar para que de esa misma forma se mantenga lúcida la mente. Mantener el sentido de la propia eficacia, confiando en sí mismo como ente capaz de superación, puede garantizar seguridad y optimismo, elementos claves en el fortalecimiento del ser.

    La atención a la salud se relaciona con la prevención de enfermedades y evitar el sufrimiento físico o mental. Un agente de protección vital es el consumo de una dieta compuesta por distintos alimentos que proporcionan a los individuos nutrientes necesarios para estar saludable y prevenido inmunológicamente.

    Casi todas las medidas preventivas y de detección son de prescripción clínica, pero resulta fantástico saber que no toda prevención o recuperación es facultativa. La mayor parte de las necesidades de las personas mayores pueden satisfacerse parcialmente con actividades a nivel comunitario, con las iglesias, los programas de extensión de los diferentes entes institucionales, con contenidos ricos en participación.

    La edad adulta mayor para muchos significa más tiempo libre, por la liberación de responsabilidades laborales e inclusive del hogar, por aquello de la independencia de los hijos; existe la oportunidad de disfrutar de acciones para las que antes no había tiempo. El tener acceso a una vida plena después de los sesenta, con un aceptable estado de salud mental y físico, es realmente una inversión de vida.

    La participación en actividades físico-recreativas resulta de gran provecho para contrarrestar la edad biológica del envejecimiento con sensaciones de bienestar social y personal. El contacto social, las experiencias individuales y colectivas, la ampliación de los niveles de comunicación, contribuyen significativamente en la orientación de la conducta del adulto mayor.

    La sociedad muchas veces agrupa a las personas en atención a la edad e incluso a los niveles de producción. Hacer tiene más significado que “Ser“, esa consideración externa influye en cierta medida, en la percepción que tiene el adulto mayor sobre la vida que enfrenta, provocando en ocasiones problemas psicológicos que lo alejan del grupo.

    El significado personal lleva consigo una construcción producto de la apreciación propia así como la percibida por los demás. La imagen exterior ejerce poderosa influencia en la concepción de vejez por el proceso de maduración experimentado a lo largo de los años, en ocasiones, hasta se relaciona con un sentimiento de desvalorización.

    Muchos ancianos experimentan los efectos de pérdida de valor por parte de las llamadas sociedades modernas, sufriendo exclusión y decayendo gradualmente en un sin número de enfermedades. El contacto social aporta o disminuye la noción del ser. Se pierde el sentido por la vida y la soledad pareciera ser la única compañía.

    El respeto por los mayores debe prevalecer en tiempos que parecieran apostar por el olvido de aquellos que tienen mayor cúmulos de años, de experiencias y saberes incontables. La demanda poblacional de este grupo etáreo exige políticas y acciones efectivas, no basta con querer ser amistosos o rendirles culto, se trata de que vivan como ciudadanos cabales inmersos en un mundo global.

    Las derivaciones percibidas por el paso de los años logran surtir efecto sobre el aspecto emocional. El sentirse infeliz y decaído de salud interfiere sin lugar a dudas en la autoestima. Sensaciones de debilidad, desamparo y/o aversión o agresividad, aparecen con el fin de llamar la atención.

    El reconocer que envejecer es un proceso normal y positivo, no es una sensación aceptada por la población mayor de sesenta años. Muchas veces se prefiere pensar que la enfermedad se apoderó del cuerpo y que si “son viejos“. Reflexionar sobre la ancianidad significa tomar en consideración a la persona y esforzarse para que cada momento de su existencia sea vivido con dignidad y plenitud.

    Se requiere de la puesta en práctica de acciones, por medio de programas formativos destinados a educar a la población a enfrentar los efectos producidos en el organismo por al paso de los años, cambios cada vez más rápidos que inciden en la forma de vivir, pensar, de Ser. Programas que contribuyan a integrarse, a considerar que ser adulto mayor como una etapa positiva, sinónimo de experiencia acumulada, de grandes y significativos saberes de vida.

Bibliografía

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