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El fracaso de la participación de Francia en el Mundial 

de Fútbol Sudáfrica 2010. Hechos e interpretaciones

 

Profesor de etnología en la Universidad de Provence donde dirige

el Laboratorio de Etnología Mediterránea y Comparativa

Autor del libro Significaciones de la pasión popular por los clubes de fútbol

(Libros del Rojas, Universidad de Buenos Aires, 2001)

Christian Bromberger

brombergerchristian@gmail.com

(Francia)

 

 

 

 

Resumen

          La pobre participación de la selección nacional de fútbol en el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 en alguna manera refleja la descomposición social y falta de cohesión de la sociedad francesa.

          Palabras clave: Fútbol. Francia. Sudáfrica 2010. Desintegración social.

 

Traducción del original en francés: Chester Urbina Gaitán (Costa Rica) Máster en Historia

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 148, Septiembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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    El descontento del equipo de fútbol nacional de Francia no empezó en el Mundial de Sudáfrica. En el Campeonato Europeo de Naciones en 2008, Francia no pasó la primera ronda y no obtuvo resultados convincentes: 0 a 0 contra Rumania y grandes derrotas contra Holanda e Italia. Después de esta desastrosa campaña, el entrenador se declaró satisfecho... de casarse, algunos días más tarde, con una periodista. Éste, sin embargo, se mantuvo en el cargo por el apoyo de la Federación Francesa de Fútbol y continuó utilizando los mismos jugadores para los partidos siguientes. El descontento de la población con su equipo nacional se hizo más fuerte durante los partidos de clasificación para la Copa Mundial en Sudáfrica. El juego de Francia no cambió radicalmente, en el partido de vuelta contra Irlanda ni con una mano de Thierry Henry, delantero central del equipo.

    En esta etapa, las reacciones hostiles o indiferentes a la selección de Francia se deben a factores tanto disciplinarios como deportivos: el equipo no había hecho ningún partido relevante con un buen juego donde demostrara sus cualidades, asimismo, no tenía un líder o un jugador excepcional (como Platini o Zidane). El entrenador y los jugadores tenían muy poca comunicación entre sí, el entrenador era sarcástico y siempre fue positivo en las derrotas, los jugadores se negaron a dar declaraciones, siempre se les veía con los auriculares pegados a sus orejas huyendo de los aficionados. Tanto por su forma de vida como por su arrogancia, han sobresalido como nuevos ricos con el ego inflado. El resultado de toda esta situación se tradujo en los pobres resultados que pusieron en crisis la calidad deportiva de Francia.

    La selección que fue a Sudáfrica fue un equipo desacreditado. Su imagen se degradó aun más cuando se supo que estarían en el hotel más caro y lujoso. El primer partido contra Uruguay (0-0) no disipó las dudas sobre la calidad del equipo de Francia. Pero lo peor estaba por venir: la primera derrota (0-2) contra México, seguida por una situación que demostraría el mal momento por el que atravesaba el equipo. En el entretiempo del partido, el jugador Anelka, insultó al entrenador, Raymond Doménech. Este último le había pedido que jugara más hacia delante, a lo que el centro delantero le respondió: "No me jodas, hijo de puta”. Esta información brindada por el diario deportivo L'Équipe, provocó la desaprobación generalizada entre la población nacional y la indignación de la Federación Francesa de Fútbol, que excluyó del equipo al jugador mencionado.

    En cuanto a los jugadores, estos estaban más preocupados por darle publicidad al comportamiento indisciplinado de su compañero, a tal punto que uno de ellos dio la información a “L'Équipe”. Al día siguiente, los seleccionados protestaron por la expulsión de Anelka al declararse en huelga en el entrenamiento de ese día. Doménech leyó la declaración de la deserción de los jugadores, los cuales salieron del campo en un autobús en el que se leía la siguiente leyenda: "Juntos por un nuevo sueño azul”. Este incidente provocó fuertes reacciones en el lugar: altercado entre un miembro del personal con el capitán del equipo.

    Esto hizo que interviniera el Ministro de Salud, Juventud y Deportes por orden del Presidente de la República. Pese a esto, Francia mantenía la oportunidad de clasificar a octavos de final si le ganaba a Sudáfrica, pero la desgracia continuó y el equipo francés conformado en su mayoría por jugadores negros perdió el último partido (1-2), mostrando, una vez más, sus debilidades técnicas y su falta de cohesión. El regreso al país fue cuidadosamente ocultado a los hinchas furiosos. El capitán del equipo, el entrenador y presidente de la Asociación de Fútbol fueron convocados por una comisión de investigación parlamentaria. El escándalo fue propagado por todo el mundo, el cual quedó consternado por el comportamiento de la selección nacional.

    Pero, ¿qué nos dice este acontecimiento sobre el estado del fútbol, y sobre todo de la sociedad francesa?

    El equipo de Francia en Sudáfrica 2010 reunió una gran generación de jugadores. Las deficiencias técnicas se vieron exacerbadas por los cambios en las tácticas del entrenador, incapaz de seguir un patrón constante, pasando del 4-4-2 al 4-3-3, el 4-3-2-1. Pero fue la falta de motivación y la cohesión del grupo lo que más llamó la atención de los observadores. Los jugadores parecían estar perdidos sobre el terreno de juego y algunos de ellos no eran tomados en cuenta por sus compañeros de equipo que rara vez le pasaban el balón. ¿Esta falta de solidaridad y de motivación colectiva refleja uno de los males que aquejan a la sociedad francesa? Esto nos induce a criticar el individualismo existente: los jugadores parecían mucho más interesados en sus carreras personales o el de su club que en el éxito del equipo nacional. El apego al color de la camiseta, el sentimiento nacional no parece ser realmente sus preocupaciones principales. ¿La falta de cohesión del equipo fue un reflejo de una sociedad debilitada por las divisiones? El equipo estaba formado por jugadores de orígenes étnicos y religiosos diferentes, algunos eran de las Antillas, otros de origen africano, algunos eran musulmanes y otros cristianos. Se sospechó -y probablemente con razón- la existencia dentro del equipo de marcadas afiliaciones étnicas y religiosas. ¿No es esto la caricatura de una sociedad en la que el comunitarismo tiende a sustituir al universalismo, donde las tensiones étnicas y religiosas se fortalecen? El equipo de Francia de cierta manera simbolizaba la crisis de los suburbios -que es de donde provenían la mayor parte de los jugadores- con sus clanes y jóvenes desorientados, motivados únicamente por la avaricia. A pesar de que el equipo "negro, blanco, magreb", que ganó la Copa del Mundo en 1998, fue considerado un símbolo de la "ciudadanía francesa", el de 2010 por su diversidad de orígenes no pudo mantener la cohesión y unidad. El gusto por el dinero, el lujo, la vida fácil, aparte de estar presente en los jugadores también fue el blanco de las críticas. Esta denuncia fue una de las más fuertes en Francia en los últimos años, debida a la gran desigualdad económica que existe en el país. Empero, no era la única, ya que la corrupción y la mala administración pública son males que afectan al Estado y la sociedad nacional. Los desordenes de la vida privada del Presidente de la República son el símbolo de esta sociedad “bling-bling”. Los futbolistas son parte de esta descomposición social al verse involucrados con prostitutas y menores de edad. Se negaron a mantener relaciones cordiales con los aficionados y a trabajar en acciones humanitarias. Los jugadores se mantuvieron en una posición distante, arrogantes, encerrados en su mundo, respondiendo con insultos vulgares, práctica que espero pronto se erradique. Las críticas que se han hecho tanto a los futbolistas como al gobierno no son muy positivas.

    Otro símbolo importante que se ha puesto en peligro en este episodio oscuro del deporte, es el de la autoridad del maestro. Nadie sabía quien dirigía el equipo, el entrenador o un grupo de jugadores -un clan- que dicta la ley. Se suma a esta confusión de roles el hecho de que el entrenador leyera el comunicado de los jugadores para justificar su huelga. El profesor no puede aceptar los caprichos de los estudiantes. La imagen del entrenador fue más ennegrecida en el partido contra Sudáfrica, al negarse a estrechar la mano con el entrenador de los Bafana Bafana, el cual había ganado el juego. En síntesis, el fracaso de la selección nacional evidencia parcialmente la profunda crisis de la sociedad francesa. Pero tengamos cuidado de un exceso de interpretación, ya que los equipos nacionales pueden proyectar los sueños o pesadillas de las colectividades.

    En Francia, por el momento, el clima social no es muy optimista, pese a la victoria sobre España en el Campeonato Europeo Sub-19 que acaba de ser celebrado en Barcelona. Esto ha restaurado por el momento el sueño de una Francia trabajadora y solidaria más allá de sus diferencias. Estos jóvenes atletas humildes y simpáticos expresaron su compromiso con la bandera tricolor, independientemente de su origen, por lo que contribuyen así a superar la idea de decadencia del sentimiento nacional que presentó una generación de falsas estrellas de fútbol.

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