efdeportes.com

El karate como medio de mejora de aspectos físicos, psíquicos

 y sociales en personas con Síndrome de Down. 

Pautas metodológicas de intervención

 

Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Facultad de Ciencias del deporte de Cáceres

(España)

Juan Antonio Sauceda Balsera

jsauceda@alumnos.unex.es

Manuel Rodríguez Abreu

manuelrodriguezabreu@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          En el siguiente trabajo se abordan distintas pautas metodológicas de intervención, para incluir el karate como un medio de mejora de los aspectos físicos, psíquicos y sociales en personas con síndrome de Down. El juego se erige como el pilar fundamental de esta propuesta didáctica ya que facilita el aprendizaje y la consolidación de conocimientos en estas personas.

          Palabras clave: Síndrome de Down. Karate. Juego. Psicomotricidad. Discapacidad. Motivación.

 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 15 - Nº 146 - Julio de 2010

1 / 1

1.     Introducción

    El objetivo del presente trabajo es justificar el empleo de artes marciales, en este caso, el karate, como medio de mejora de aspectos físicos, psíquicos y sociales en personas con Síndrome de Down. Aquellas personas que presentan este tipo de discapacidad, pueden, e incluso deberían realizar algún tipo de actividad física o deporte aunque hoy en día, existe una creencia, que para este tipo de personas, los deportes más adecuados a practicar, son aquellos en los que no existe un contacto físico y favorecen una autoestimulación, como natación, atletismo, etc.…Ahora bien, me planteo la siguiente cuestión, ¿porqué este tipo de manifestaciones deportivas y no el karate?; lo que si que tenemos que tener claro, es que independientemente del deporte que vayan a practicar, lo monitores, entrenadores…deben tener y exigir a los padres o tutores de personas con Síndrome de Down una exploración física completa, en el que quede claro, que es lo que puede y lo que no puede hacer el sujeto en cuestión, y en función de ello, tenerlo en cuenta para planificar la sesiones a desarrollar en la aulas o gimnasios.

    Para cualquier persona de a pie, es de lo más lógico que piense que las artes marciales conllevan una serie de valores que no serían deseables de aplicar a la vida real, pues dichas actividades entrañan violencia, y la violencia tiene intrínsecos una serie de valores poco deseables en nuestra sociedad (envidia, maltrato, resolución de conflictos mediante la violencia…) Pero para tener una opinión sobre algo (de cualquier temática) es necesario estar informados, y a partir de ahí opinar, y ese no es el caso de la mayoría de la gente a la que le gusta opinar sobre las artes marciales y cuestionan la transmisión de valores sociales y de beneficios físicos y psíquicos a través de éstas. Además, da la casualidad de que en los medios de comunicación no se emiten artes marciales ni como formas de vida, ni como eventos deportivos, y en el caso de hacerlo, sólo se emiten las imágenes más impactantes y agresivas, con lo cual se alimenta aún más la opinión indocumentada de las personas acerca de las artes marciales, opinión negativa, por supuesto.

    Es cierto que tradicionalmente este tipo de deportes han sido excluidos, no siendo reconocidas sus ventajas educativas. Frente a esta visión, puedo objetar que los deportes de adversarios, como lo es el Karate, aportan vivencias novedosas, permiten trabajar objetivos motrices importantes y variados, poseen la capacidad de desmitificar el uso físico violento del cuerpo, son altamente recreativos y motivantes y suelen precisar por lo general de pocas instalaciones y equipamientos. Por tanto debemos decir que este tipo de deportes tienen beneficios a todos los niveles (cognoscitivo, motor, psicomotor y socioafectivo).

    Aún habiendo visto las particularidades de este tipo de deportes, deberán cumplir la imposición básica de tener un carácter abierto, adaptable a las posibilidades físicas, condicionales y cognitivas de todas las personas a las que se presente.

2.     Pautas de intervención

    Como bien he indicado en el epígrafe anterior, ante el reto que supone enseñar prácticas físico-deportivas a personas con Síndrome Down, lo que debemos hacer en primer lugar es pedir a padres o tutores, una exploración general, para tener conciencia de sus deficiencias a nivel morfo-funcional, pues a pesar de que a nivel general presentan todos ellos unas características comunes, debemos saber que puede que algunos de ellos, sufra alguna alteración diferente al resto.

    Ahora bien, como ocurre en muchas ocasiones, puede que el responsable de impartir las clases, no tenga conocimientos suficientes acerca de la discapacidad, por lo que deberá tener en cuenta algunas cuestiones:

  • Estar informado sobre el proceso enseñanza aprendizaje y desarrollo del alumno con discapacidad, para plantearse correctamente los contenidos y objetivos a alcanzar.

  • Sería recomendable plantear a nivel metodológico situaciones que el escolar pueda resolver, que le ayuden a mejorar su autoestima respetando sus dificultades.

  • Utilizar las estrategias necesarias para que el alumno/a trabaje con seguridad y tenga la mayor movilidad posible con su cuerpo.

  • Conseguir que el grupo clase sea tolerante y valore a las personas por lo que son y no por lo que les falta, integrando positivamente a todos los integrantes del grupo.

  • Encontrar un equilibrio justo entre la exigencia y la sobreprotección, actitudes que impiden que los alumnos con discapacidad sean responsables de su vida e interfieren en su crecimiento personal.

3.     Aspectos psicológicos

3.1.     Personalidad

    Algunas de las características de la personalidad de las personas con Síndrome son las siguientes:

  • Escasa iniciativa

  • Menor capacidad para inhibirse

  • Tendencia a la persistencia de las conducta y resistencia al cambio

  • Menor capacidad de respuesta y de reacción frente al ambiente

  • Suelen mostrarse colaboradores

  • Son trabajadores, constantes y tenaces, puntuales y responsables

    Para tratar de remediar todos los aspectos enumerados anteriores, se ha de adaptar el programa educativo a la personalidad de cada alumno, así como favorecer su participación en juegos y actividades de grupo, que al igual que en otras manifestaciones físicas deportivas, en el karate, lo podemos conseguir fundamentalmente a través de juegos cooperativos durante el calentamiento. Es preciso proporcionarle el control externo para inhibir sus actuaciones que con el entrenamiento se convertiría en autocontrol. Además de todo ello conviene acostumbrarles a que cambien de tarea de vez en cuando, por lo tanto debemos incidir en la variedad tanto en los ejercicios de calentamientos como de aquéllos que formen parte del grueso de la clase.

3.2.     Atención

    Las personas que presentan Síndrome de Down, presentan dificultades para mantener la atención sobre todo durante periodos de tiempos prolongados, además de una gran facilidad para la distracción frente a estímulos diversos y novedosos. Para minimizar este tipo de manifestaciones, es preciso programar ejercicios para que aumenten sus periodos de atención. Es conveniente mirarles cuando se les habla, comprobar que atienden, eliminar estímulos distractores de uno en uno y evitar enviarles diferentes mensajes y estímulos al mismo tiempo. Nosotros como educadores, monitores, entrenadores… no debemos confundir la falta de atención con la demora en la respuesta, algo que se da habitualmente, ya que su periodo de latencia es mayor.

3.3.     Percepción

    Las personas que presentan este tipo de discapacidad, presentan una mejor percepción y retención visual que auditiva. Se debe indicar además que su umbral de respuesta general ante estímulos es más elevado, de igual modo que su umbral de percepción del dolor. Normalmente en las clases de karate, los estímulos se establecen de forma auditiva, lo cual perjudicaría enormemente su capacidad de aprendizaje, por lo que siempre que sea posible, debemos presentar la estimulación a través de más de un sentido (multisensorial). El modelado o aprendizaje por observación (el más empleado a diario en las clases de karate); la práctica de conducta y las actividades con objetivos e imágenes son muy adecuados.

3.4.     Inteligencia

    El Síndrome de Down siempre se acompaña de deficiencia intelectual en diferentes grados. Presentan un nivel intelectual de deficiencia ligera o moderada o general. No debemos olvidar que este tipo de personas tienen una deficiencia psíquica, así debemos hablarlos más despacio, si no atienden a las instrucciones repetirlas con otros términos diferentes y más sencillos; en la práctica del karate, normalmente se emplea una terminología japonesa específica, por lo que en lugar de decantarnos por usar esta a términos formales, podemos hacer referencia a las diferentes ejecuciones técnicas de una manera más natural; por ejemplo en lugar de indicar Age-Uke (Blocaje alto), deberíamos indicar “el brazo sube a la altura de la cabeza”, que con seguridad será mejor entendido por este tipo de alumnos. Como bien dije en apartados anteriores, precisan de más tiempo para responder. Les cuesta entender varias instrucciones dadas de forma correlativa o secuencial, debemos ir pasito a pasito.

3.5.     Aspectos cognitivos

    Los alumnos con Síndrome de Down, presenta dificultad para manejar diversas informaciones. Manifiestan lentitud para procesar y codificar la información así como dificultad para interpretarla. Les resulta dificultoso los procesos de conceptualización, generalización, transferencia de aprendizajes y abstracción. A modo de intervención seguir en la línea de hablarles despacio, con mensajes breves, concisos, sencillos, directo y sin doble sentido. Como ya sabemos, su periodo de respuesta es latente, por lo que no podemos adelantarnos a la misma, debemos darnos cuenta que es preciso explicarle hasta las cosas más sencilla, no dando por supuesto que saben algo si no lo demuestran a lo largo del tiempo. Todo ello se ha de prever en la programación, la generalización y mantenimiento de la conducta.

3.6.     Memoria

    Presentan una memoria procedimental y operativa, bien desarrollada (puede realizar tareas secuenciadas con precisión). Poseen mejor memoria visual que auditiva. Les cuesta seguir más de tres instrucciones dadas en orden secuencial. Debemos indicar también que son capaces de retener de 3 a 6 dígitos tras escucharlos. Es esencial el entrenamiento de la memoria, para ello es necesario que se les proporcionen estrategias. Y el karate, posee esa capacidad para entrenar la memoria, generalmente a nivel técnico, se suelen establecer secuencias de encadenamientos técnicos, no mas de tres aspectos técnicos, que debido a que son expuestos por modelado generalmente por parte del profesor y a que los alumnos poseen una mayor capacidad visual que auditiva, favorecerán el aprendizaje de este arte marcial.

3.7.     Lenguaje

    El nivel lingüístico va por detrás de su capacidad social y de su inteligencia general. Tienen dificultades para dar respuestas verbales; dan mejor respuestas motoras. Indicar además que tienen mejor nivel de lenguaje comprensivo y expresivo. Debemos reducir las explicaciones orales y largas explicaciones. Hablarles y escucharles son las mejores estrategias.

3.8.     Conducta

    No suelen presentar problemas destacables de conducta, pues hoy en día se incorporan con facilidad a los centros de integración escolar. Generalmente los programas de modificación de conducta dan buenos resultados en ellos. Debemos tratarles y exigirles lo mismo que al resto de las personas. Aspectos como protección, dejadez, abandono…debemos desecharlos porque generan aspectos negativos. Además de todo ello debe existir una coordinación continuada entre profesores y padres.

4.     Aspectos físicos

    Debemos destacar, que la práctica de este arte marcial provoca una mejora de la condición física en general, entendida ésta según el Diccionario de Ciencias del Deporte (1992), como la capacidad de trabajo físico del hombre y de la mujer, determinado por el grado de desarrollo de las cualidades físicas básicas. Dentro de la condición física, podemos diferenciar las cualidades físicas básicas (Velocidad, Fuerza, Flexibilidad y Resistencia) y cualidades motrices coordinativas (coordinación y equilibrio), mejoradas ambas a través del entrenamiento del karate en sus diferentes modalidades: Kata (Forma) y Kumite (Combate).

    Es importante tener en cuenta la puesta a punto física de los practicantes, tanto la forma física relacionada con la salud como la relacionada con las habilidades. Siguiendo la descripción que hacen Dyer y Berry (1991), la forma física relacionada con la salud se asocia a atributos como resistencia, fuerza y flexibilidad, mientras que la forma física relacionada con las habilidades incluye atributos como velocidad, agilidad, potencia, coordinación y equilibrio.

    Hay un acuerdo general acerca de la existencia de una relación directa entre la obesidad en el Síndrome de Down y el nivel de aptitud física, aunque los informes están a menudo limitados por el tamaño de la muestra estudiada y los métodos utilizados para la medición y la evaluación (Kelly y cols. 1986; Seild y cols. 1987; Pitetti y cols. 1988, y Pizarro 1990). Se ha visto comprobada clínicamente una aparición precoz de la obesidad en niños con Síndrome de Down, aunque poco documentada (Cronk y cols. 1985). Esto es preocupante, por cuanto está demostrado que la obesidad infantil lleva a la obesidad adulta (Burkhart y cols. 1985).

    Este sobrepeso desequilibrado es perjudicial para sus articulaciones y para el corazón, que ya de por sí presenta un potencial riesgo de sufrir infartos de miocardio. Para ello, trabajaremos la resistencia, con el fin de reducir el peso y volumen corporal, sin olvidar en ningún momento las posibles cardiopatías que puedan padecer. Pero debemos ser conscientes que la carrera no es el único método de trabajar la resistencia, existen otros como los circuitos, que pueden ser iguales o incluso más motivante que el anterior.

    En lo que se refiere a la velocidad, podemos desarrollarla a través del entrenamiento específico de las técnicas del karate, ya que se exige siempre y de manera reiterada la máxima velocidad en su ejecución, o a través de formas jugadas, donde deberemos tener en cuenta una serie de consideraciones: repetición de estímulos, ausencia de fatiga para mejorar la coordinación y concentración absoluta. A modo de ejemplo, podríamos indicar el juego de “Tigres y Leones” o colocar tres bombillas de diferentes colores (rojo, verde y amarillo) y en función de la bombilla que se encienda, ejecutar lo más rápidamente posibles un puño, pierna o puño-pierna. Este tipo de juegos o actividades, ayudarán a la consecución de una mejora de la velocidad de reacción.

    En relación a la fuerza, debemos indicar que este tipo de alumnos, presentan unos niveles hormonales más desarrollados que las personas que no presentan este tipo de discapacidad. Así bien, debemos ayudarles a conseguir una canalización de este exceso de fuerza, para la edad que tiene. En el Kárate, al realizar las ejecuciones técnicas, se exige además de la máxima velocidad como bien dije antes, un reajuste final (kimé), que les permitirá poco a poco, controlar la misma, además de provocar tonificación muscular, en todos los grupos musculares de forma global. Juegos de arrastre, empuje, inmovilizaciones y volcados entre otros, son idóneos para el adecuado desarrollo de esta cualidad.

    Presentan una flexibilidad muy desarrollada, lo cual les va a suponer un beneficio directo a la hora de ejecutar acciones técnicas, fundamentalmente de piernas desarrolladas en el Kumite. Así bien debemos tener especial cuidado, y hacerles consciente de cuales son sus límites de elongación, a fin de evitar daños articulares y musculares, consecuencia del sobreesfuerzo. Podremos emplear, métodos activos o pasivos. En los métodos activos, será el propio sujeto, el que por medio de una contracción muscular contralateral, estire el músculo que sea; sin embargo en el método pasivo, es otro sujeto, una máquina o el propio peso corporal, el que provoca el estiramiento del músculo deseado. Por medio de los trabajos de flexibilidad, podremos trabajar la interrelación entre el resto de compañeros, ya que se colocaran en la mayoría de ocasiones por parejas y podremos indicarles, que dicha pareja sea diferente en cada sesión. Los ejercicios de estiramientos deberían ser simples, pero variados, y el maestro debe prestar atención al modo como realizan sus ejercicios los participantes. Es necesario hacer la demostración práctica mientras se llama la atención verbalmente hacia las partes del cuerpo implicadas.

    Respecto a las cualidades motrices coordinativas, la coordinación, se desarrolla y mejora de manera intrínseca en el desarrollo de las propias técnicas y el equilibrio, en las ejecuciones técnicas que implican en ocasiones apoyo monopodal y en los giros desarrollados en los Kijones (combinaciones técnicas) y katas (ejecuciones técnicas preestablecidas) aunque de manera paralela se puede trabajar ejercicios específicos para desarrollar estas cualidades. Para ello no es necesario ejercicios complejos, a modo de ejemplo para desarrollar el equilibrio, se pueden desplazar de puntillas por el espacio, andar por las líneas existente en el espacio, de no ser así podríamos marcar un recorrido a seguir con cuerdas entre otros muchos.

5.     Aspectos sociales

    De importancia trascendental, debido a que una mejora de los aspectos sociales, repercutirá positivamente en el desarrollo físico y psicológico.

    Para ello, los padres como elementos adultos y responsables, tienen una neta misión educadora a la cual no pueden renunciar. Desde el punto de vista deportivo, como bien dije anteriormente, debemos concienciar al resto de alumnos de la clase, que se trata de una persona como otra cualquiera, y por tanto deben mostrarse tolerantes en su trato diario sin llegar a la sobreprotección. Desarrollaremos trabajos cooperativos y juegos de colaboración-oposición, donde se produzcan interrelaciones entre todos los alumnos, variedad de juegos donde a su vez se estén continuamente cambiando de parejas, para favorecer dicha interrelación que comentábamos anteriormente y evitar caer en la monotonía de estar siempre con una misma persona. Todo ello se podrá llevar a cabo, tanto en el calentamiento, como en la parte central de la clase y en la vuelta a la calma. Además de tener en cuenta están consideraciones en el transcurso de las clases, se pueden plantear otras muchas, que refuerzan aún más el trato entre las diferentes personas. Así bien en ocasiones, se pueden realizar, excursiones a otros gimnasios dentro de la localidad o municipios vecinos, con el fin de establecer contacto con personas diferentes a las que se está acostumbrado y al mismo tiempo ver otras formas de trabajos. Plantear reunión de padres e hijos, una vez al trimestre (Navidad-Semana Santa- Verano), con el fin de celebrar dichas festividades y a su vez pasar un rato agradable, comentando inquietudes o simplemente disfrutando del momento.

6.     La educación psicomotriz en el síndrome de Down

    A la hora de desarrollar el concepto de psicomotricidad en el ámbito educativo, existen diferentes metodologías de intervención. Es el docente en base a su formación, su concepción corporal, las condiciones del centro, las características del alumnado, etc…, quien ha de elegir aquella que se ajuste mejor a su forma de entender la educación (Llorca, 1998).

    En el caso que nos ocupa, nuestra propuesta de trabajo se basará en una educación psicomotriz que sea motivante para el niño, que se desarrolle en un contexto interactivo y social donde la cognición sea concebida como un fenómeno dinámico, y donde el aprendizaje mediado por el adulto, proporcione al alumno los elementos motivacionales y afectivos, especialmente necesarios en la personas con Síndrome de Down, para que este aprendizaje sea eficaz. Es precisamente dentro de este marco donde se estructura nuestro proyecto de la intervención psicomotriz, a través del que intentamos proporcionar todos los requisitos efectivos y cognitivos para que el aprendizaje tenga lugar.

    De acuerdo con López Melero (1991), el aprendizaje del niño con Síndrome de Down ha de partir del mundo cercano y real, pues así podremos mantener la motivación suficiente para que para que procesos que plantean dificultad como la percepción, atención y la memoria, puedan desarrollarse. En el gimnasio se fomentará que los alumnos con Síndrome de Down desarrollen experiencias perceptivas y la manipulación de objetos.

    Uno de los principales objetivos de la educación psicomotriz es que los niños con Síndrome de Down descubran y vivencien el placer el placer del juego por el juego, pues en esta situación se sienten aceptados, comprendidos y seguros, de forma que el aprendizaje se convierte en un grato descubrimiento; pero siempre en un clima basado en la relación que potencie el respeto a la individualidad, a la expresividad global, corporal y verbal del sujeto. Esta relación privilegiada que mantiene con el adulto y que se basa en la construcción de un mundo de significados compartidos, propicia que el niño se habrá hacia los demás, respetando las diferencias individuales y situándose como miembro del grupo.

    Este modelo de intervención en medio de un espacio sugerente para el juego, permite que conductas como la pasividad, el miedo a enfrentarse a situaciones nuevas y la falta de creatividad vayan desapareciendo, pues se parte de los más importante para la persona con Síndrome de Down: la relación interpersonal en la que es reconocido como persona y alcanza la seguridad necesaria para lanzarse al descubrimiento de los demás y de los objetos. Cuando las demandas afectivas y de relación están cubiertas, los niños acceden de manera natural a otras formas más elaboradas de comunicación como el lenguaje oral, recorriendo un itinerario educativo que va desde el descubrimiento del placer sensoriomotor al juego simbólico y la representación, expresándonos corporalmente el itinerario que sigue el desarrollo global de su personalidad (Aucouturier, 1993; Arnaiz y Lozano, 1996).

7.     El juego en el síndrome de Down

    En la Educación Psicomotriz, el juego se convierte en el instrumento metodológico mediante el cual se articula nuestra intervención, haciendo referencia a la actividad corporal y simbólica que aparece en la sesión de psicomotricidad de manera espontánea, y que se convierte en una actuación llena de significado para el niño y para el profesor , pues a través de él nos cuenta su historia personal y afectiva, ofreciéndonos información sobre su desarrollo madurativo, en el ámbito motor, cognitivo y socioafectivo. Asimismo, el juego favorece la relación, el placer de jugar motiva al niño y la niña a demandar y a interactuar con los objetos y las otras personas, posibilitándole al adulto un argumento a partir del cual ir andamiando su pensamiento, su lenguaje y su relación con los otros (Sánchez Rodríguez, 1996).

    Debo insistir en el papel primordial que tiene el juego y el movimiento en el desarrollo socioafectivo, cognitivo y psicomotor de los sujetos con Síndrome de Down (Burns, 1995; Jobling, 1995; Sánchez Rodríguez, 1996; Zausmer, 1993). El juego constituye una plataforma de encuentro de las personas con el mundo, con los objetos, con los otros y consigo mismo. Los niños se comunican jugando, encuentran relaciones a través del juego, descubriendo además su cuerpo y las distintas propiedades de los objetos. Como sugiere Ortega (1992), la riqueza de estrategias que permite desarrollar hace del juego una excelente ocasión de aprendizaje y de comunicación.

    La actividad lúdica sigue de forma inexorable la senda marcada por la necesidad de movimiento y vitalidad, de tal forma que las necesidades del juego en la persona se presentan, en aquellos momentos de la vida en los cuales son imprescindibles las manifestaciones de actividad y movimientos. Podemos comprobar claramente que el juego se muestra omnipresente durante la infancia, siendo un elemento necesario para el desarrollo y formación de los niños (Cratty, 1984,1985; Decroly y Monchamp, 1986). Entre las características más representativas del juego, señalamos las siguientes:

  • Una actividad placentera, espontánea y sin finalidad, opuesta a la función de lo real y cuyo máximo exponente es el carácter de ficción, el hacer como sí.

  • Guarda conexiones sistemáticas con lo que no es juego.

  • Es autoexpresión, descubrimiento del mundo exterior y de sí mismo.

  • Es la primera actividad creadora de los niños.

  • Favorece la comunicación , la socialización y la integración

  • Fomenta la cooperación

  • Todo juego es aprendizaje.

    Según Garaigordobil (1990), los niños aprenden una parte de los conocimientos y destrezas que provienen de la instrucción deliberada de los adultos, pero gran parte del conocimiento básico y muchas destrezas las desarrollan las actividades lúdicas, a través de las cuales los niños aprenden mucho observando a los demás, practicando ellos mismos, y por medio del juego exploratorio. Es aprendizaje “de” y “para” la vida, y por ello un importante instrumento de educación.

    Desde el punto de vista psicomotor, gracias al juego se desarrolla el cuerpo y los sentidos; las conductas motrices y neuromotrices, la fuerza muscular y la resistencia, las conductas perceptivo motrices y la estructuración del esquema corporal (Aucouturier, 1993; Berruezo, 1990; Domigo, 1990; Escribá, 1998; Garaigordobil, 1992; Ortega, 1992; Zapata, 1989).

    En el plano intelectual, el juego proporciona nuevas experiencias y oportunidades para la acción, la consecución de aciertos y errores y la solución de problemas. El juego desarrolla además, el pensamiento y la creatividad, mediante la estructuración del entorno y por ende, de sí mismo. Por el juego se va descubriendo el efecto de las acciones, y examinando la naturaleza de los materiales que se encuentran a su alrededor. A partir de la manipulación lúdica, surge el manejo abstracto de las ideas, ya que las acciones preceden y hacen evolucionar al pensamiento (Garaigordobil, 1990). Asimismo, un entorno lúdico favorece la perseverancia y la concentración de los niños, su capacidad creadora y memorística, ya que mediante el juego simbólico se desarrolla la capacidad de evocar el pasado, promoviendo al mismo tiempo la adaptación a la realidad y al sentido de dicha realidad (Vigotsky, 1973).

    A través de las relaciones consigo mismo, con los otros, con los objetos, los niños mediante el juego, nos muestran su historia afectiva, su maduración cognitiva y social, ofreciéndonos todo un marco de observación e intervención, desde que el maestro se sitúa con un rol especial (Sánchez Rodríguez, 1996);

  • Comprendiendo lo que cada niña y niño nos cuenta por su vía corporal y devolviéndole esta comunicación desde el lugar en que el niño se sitúa (reconocimiento, descarga de tensiones, simbolización, asunción de roles…).

  • Abriendo caminos a su evolución, porque el niño necesita que se le reconozca y se le acepte, sin entrar en juicios de valor, para desear ir hacia etapas superiores en su interacción y comunicación con los otros.

  • Centrándose en la relación y comunicación afectiva segurizante y respetuosa que permite la evolución del niño

  • Interviniendo mediante la manipulación del espacio y las propuestas abiertas que posibiliten el juego espontáneo y convirtiéndose, en definitiva, en un compañero simbólico del juego de las niñas y niños, que comprende y reconoce el significado de sus juegos, ofreciéndoles una respuesta, como agente de apertura al curso del desarrollo que cada niño puede recorrer

    Para muchos niños con este Síndrome, la práctica y la repetición son esenciales para el desarrollo de su repertorio de habilidades, y los terapeutas y maestros recurren a menudo al juego como medio de adquirir estos componentes esenciales. Pero, no obstante, es posible que, por parte del adulto, se requiera cierta sensibilidad a los sentimientos del niño, para que el juego, que al principio divierte, no se convierta en tedio y deje de aportar diversión al niño. Es también importante que la diversión no se pierda a medida que las primeras experiencias lúdicas de la etapa infantil se conviertan en los juegos y deportes más formalizados de la niñez (Jobling, 1995)

    Es muy probable que la actividad lúdica de los niños con Síndrome de Down difiera de sus iguales con desarrollo normal. Riguet y Taylor (1981), en un estudio realizado con una población de Síndrome de Down, y que tenían ciertas tendencias autistas, atestiguaron que estos niños tendían a ser más repetitivos en sus juegos, eligiendo constantemente objetos y juguetes que les fueron familiares. McConkey (1987), sin embargo, pensó que era difícil definir la naturaleza exacta de las diferencias del juego. Revisó diversos estudios sobre juego y concluyó que podían hallarse ciertas diferencias en niveles de actividad, aventuras exploratorias y manipulación de objetos.

    Sloper y otros (1990), tras observar el contexto social del juego en niños de educación infantil y con Síndrome de Down, llegaron a la conclusión que jugaban más a menudo con iguales de menor edad. Estos dispositivos los organizaban con frecuencia los padres que continuaron haciendo lo mismo con los niños mayores. Dichos investigadores señalaron también que los niños con Síndrome de Down tenían menos capacidad de estructurar y organizar espontáneamente su actividad lúdica.

    De acuerdo con Vázquez (1991), en los niños con Síndrome de Down, es muy recomendable la utilización de juegos relacionados con los cambios de posiciones, entrelazándolas de forma que ayuden a la buena tolerancia a los cambios.

    A la hora de realizar actividades prácticas el alumno con síndrome de Down se va a encontrar una serie de problemas en la ejecución del acto motor, como consecuencia de las dificultades que tiene a la hora del procesamiento de la información.

    Teniendo en cuenta las características propias de los niños con Síndrome de Down, es importante tener siempre en cuenta las siguientes pautas metodológicas de actuación docente (Toro y Zarco, 1995):

  • La creatividad será el principio que rija nuestro trabajo con las personas con Síndrome de Down, creatividad que estará basada en la confianza que debemos darle en la realización de la tarea.

  • Considerar, el principio de individualización, dada la gran diversidad existente en las personas con Síndrome de Down. Insistir en la necesidad de respetar los diferentes ritmos de aprendizaje.

  • Si es necesario, se deberán variar constantemente las actividades debido, en parte, a la gran dificultad de concentración y atención que presenta esta población.

  • No se debe infravalorar las potencialidades de nuestros alumnos, por lo que no se deberán programar actividades demasiado sencillas, y tendremos que adecuarlas a su nivel de aprendizaje y desarrollo.

  • Hay que tener mucho cuidado con las posibles frustraciones que aparezcan de cara a la ejecución de la tarea, de ahí la importancia que para su educación tiene la motivación y la utilización de refuerzos positivos.

  • En todo caso, se deberán realizar adaptaciones metodológicas en relación con los espacios y tiempos de juegos, así como las reglas de los mismos,

  • Procurar limitar las instrucciones verbales, como bien dijimos antes, ya que estos alumnos suelen presentar deficiencias en la comprensión del lenguaje oral.

  • Siempre que sea posible, la información verbal será sustituida por la visual, pues comprenden mejor con la demostración y la imitación del modelado.

  • Cuando la tarea tenga cierta dificultad, hay que procurar desarrollarla a través de los diferentes pasos que la componen.

  • Posibilitar la familiarización del alumno con el material, sobre todo en aquellos casos que se trate de un material novedoso.

  • Como hemos dicho con anterioridad, es muy importante la utilización de juegos sencillos en las sesiones de enseñanza aprendizaje.

    No hay que olvidar que la finalidad de la educación de las personas con Síndrome de Down es la misma que la educación general, por lo que tenemos que ofrecerles el apoyo necesario para el desarrollo de sus capacidades cognitivas, psicomotoras y socio afectivas. Debemos recordar que el desarrollo socio afectivo debe ser uno de los objetivos fundamentales a conseguir en nuestra práctica educativa, tanto en contexto escolar, como familiar y social, estableciendo un clima muy saludable que posibilite la posible integración social de las personas con Síndrome de Down.

Bibliografía

  • Burns, Y; Gunn, P (1995). El Síndrome de Down. Estimulación y actividad motora. Ed. Herder. Barcelona.

  • Escribá, A (2002). El Síndrome de Down. Propuesta de Intervención. Ed. Gymnos. Madrid.

  • Ríos, M (2003). Manual de Educación Física adaptada al alumno con discapacidad. Ed. Paidotribo. Barcelona.

  • Ríos, M; Blanco, A; Bonany, T; Carol, N (2006). Actividad Física adaptada. El juego y los alumnos con discapacidad. Ed. Paidotribo. Barcelona.

  • Verdugo, M et al (2002). Personas con discapacidad. Perspectivas psicopedagógicas y rehabilitadoras. Ed. Siglo Veintiuno de España Editores. Madrid.

  • Winnick, J (2005). Adapted Physical Education and Sport. Human Kinetics.

Otros artículos sobre Deportes de combate

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, N° 146, Julio de 2010
© 1997-2010 Derechos reservados