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La autoeficacia general y su relación con la 

intención de practicar actividad física en la adolescencia

 

* Departamento Educación Física, FDE Santa María de la Victoria, Málaga

Profesor Educación Física, FDE Santa María de la Victoria, Málaga

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Universidad de Granada

Diplomado en Magisterio, Educación Física, Universidad de Málaga

Doctorando, Práctica Deportiva: Innovación y Aplicación, Universidad de Málaga

** Departamento Psicología Social, Antropología Social,

Trabajo Social y Servicios Sociales

Campus de Teatinos, Universidad de Málaga

Profesor Universidad Málaga, Facultad de Psicología

Licenciado en Psicología, Universidad de Málaga

Doctor en Psicología, Universidad de Málaga

Rafael Reigal Garrido*

enriga21@hotmail.com

Dr. Antonio Videra García**

antonio_videra@hotmail.com

(España)

 

 

 

Resumen

          La Teoría de la Autoeficacia defiende el papel de los aspectos cognitivos en el proceso de determinación de la conducta humana (Bandura, 1987). Los individuos reflexionan, ejerciendo control sobre sus actos, y evalúan sus posibilidades de éxito ante una situación dada (Guillén, 2007). De esta forma, sólo iniciaremos una acción si consideramos que seremos capaces de afrontarla satisfactoriamente (Rueda, Pérez y Bermúdez, 2005). Este trabajo examina el papel la autoeficacia general (Schwarzer, 1992) en la intención de realizar práctica física por parte de individuos no activos. La muestra estuvo compuesta por 872 adolescentes de Málaga capital, chicos (n=232) y chicas (n=640). Pertenecían a los niveles 3º y 4º de secundaria y 1º de bachillerato, en edades comprendidas entre los 14 y 19 años (M= 15,78; DT=1,04). La intención de practicar y la percepción de eficacia general se evaluaron mediante encuesta. La primera variable se midió gracias un solo ítem, preguntando directamente sobre la intención de hacerlo, y la segunda a través de la Escala de Autoeficacia General (AEG) de Schwarzer y Jerusalem (1995), en concreto la versión en castellano desarrollada por Baessler y Schwarzer (1996), que tuvo una consistencia interna alta (Alfa de Cronbach= 0,862). Los resultados hallados indican que los individuos que no pensaban practicar tenían un nivel de autoeficacia general bajo, mientras que aquellos que estaban más cerca de hacerlo obtuvieron resultados superiores. Esto refleja el rol mediador que tienen las variables internas en la decisión de actuar de determinada forma a lo largo de la vida.

          Palabras clave: Actividad física. Adolescencia. Autoeficacia

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 15 - Nº 143 - Abril de 2010

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Introducción

    La Teoría de la Autoeficacia surge a partir de la Teoría Cognitivo Social de Bandura (1977, 1987). Este autor sostenía que el funcionamiento humano debía ser explicado mediante un modelo que ponía de manifiesto las interacciones entre varios factores: la conducta, aspectos personales y las condiciones ambientales. A este fenómeno lo denominó reciprocidad triádica o determinismo recíproco, que incorporó un elemento fundamental para el estudio del comportamiento, la mediación de la realidad personal en los efectos del ambiente sobre la conducta.

    Este modelo no excluye ni realza la importancia de ningún vértice del triángulo, sino que considera que en función de las circunstancias se pueden convertir en determinantes principales, incidiendo en los demás con mayor o menor fuerza (Prieto, 2007). Pone de relieve el proceso de reflexión personal como medio para entender y actuar en el entorno próximo, de tal forma que los acontecimientos que van surgiendo pueden afectar poco o mucho, dependiendo de dichos planteamientos cognitivos (Prieto, 2007). De esta forma se dota al ser humano de la capacidad de ejercer cierto control sobre sus pensamientos, sentimientos, motivaciones y conductas (Navarro, Bueno, Buz y Mayoral, 2006; Guillén, 2007).

    Ciñéndonos a este planteamiento, una persona no realizará una tarea, aunque tenga las cualidades necesarias (Casis y Zumalabe, 2008), si no percibe que es capaz de afrontarla (Rueda, Pérez y Bermúdez, 2005). De hecho, nos podemos encontrar con casos en el que dos personas tengan las mismas cualidades para realizar una conducta con éxito, pero su rendimiento sea diferente. Además, las situaciones cotidianas no suelen ser totalmente estables, sino que están sujetas a modificaciones, lo que pone a prueba la capacidad de los individuos para adaptarse a nuevas circunstancias y teniendo en cuenta que nunca se actúa exactamente igual (Salvador, 2009).

    Frente a concepciones que plantean la necesidad de valorar la autoeficacia en situaciones específicas (González y Tourón, 1992), Schwarzer (1992) propone un nuevo enfoque argumentando una perspectiva denominada autoeficacia general. Sería una medida a través de la cual una persona percibe sus capacidades en relación con cualquier tipo de situación y la confianza con la que las afronta (Grau, Salanova y Peiró, 2000). Ambas concepciones coinciden en la capacidad de predicción sobre la conducta aunque difieren en el grado de generalidad en que se examina (Martín et al., 2002).

    Dicho constructo pondría de manifiesto una predisposición general para llevar a cabo tareas que supongan un reto, con entusiasmo y estando preparados para afrontar un amplio abanico de estresores asociados a ella (Sanjuán, Pérez y Bermúdez, 2000). La autoeficacia ha sido objeto de estudio en ámbitos como la salud, a la que se asocia la elección de conductas positivas para la misma (Vega y Garrido, 2000) o la actividad físico deportiva (Balaguer, Escartí y Villamarín, 1995; Leiva y Videra, 2010). En ésta última, se ha estudiado desde dos puntos de vista: como variable dependiente, la cual determina el acceso a la actividad física o deportiva y el esfuerzo empleado en ella, o como variable independiente, observando el resultado del impacto que la práctica física tiene sobre ella.

    Si interpretamos a Bandura (1987), entendemos que una persona con una autoeficacia baja estará más lejos de emprender acciones que necesiten de un gran esfuerzo, dado que no poseen la creencia de que serán satisfechas adecuadamente. Quien considere que no será capaz de afrontarla, estará más lejos de llevarla a cabo.

    La investigación que presentamos indaga en la relación entre la autoeficacia mostrada y la predicción de la conducta. En concreto, observamos la relación existente entre el nivel de percepción de eficacia general y la intención de practicar de individuos no activos.

Método

    Este estudio se realizó sobre 872 adolescentes (chicos= 232, chicas= 640) de la ciudad de Málaga. Pertenecían a los niveles 3º y 4º de secundaria y 1º de bachillerato, en edades comprendidas entre los 14 y 19 años (M= 15,78; DT=1,04). La toma de datos se hizo a través de varios cuestionarios en los que se obtuvo información sobre la intención de practicar o volver a hacerlo, así como el nivel de autoeficacia general. Esta última variable se midió con la Escala de Autoeficacia General (AEG) de Schwarzer y Jerusalem (1995), en concreto la versión en castellano desarrollada por Baessler y Schwarzer (1996), que tuvo una consistencia interna alta (Alfa de Cronbach= 0,862). A este cuestionario se respondía con una escala de respuesta tipo Likert con 4 posibilidades, desde muy en desacuerdo hasta muy de acuerdo respecto a las indicaciones de cada ítem.

    Nuestra investigación sigue una metodología no experimental (Ramos, Catena y Trujillo, 2004) conocida también como correlacional (Salkind, 1999) o covariacional, de tipo transversal (Salkind, 1999), en el que se usa la encuesta como herramienta para la toma de datos, y en la que no se produce manipulación de las variables objeto de estudio. La selección de la muestra fue mediante proceso aleatorio por conglomerados polietápico estratificado. La técnica estadística usada para procesar los datos fue ANOVA de un factor, mediante la cual comparábamos los diversos niveles de la variable intención de practicar y los resultados obtenidos en la escala de autoeficacia.

    La hipótesis de trabajo señalaba que aquellas personas que tenían un nivel de autoeficacia general baja manifestarían menor intención de realizar práctica física que aquellas que obtuvieran una puntuación mayor.

Resultados

    Los datos hallados indican que aquellos participantes del estudio que pensaban practicar de forma inminente tenían una autoeficacia general mayor (tabla 1). El ANOVA señala que las variaciones mostradas por nuestro modelo fueron significativas (F [3,868]=6,453, p<0,001).

Tabla 1. Valor de AEG para cada uno de los niveles de la variable intención de practicar o volver a practicar

 

    Como podemos observar en la tabla 2, las diferencias entre el grupo de sujetos que no pensaba practicar y los que sí mostraron esa intención fueron significativas. No obstante, la más importante estuvo entre el grupo que dijo “no” y aquellos que respondieron “sí, dentro de poco”.

Tabla 2. Comparaciones múltiples (Scheffé). Variable dependiente: AEG

    Aunque entre los grupos que respondieron “”, con diferentes matices, las diferencias no fueron estadísticamente significativas, podemos observar en la figura 1 como a medida que su intención se acercaba más a la de practicar dentro de poco tiempo, los valores obtenidos en la escala AEG eran más altos.

Figura 1. Valores obtenidos en la escala AEG por los participantes del estudio en función de su intención por practicar

Discusión

    Los resultados que arroja nuestro trabajo ofrecen conexiones con los fundamentos teóricos anteriormente citados. Como cabía esperar, los individuos que no pensaban practicar eran los que tenían una autoeficacia general menor. No querer emprender esa conducta puede tener orígenes diversos, aunque desde nuestro punto de vista, estos datos suponen un indicio que señala la conexión entre una pobre percepción de eficacia personal y el bajo ánimo para afrontar este tipo de retos (Rueda, Pérez y Bermúdez, 2005). Bandura (1987) ya anunciaba que aquellos que no percibieran eficaces sus actuaciones no las iniciarían.

    De hecho, aunque los resultados sean significativos únicamente entre el primer y último nivel de la variable intención de practicar, el gráfico resultante del análisis establecido indica que a medida que los individuos estaban más cerca de practicar la percepción personal de eficacia era mayor. Esto pone de manifiesto que, como señalan autores como Guillén (2007), el control cognitivo y emocional son mecanismos fundamentales que median en la acción, siendo más eficaces en la determinación de la misma que la propia habilidad.

    Es crucial, en la adolescencia, que tengamos en cuenta estos procesos internos para entender mejor el comportamiento de las personas. Como indicaba Bandura (1977), postura a las que nos unimos, entre el ambiente externo y la decisión final de actuar, las disposiciones cognitivas personales son fundamentales. Cuidar este aspecto es necesario para implicar a los adolescentes y jóvenes en actividades de este tipo.

    También hemos podido comprobar que el constructo autoeficacia general (Schwarzer, 1992) ha sido una buena herramienta de trabajo. Hemos obtenido resultados satisfactorios y, aunque haya autores que defiendan el uso en situaciones específicas, creemos que puede ser una buena herramienta para la investigación.

Conclusiones

    Este trabajo nos ha permitido comprobar el papel mediador de la percepción de eficacia en la conducta humana. En concreto de los adolescentes no activos y su intención de acceder, de nuevo o por primera vez, a la práctica física. Aquellos que se percibían más eficaces para superar obstáculos manifestaban mayor entusiasmo por realizar este tipo de actividades. Los que no, dejaban ver que las posibilidades de acceso a la misma eran muy remotas.

    Debemos indagar más en este sentido y comprobar en otras poblaciones los resultados hallados, sobre todo para decantar las diferencias en los estadios intermedios hacia un lado u otro. De igual forma, sería interesante añadir en futuros trabajos variables como el autoconcepto, dado que son medidas personales que pueden orientar el curso de la investigación y hacer más fiables las conclusiones que se pudieran reflejar.

Bibliografía

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    http://www.efdeportes.com/efd140/estudio-del-autoconcepto-fisico.htm

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  • Schwarzer, R. y Jerusalem, M. (1995). Generalized Self-Efficacy scale. En J. Weinman, S. Wright y M. Johnston (Eds.), Measures in health psychology: A user’s portfolio. Casual and control beliefs (pp. 35-37). Windsor, UK: NFER-NELSON.

  • Vega, Mª T. y Garrido, E. (2000). Valoración de una intervención preventiva del consumo adolescente de tabaco y alcohol: incidencia de factores personales y situacionales. Revista de Psicología General Aplicada, 10(1), 5-30.

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