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Aprendizaje cooperativo ¿moda o solución?

 

*Maestra de Educación Infantil, Habilitación PT

Licenciada en Psicopedagogía

**Maestra de Educación Física

Licenciada en Psicopedagogía

Facultad de formación del Profesorado

Colegio concertado Mª Auxiliadora

Las Palmas de Gran Canaria

Vanessa Cidoncha Falcón*

vanessacidoncha@hotmail.com

Erika Díaz Rivero**

erikasport@hotmail.com

(España)

 

 

 

Resumen

          El Aprendizaje Cooperativo no es un recién llegado al mundo de la educación. Estamos hablando de un tema que aparece en los sesenta y que ha sido objeto de multitud de investigaciones que demuestran su efectividad en relación con los logros académicos y el desarrollo afectivo, cognitivo y social del individuo. Sin lugar a dudas, optar por el Aprendizaje Cooperativo, en una u otra forma, implica cambios en la tradición de enseñanza, por lo tanto, esto significa que los profesores deberán someter su práctica a un proceso de reflexión y acción que les conduzca a la mejora y la calidad. El Aprendizaje Cooperativo puede ser un buen compañero en ese camino.

          Palabras clave: Cooperación. Trabajo en equipo. Habilidades sociales. Compañerismo. Solidaridad

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 15 - Nº 143 - Abril de 2010

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    Realmente vivimos en una sociedad cuyo conjunto de individuos forman una realidad, es decir, que no somos una simple suma de individuos. La persona adquiera su verdadera dimensión cuando está insertada en un medio social. El grupo piensa y actúa de una forma más enriquecedora y diferente de cómo lo harían sus miembros si trabajaran aisladamente. En este sentido se puede hablar, según Durkheim de una conciencia colectiva, pues la persona, consciente o inconscientemente es portadora de las características sociales, culturales e ideológicas que se estructuran en una colectividad.

    Si partimos de esta realidad, las personas se relacionan aprendiendo unas de otras. Realmente el aprendizaje surge a partir de la interacción social. De acuerdo con esto, se destaca en el ámbito educativo, tres elementos: el alumno que aprende, el contenido que se va a aprender y el profesor que actúa favoreciendo dicho aprendizaje.

    Siempre se ha aceptado que el profesor era la persona encargada de transmitir el conocimiento y el alumno un simple receptor. Sin embargo, en los últimos tiempos ha quedado demostrado que las relaciones de unos alumnos con otros contribuyen a conseguir una mejora mutua del rendimiento adquiriendo destrezas, controlando impulsos agresivos y ajustándose a normas sociales que le vayan proporcionando unas pautas para su incorporación a su papel en la sociedad. Es por tanto, que debe existir una interacción entre profesor y alumno, teniendo en cuenta que el profesor estará siempre atento a ayudar y dirigir al alumnado en todo lo que sólo pueda realizarse con su ayuda y bajo su dirección.

    De acuerdo a la Teoría de Vigotsky y sus seguidores, se reconoce que la socialización está presente en el desarrollo cognitivo. Doice determina que su desarrollo favorece cuando existe divergencia entre las personas, ya que debido a la diferencia de opiniones se producen interacciones que favorecen la mutua integración. Por tanto, el aprendizaje da lugar a una interacción entre profesor-alumno, así como entre los propios alumnos; llegando a valorarse cada vez más la importancia de la interacción en la formación de las funciones cognitivas y en el origen de las funciones psicológicas superiores.

    Esta acción compartida se realiza en la Zona de Desarrollo Próximo mediante el proceso de mediación, pues la acción del profesor ha de ser considerada como una ayuda al desarrollo de la actividad mental constructiva de los alumnos y, desde esta perspectiva, es muy amplio el conjunto de formas, métodos, estrategias o actividades que pueden ayudar al aprendizaje de los alumnos.

    Se debe reflexionar sobre la metáfora introducida por Bruner, Word y demás colaboradores, cuando comparan la ayuda educativa más eficaz con el proceso de construcción de un edificio; que es con lo que se conoce como “andamiaje”. Con ello viene a decir, que la autonomía que el profesor va confiriendo al alumno debe entenderse desde la interconexión de las actuaciones a lo largo del proceso educativo. El traspaso progresivo del control en el aprendizaje irá propiciando que las intervenciones del profesor sean de carácter temporal (de forma esporádica) y que se puedan ir retirando a medida que los alumnos vayan necesitando menos apoyos, es decir, que sean capaces de ir construyendo su formación. Esta construcción asimismo requiere una estructura de apoyo que permita que sea capaz de enlazar con los conocimientos previos y así ir adquiriendo cada vez mejor nivel. La interacción profesor-alumno permite, por tanto, apoyar y promover el aprendizaje, ofreciendo en cada momento la ayuda más adecuada.

    Es también muy significativa la relación educativa que pueden ejercer los alumnos entre sí, intercambiando los conocimientos asimilados. En estos procesos interactivos se debe valorar la colaboración frente a la competición haciendo entender que lo importante es la participación, contribuyendo cada uno en la medida de sus posibilidades.

    Actualmente se está dando prioridad a la inteligencia social y al papel que desempeñan los sentimientos y la afectividad en el desarrollo de la actividad cognitiva, haciendo primar la interpretación del contenido de la mente de los demás frente a la capacidad de sólo comprenderlo. Esta capacidad nos permite aprender de los que nos rodean y comprender nuestra propia mente.

    Es de gran importancia las interacciones que establece el alumno con las personas que lo rodean, por lo cual se debe de tomar en cuenta la influencia educativa que ejerce en el alumno el aprendizaje cooperativo. Dicho aprendizaje es una herramienta sumamente interesante, tanto desde la perspectiva de los resultados académicos como de la práctica en habilidades sociales. Hay que tener en cuenta que la enseñanza debe ser individualizada, en el sentido de permitir a cada alumno trabajar con independencia y a su propio ritmo; pero al mismo tiempo es importante promover la colaboración y el trabajo grupal. Se ha comprobado que los alumnos aprenden más, les agrada el clima de trabajo en clase, establecen mejores relaciones con los demás alumnos, aumentan su autoestima y aprenden habilidades sociales más efectivas cuando trabajan en grupos cooperativos que al hacerlo de manera individual y/o competitiva.

    Para llevar a cabo un trabajo con estas características se deben formar grupos heterogéneos de cuatro a seis alumnos, haciendo que cada uno represente una parte activa del grupo. De esta manera y aún teniendo en cuenta que no todos pueden aportar lo mismo, se sentirán valorados como personas que han contribuido a lograr un resultado final.

    Cuando los equipos son formados por los propios alumnos, suelen reproducirse en ellos las segregaciones que existen en nuestra sociedad (en función del género, el rendimiento, tipo de cultura...). Para superar dicha tendencia es a menudo imprescindible que los equipos de aprendizaje sean distribuidos por el profesor. Al formar equipos heterogéneos transmite una actitud contraria a las segregaciones y proporciona la oportunidad de descubrir que a pesar de las diferencias existen semejanzas. Experiencia educativa que resulta de gran relevancia para la lucha contra la exclusión y la prevención de la violencia.

    La cooperación favorece el desarrollo de los procesos cognitivos (colaboración entre iguales, debates), metacognitivos y socio-afectivos (pertenencia a un grupo, autoestima), al mismo tiempo que mejora la productividad y el rendimiento proporcionando también medios para tratar la diversidad de los alumnos. De esta forma, el docente logrará promover la cooperación (preocupación y apoyo), responsabilidad, comunicación, valoración del grupo y autoevaluación.

    El trabajo de forma individualizada, aunque se ha venido realizando durante mucho tiempo es una situación artificial, ya que el hombre ha sido creado para vivir en sociedad y lo realmente importante es que el medio se vea favorecido y progrese mediante el esfuerzo y la colaboración de todos.

    El trabajo cooperativo suele presentar mayor complejidad que el individual, por lo que requiere una minuciosa preparación para evitar fracasos inútiles y un compromiso serio por parte de todos los integrantes, teniendo en cuenta que los grupos heterogéneos ofrecen una mayor cantidad de matices a la hora de elaborar los trabajos y, aunque a primera vista se observen dificultades, las diferencias de opiniones suelen enriquecer los resultados obtenidos, sobre todo si cada miembro asume sus responsabilidades con seriedad e ilusión y si al terminar la tarea ven reflejadas en las conclusiones las aportaciones particulares ya consensuadas.

    Es evidente, como afirma Johnson, que trabajar cooperativamente no significa únicamente que los alumnos estén juntos, que discutan el material de aprendizaje. Los profesores necesitan conocer unos procedimientos que sirvan de guía en la realización de un trabajo cooperativo que resulte eficaz. El término “trabajo en grupo” se ha usado siempre que un maestro decide organizar actividades en grupos pequeños (como puede ocurrir en determinadas clases de Educación Física); mientras que “aprendizaje cooperativo” pertenece a esta categoría de trabajo en grupo, pero no todo trabajo en grupo en el aula es necesariamente aprendizaje cooperativo. El aprendizaje cooperativo supone mucho más que acomodar las mesas y sillas de distinta manera a la tradicional, y más que plantear preguntas para ser discutidas “en grupo”. De acuerdo con Van Hoof, "el designar simplemente tareas a un grupo sin estructura y sin papeles a desempeñar es trabajo en grupo, que no quiere decir lo mismo que aprendizaje cooperativo".

    Lo que ocurre con el trabajo en grupo, es que carece de responsabilidad individual, dándose así una posible desigualdad en cuanto al trabajo invertido. Es decir, siempre habrá alumnos que harán todo o la mayoría del trabajo, mientras que otros contribuyen con muy poco o nada (carece de igualdad la participación). Sin embargo, el aprendizaje cooperativo hace posible entender los conceptos que tienen que ser aprendidos a través de la discusión y resolución de problemas a nivel grupal, es decir, a través de una verdadera interrelación. Usando este método, los estudiantes también aprenden las habilidades sociales y comunicativas que necesitan para participar en sociedad y convivir. Verdaderamente el trabajo en grupo no es una cuestión novedosa dentro de la planificación y desarrollo de la enseñanza, sin embargo ello no siempre ha supuesto un esfuerzo de aprendizaje cooperativo. Más bien, ha sido frecuente tener la visión de equiparar el trabajo de grupo con una opción metodológica cómoda para el profesor, quien ignora su funcionamiento, y divertida para los alumnos cansados de lecciones magistrales.

    La forma en que los alumnos aprenden condiciona a su vez la forma de enseñar del docente. Este innegable hecho tiene eco en las formas de seleccionar los contenidos, criterios de evaluación, el tipo de programación, con el objetivo de hacer cada día realidad, con la mayor intensidad posible, que los alumnos aprendan las cosas que los docentes tratamos de enseñarles.

    Los docentes deberían ser, en todo momento, fundamentalmente educadores, en el más amplio sentido de la palabra, no desarrollar el papel de juez. Su acción no tendría que limitarse a sancionar conductas inadecuadas o a evaluar fríamente los conocimientos del alumno, el diálogo profesor-alumno y alumno-profesor es esencial. Entender al alumno como persona, que tiene una dimensión superior al de mero estudiante, es imprescindible para comprender sus problemas y poder ayudarlo a resolverlos. Por otra parte, el profesor es el mediador en los procesos de aprendizaje, como motivador, transmisor de mensajes y seleccionador de los tipos de estímulos que debe potenciar para llamar la atención del alumno.

    ¿Pero que es lo que ocurre? Pues que tradicionalmente, en muchas ocasiones, los alumnos compiten unos con otros para obtener buenas notas y recibir la aprobación del docente. Este tipo de competencias entre los alumnos no fomenta el mejoramiento académico ni el compañerismo. Es por ello, que el aprendizaje cooperativo, más que una moda, es una estrategia que facilita y promueve la participación colaborativa entre los alumnos. El propósito de esta estrategia es conseguir que los estudiantes se ayuden mutuamente para alcanzar sus metas comunes. Además, les provee para buscar apoyo cuando las cosas no resultan como se espera. Es uso didáctico de grupos pequeños para que los estudiantes trabajen juntos y aprovechen al máximo el aprendizaje propio y el que se produce en la interrelación. Esto implica que cada estudiante se hace cargo de un aspecto y luego se ponen en común los resultados.

    A primera vista parece que con este método de trabajo el papel del profesor se diluye y pierde protagonismo, pero en realidad su acción es insustituible y es él quien planifica el aprendizaje y el que organiza la dinámica del grupo, necesitando para ello una formación teórico-práctica conveniente. Supervisa activamente el proceso de construcción y la transformación del conocimiento, así como las interacciones de los miembros de los distintos grupos.

    Es evidente, que para que una clase se transforme en un escenario cooperativo debe darse un modelo de interacción dinámico, que promueva todo lo anteriormente mencionado. Puede parece una tontería, pero lo primero que se debería de hacer es leer sobre el aprendizaje cooperativo. No es fácil incorporar totalmente el aprendizaje cooperativo si no lo hemos estudiado ni lo hemos probado anteriormente: el aprendizaje cooperativo supone crear y utilizar distintos agrupamientos de una manera cuidadosa y atendiendo a ciertos principios (interdependencia, interacción, responsabilidad individual y hacia el grupo, promoción de las relaciones interpersonales, evaluación constante del funcionamiento del grupo, etc.), que se deben conocer antes de poner en práctica la técnica.

    En educación todos somos conscientes de la importancia de la formación permanente del profesorado. De ella dependen no sólo la calidad de la enseñanza sino la capacidad para responder, con eficacia y profesionalidad, a los retos que la escuela va encontrando. En este sentido, dos de las demandas de formación más frecuentes en los profesores se centran, fundamentalmente, en dos ideas: estrategias didácticas innovadoras y resolución de conflictos.

    Cuando el profesor aplica el aprendizaje cooperativo, y lleva a cabo las actividades que dicho método posibilita, mejora la percepción que los alumnos tienen de su relación con él así como la satisfacción general con la escuela. Los resultados obtenidos, en este sentido, sugieren que la reducción de la distancia entre el profesor y sus alumnos, y el hecho de convertirse en mediador de objetivos fuertemente deseados por ellos (a través del cambio en la evaluación), hacen que se incremente el poder referente del profesor, puesto que mejoran también las relaciones que el profesor mantiene con sus alumnos cuando aplica otros procedimientos no cooperativos, su eficacia para educar en valores y la satisfacción del profesor con su propio papel.

    A lo largo de las últimas décadas se han puesto en práctica varias estrategias para sacar el mayor partido posible al aprendizaje cooperativo: el sistema T. G. T., el método STAD, el Puzzle, los Círculos de Aprendizaje, la Cooperación Guiada, etc. Para evaluar los resultados se usan diversas técnicas como presentación del trabajo entre equipos, ante toda la clase, la observación de los profesores durante la elaboración del trabajo, pruebas, exámenes…. Además del trabajo conjunto se debe valorar la participación individual, de forma que aunque el resultado del equipo sea uno, sea fácil identificar la aportación de cada miembro.

    Se cree que este sistema de trabajo pueda ser considerado como algo que está de moda, sino como la forma de ir mejorando el sistema educativo dando entrada a todos los miembros aún siendo conscientes de que no todos tienen las mismas posibilidades y que todos pueden aprender de todos ya que en cualquier situación, por desfavorable que esta sea, se pueden obtener resultados satisfactorios.

El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible,

como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento

John Locke

Bibliografía

  • Ferreiro Gravié, Ramón (2006). Estrategias didácticas del aprendizaje cooperativo: el constructivismo social, una nueva forma de enseñar y aprender. Alcalá de Guadaira (Sevilla). MAD.

  • Ferreiro Gravié, Ramón (2006). El ABC del aprendizaje cooperativo: trabajo en equipo para enseñar y aprender. Sevilla. Trillas

  • Johnson, David W. (1999). El aprendizaje cooperativo en el aula. Buenos Aires. Paidos

  • Vinuesa Vilella, María Pilar (2002). Construir los valores: currículum con aprendizaje cooperativo. Bilbao. Desclée de Brouwer, D.L.

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