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Los contenidos técnico-campamentiles 

en los campamentos escolares

 

Profesor universitario de Educación Física por la Universidad de Flores

Profesorado de enseñanza primaria en la

Escuela Normal Superior Nº 7 “José María Torres”

Prof. Emiliano Alonso

emoalonso@hotmail.com

(Argentina)

 

 

 

Resumen

          El artículo intenta poner en discusión la enseñanza tradicional de técnicas campamentiles y repensar la necesidad de generar espacios de formación que acerquen a los docentes a los campamentos que se pueden desarrollar en el marco escolar. Intenta poner en duda algunas de las prácticas que se desarrollan en los campamentos escolares repitiendo modalidades de acción de otros ámbitos y trata de brindar herramientas a los docentes para desarrollar campamentos donde los contenidos técnico campamentiles sean elegidos para enseñar en forma interdisciplinaria. El artículo está organizado a partir de problematizar la formación predominantemente técnica comparándolo con la realidad de las propuestas campamentiles en el marco de la escuela. A partir de allí se desarrollan: a) Problemas vinculados con la orientación; b) Problemas vinculados al refugio; c) Problemas vinculados con las construcciones; d) Problemas vinculados con la noche y el fuego; e) Problemas vinculados con la cocina; f) Problemas vinculados con el equipo personal. La intención es acercar situaciones cotidianas y potencialidades de los campamentos para que los docentes puedan diseñar situaciones problemáticas para generar aprendizaje de técnicas en sus alumnos.

          Palabras clave: Campamento, Escuela, Contenidos Técnico campamentiles, enseñanza, aprendizaje, situación problemática

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 140 - Enero de 2010

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    Los libros de campamentos, los textos, los apuntes que consultamos en nuestras etapas de formación, sobre lo que giran muchas de las cátedras de vida en la naturaleza son las técnicas campamentiles. Aprendemos a usar el hacha; nos enseñan diferentes técnicas de orientación detectando el musgo que se ubica al sur en algunos árboles; calculamos declinaciones magnéticas; leemos cartas topográficas; aprendemos a prender fuego con arco, con baterías y virulana; aprendemos a armar refugios con ramas, refugios para nieve; practicamos nudos como el margarita, ballestrinque, as de guía y un sin fin de saberes técnicos. El hacha y la soga parecen ser nuestras mejores amigas al momento de salir al “medio natural”; pero a la hora de salir con nuestro grupo de alumnos... ¿cuál es la realidad con la que nos encontramos?

    En el contexto de la escuela primaria, y particularmente de la escuela pública, las salidas de campamento conllevan un gran esfuerzo institucional y particular de los docentes que las llevan a cabo. Por lo general, las salidas se desarrollan en lugares cercanos, donde el traslado no requiere más de una hora. En estas plantas de campamento, si bien el perfil urbano desaparece, los servicios con los que se cuenta son varios dada la corta edad de los alumnos que llevamos (suelen ofrecer quincho cerrado, anafes, baños, vajilla, juegos). En muchos casos se encuentran parquizados. ¿Podríamos seguir calificando como “medio natural” a estos lugares dados sus características? Sin dudas estos lugares de acampe nos enfrentan a inclemencias que en el medio urbano no se presentan; si bien muchas de las variables que presenta la naturaleza están acotadas, muchas están presentes.

    La duración de las experiencias es otra variable a tener en cuenta cuando decidimos qué es lo que vamos a enseñar en ellas. Todo no se puede, hay que poder seleccionar… En la mayoría de los casos los campamentos abarcan una sola noche y el regreso está marcado por los horarios escolares. En definitiva, tenemos 36 horas de las cuales debemos descontar las de descanso. En el mejor de los casos contamos con un proyecto institucional que sostiene un proceso a lo largo de los años; llegando a permitir, con los grados más grandes salidas de 4 ó 5 días.

    Antes de decidir qué técnicas campamentiles enseñaremos en nuestros campamentos surge una pregunta. Si entendemos la técnica como “el conjunto de procesos desarrollados generalmente por la práctica para resolver más racional y económicamente un problema determinado.”(Alarcón) ¿Cuáles son los “problemas determinados” que aparecerán en nuestros campamentos y tendremos que resolver? Esta pregunta esconde una larga discusión dada en el seno de la educación que no desarrollaremos aquí: “¿Tiene sentido el aprendizaje de la técnica por la técnica misma?” El solo generarse la pregunta inicial lleva implícito un posicionamiento frente a la discusión; tiene sentido la enseñanza de una técnica si me enfrento al problema que la técnica resuelve. “En nuestro entender la situación de enseñar y de aprender no puede describirse satisfactoriamente por una díada (docente-alumno) ni por un triángulo (docente-alumno-contenido/saber), sino que supone la interacción de un aprendiz, de un docente, de contenidos culturales y de problemas en un contexto determinado” (Gvirtz y Palamidessi, 2000).

    Podríamos agrupar a los problemas que aparecen en los campamentos escolares de la siguiente manera: a) Problemas vinculados con la orientación; b) Problemas vinculados al refugio; c) Problemas vinculados con las construcciones; d) Problemas vinculados con la noche y el fuego; e) Problemas vinculados con la cocina; f) Problemas vinculados con el equipo personal.

    El campamento nos enfrenta, enfrenta a los chicos, a diferente tipo de problemas… ¿Estamos seguros que por solo aparecer un problema se generará una situación de enseñanza o se logrará un aprendizaje por parte de los alumnos? “…enseñar es plantear problemas a partir de los cuales sea posible reelaborar los contenidos escolares y es también proveer toda la información necesaria para que los niños puedan avanzar en la reconstrucción de esos contenidos. Enseñar es promover la discusión sobre los problemas planteados, Es brindar la oportunidad de coordinar diferentes puntos de vista, es orientar hacía la resolución cooperativa de las situaciones problemáticas. Enseñar es alentar la formulación de conceptualizaciones necesarias para el progreso en el dominio del objeto de conocimiento, es propiciar redefiniciones sucesivas hasta alcanzar un conocimiento próximo al saber socialmente establecido. Enseñar, es finalmente, promover que los niños se planteen nuevos problemas que no se hubieran planteado fuera de la escuela" (Lerner, 1999) ¿Qué condiciones debe reunir una situación para considerarse de enseñanza en el contexto de los campamentos?

    Los múltiples problemas que aparecen en los campamentos no siempre reúnen las condiciones para ser entendidos como situaciones problemáticas abordables por los niños; por ejemplo no enfrentaremos al niño a decidir cuándo es el momento de abandonar las carpas en una situación de tormenta, pero sí podemos plantearle que decida como proteger su calzado frente a la lluvia. “Nunca hay UN problema. Lo que es considerado o definido como problema depende de la perspectiva: el docente puede considerar como un problema significativo algo que sus alumnos ni siquiera alcanzan a comprender o sentir(Gvirtz y Palamidessi, 2000). “Reservamos el término ´situación problema´ a las tareas que necesitan la colaboración y la organización de una respuesta. Existe ´situación problema´ cuando las exigencias de la tarea sobrepasan las capacidades inmediatas del sujeto” (Blázquez Sánchez. 1983). Dado que los docentes somos quienes conocemos las capacidades de nuestros alumnos la “situación problema” será una situación especialmente diseñada para provocar aprendizajes en ese determinado grupo de alumnos. Esto no quiere decir que nuestros alumnos no vayan a generar aprendizajes resolviendo algunos de los problemas que aparecen en los campamentos, aunque nosotros no se los planteamos como “situación problemática” a resolver, es muy probable que esto suceda.

    “Una ´situación problemática´ tiene que permitir a los alumnos poner en acción los esquemas de asimilación que ya han construido e interpretarla a partir de ellos, pero estos conocimientos previos no deben ser suficientes para resolverla: la situación debe requerir la construcción de nuevos conocimientos o de nuevas relaciones entre los ya elaborados” (Lerner. 1999). Pues bien, ¿cuáles son los problemas que nos permitirán diseñar situaciones problemáticas y generar aprendizajes en nuestros alumnos?

a.     Problemas vinculados con la orientación

    ¿Dónde vamos? ¿Dónde queda? ¿Cómo hacemos para llegar? Son tres de las primeras preguntas que los chicos se hacen cuando se enteran de una posible salida. Tres preguntas que ponen la orientación a prueba; que llevan consigo la posibilidad de un trabajo previo íntimamente vinculado con la orientación de los niños en el espacio urbano; que invitan a manejar mapas, planos y a elaborar caminos posibles, diferentes alternativas. La pregunta lleva consigo la necesidad de ubicarse uno mismo y elegir referencias que indiquen dónde estamos; que elijamos un centro y lo podamos comparar con otros “centros”. Para los más chicos las referencias deberán acercarse más a su cotidianidad.

    Conocer un lugar de por sí representa un problema. Si representa un problema, lleva consigo la potencialidad de generar aprendizajes, siempre y cuando ese problema sea resoluble por los alumnos.

    Conocer un lugar implica poner en juego una cantidad de conocimientos anteriores que serán determinantes en la nueva adquisición de saberes más complejos, en este caso vinculados con la orientación. Difícilmente encontremos con nuestros alumnos un momento más significativo para desarrollar nociones de orientación que a la hora de conocer un espacio nuevo. No necesitamos diseñar una situación ficticia para poner en práctica los saberes adquiridos, la situación está ahí deseosa de que la aprovechemos.

    El establecer “referencias” en un espacio nuevo es tan importante para un escalador como para un niño pequeño. Van a determinar qué conozco y qué me falta por conocer. Me permitirán volver al lugar conocido al dar un paso en falso o al terminar un juego.

    La representación del espacio tridimensional en el plano es otra de las capacidades que intentaremos desarrollar en nuestros alumnos, implica un grado de abstracción superior, nos da la posibilidad de conocer la posición de elementos que no vemos. Desde el dibujo del lugar que respeta las formas de los edificios o los árboles hasta la carta topográfica con referencias en un código estandarizado hay un gran salto.

    En nuestros campamentos tendremos la posibilidad de aplicar en un juego de conocimiento del lugar muchas de las destrezas cartográficas. La perspectiva, la posición y orientación, la escala, los contenidos cartográficos, los símbolos y la información adicional que suele aparecer en los mapas. Estas destrezas cartográficas son construcciones que requieren tiempo, según el desarrollo de nuestro grupo pondremos en juego unas u otras. Tanto para la construcción de un croquis del lugar en forma individual o colectiva, como la lectura de planos que nosotros les entreguemos requerirán poner en juego y desarrollar estas habilidades.

    El marco del juego además de aportarle significación a la tarea le brinda una dosis de emoción y refuerza contenidos de otras áreas “desescolarizándolos”.    

    Por supuesto, que dado el grado de desarrollo de los alumnos podremos incorporar instrumentos como la brújula (o sistemas GPS) o las cartas de navegación terrestre. Pero no podemos plantearnos el manejo de estos sin una base sólida. “Las tareas consideradas como ´situación problema´ se definen por tres elementos esenciales: (a) el acondicionamiento; (b) las consignas y (c) el índice de complejidad. Cada vez que los niños han resuelto el problema propuesto, el profesor actúa sobre la tarea aumentando su dificultad” (Blázquez Sánchez. 1983). El taller de manejo de brújula por sí solo, por estar en el medio natural no tendrá una significación mayor excepto que las brújulas se utilicen para algo que realmente sirva (como guiarse para descubrir un “tesoro” o llegar a la próxima prenda). Muchas veces fabricar la propia brújula está más relacionado con un contenido de tecnología (por demás valioso) que con la posibilidad cierta de orientarse.

    No debemos olvidar que las técnicas de orientación que enseñemos a nuestros alumnos no tienen como fin último la posibilidad de atravesar la selva amazónica, sino la solución del problema fundamental que es movilizarse autónomamente en el espacio

b.     Problemas vinculados al refugio

    Para poder identificar cuáles son estos problemas habría que detectar de qué nos tiene que proteger el refugio, a cuántos y para hacer qué. En el tipo de campamentos que desarrollamos en las escuelas primarias el refugio clásico es la carpa. No requerimos grandes refugios, ya que contratamos lugares que los proveen. La carpa nos tendrá que proteger del frío y de la lluvia, aunque si esta es muy intensa existirá un lugar donde poder trasladarnos. La usaremos para dormir en un número entre tres a seis personas.

    El armado de las carpas puede ser una tarea tediosa que deberemos resolver con rapidez para poder pasar a otra cosa más importante o de lo contrario, un momento de aprendizaje. Para que puedan darse los aprendizajes de los alumnos será importante brindar el tiempo suficiente para explorar el nuevo material con el que se encuentran. No es necesario indicar paso por paso como armarla, de esta forma los chicos solo repetirían automáticamente una acción y no se enfrentarían a las dificultades que implica proveerse su propio refugio, y a resolver cooperativamente los problemas que el propio armado les planteará.

    Intentaremos para este momento promover las discusiones sobre las diferentes estrategias que plantee cada chico (o grupo de carpa). Por ejemplo: argumentar cuál es la posición correcta del travesaño identificando su función. Sus preguntas abrirán discusiones conceptuales sobre el armado y la función de tal o cual elemento. Intervenir en las discusiones de los chicos provocando la argumentación (incluso de las resoluciones correctas) les permitirá generar nuevas relaciones entre los conocimientos que poseían. ¿Nos demorará más tiempo el armado? Seguramente. Podrá ser un momento central que disparará discusiones sobre cómo resolver la vida al aire libre; que invitará a anticipar situaciones; a conceptualizar.

    En el caso de las salidas con niños más pequeños donde no se plantee el pernocte, realizar actividades de armado de refugios también será altamente significativa. “A los niños les atrae más la posibilidad de construir una casa, que si esta les es dada terminada; para algunos el mayor tiempo de juego transcurre en la construcción de la casa y la habitabilidad aparece como un fenómeno de intenso placer que dura un tiempo muy breve” (Calmels, 1997). En este armado no solo se pondrán en juego contenidos técnicos como el de unir dos palos (el nudo es irrelevante), clavar, mantener en equilibrio, formar un triángulo para sostener la estructura, instalar una cumbrera para sostener el techo (aunque sea de hilo); sino que aparecen otros menos técnicos campamentiles como el de borde, frontera, interior, exterior, nociones espaciales.

    El construir su propio espacio dentro de un entorno nuevo y amplio le brinda al niño un ámbito propio que le permitirá sentirse seguro y protegido por las “paredes” que lo cobijan. La protección ya no es del frío, el agua o el sol; sino de la inmensidad que lo rodea.

    Estas construcciones previas le aportarán herramientas para enfrentar el armado de las carpas más adelante. Otra posibilidad de armado de refugios es armar sólo el sobretecho de la carpa, esta actividad les permite a los chicos tener contacto con el material técnico sin la complejidad que lleva el armado total, que no se justificaría si no se va a pernoctar. Dada que la intención es que los chicos logren armar su propio refugio, podemos darles solo dos tramos de los parantes; esto permite que ellos logren alcanzar la altura del techo y no tengan que recurrir indefectiblemente a los adultos.

c.     Problemas vinculados con las construcciones

    El primer problema vinculado con las construcciones es el poder identificar cuáles son los problemas que esas construcciones tienen que resolver. Por lo tanto, la primera “técnica” que intentaremos desarrollar es la de generar una mirada aguda del campamento que detecte las dificultades. Sin esta mirada los chicos solo terminarían obedeciendo y haciendo las construcciones para nosotros. Reconocer que no da lo mismo, que pueden resolver solos, que pueden (podemos) estar mejor es el primer paso para comenzar a construir. El agudizar la mirada favorecerá la aparición de discusiones sobre cómo resolver los problemas, sobre su relevancia y la posibilidad e importancia real de resolverlos. “Nos interesa desarrollar la incidencia efectiva de los (chicos) en la toma de decisiones sobre cuestiones que los involucran” (Kantor, 2005)

    Las construcciones de uso cotidiano suelen ser las más valoradas por los chicos, aunque su sencillez sea extrema. Un perchero para la bolsa de rancho o las camperas, un pequeño ábside en la carpa para que no se mojen las zapatillas son construcciones que aumentan el confort y modifican la vida cotidiana en el campamento. No implican grandes conocimientos técnicos, pero son una puerta abierta hacia ellos, a seguir encontrando problemas para resolver o situaciones para mejorar. A su vez, la posibilidad de resolver un problema grupal en forma autónoma le otorga al chico (o al grupo) un lugar destacado frente a sus compañeros, se lo reconoce como un portador de saber y se jerarquiza no solo por su conocimiento, sino su responsabilidad y compromiso grupal.

    Las grandes construcciones suelen llevar mucho tiempo y no tendrían sentido alguno en un campamento que durará 36 horas. Por otro lado, suelen requerir una conducción muy presente por parte del docente y poco espacio para la exploración del alumno.

d.     Problemas vinculados con la noche y el fuego.

    La oscuridad representa el principal obstáculo que presenta la noche desde el punto de vista de las resoluciones técnicas. El aporte de luz suele estar resuelto ya que difícilmente acampemos en un lugar donde no nos provean de luz eléctrica. Sin embargo, el juego en la oscuridad es uno de los momentos que más atrae a los chicos. La utilización de las linternas no requiere ningún apartado especial, desde lo técnico. Sin embargo, el fuego puede ser un excelente creador de climas y escenarios. Es fácil armar un camino de luces con velas y latas para llegar al sector de fogón o donde se desarrollará un juego nocturno. Esta tarea puede estar destinada a un pequeño grupo que arme para los demás el escenario, o el camino. Aparecerán rápidamente contenidos referidos al uso y cuidado del fuego; a los diferentes materiales (inflamables y no inflamables); al apagado. Cuando el fuego se utiliza de modo ornamental, el efecto sorpresa es importante; una posibilidad es trabajar con pequeños grupos donde cada uno arme algún elemento y luego en el fogón se “den a la luz” las producciones. En todos estos casos por parte de los chicos no hay manejo del fuego, ya que el encendido se realiza por la noche y el trabajo principal es con otros materiales. Sin encendido no hay peligro e igualmente se trabaja sobre el fuego. Un alambre envuelto en estopa con letras, antorchas, pequeños faroles, son algunas de las posibilidades más vinculadas con lo expresivo que con la resolución de un problema puntual de la vida campamentil; sin embargo un fogón con “efectos especiales” puede incentivar la imaginación, la fantasía y apaciguar el miedo a la noche. Si el grado de complejidad del efecto es muy alto y terminamos armando los profesores la actividad no generaremos aprendizajes en los alumnos, solo será el golpe de efecto (que a veces es bienvenido y otras veces ocupa a un docente toda la tarde y no vale la pena).

    El armado de la estructura del fogón y todo el proceso que conlleva también es una excelente oportunidad para enseñar contenidos relacionados con el fuego (tipos de leña, disposición, tipo de fuego). No será con el grupo total, pero el pequeño grupo encargado del armado podrá manejar estos conceptos si nos proponemos generar situaciones problemáticas donde se pongan en juego y los chicos no solo obedecen nuestras órdenes.

    El componente mágico del fuego puede ser abordado desde varios ángulos, no solo desde lo técnico, la amplia literatura sobre el fuego y las posibilidades de expresión de los chicos sobre él también son formas de acercarse y conocer sus secretos.

e.     Problemas vinculados con la cocina

    En muchas oportunidades el qué comemos ya está resuelto, en muchas oportunidades, no. Decidir qué se come pone sobre la mesa muchos criterios sobre las particularidades de la cocina de campamento. No podemos cocinar cualquier cosa, tenemos que cocinar para muchos, con qué contamos, cuál es la actividad que realizaremos. Todas variables que no pueden dejarse de tener en cuenta.

    No hace falta cocinar sobre una laja caliente para desarrollar una técnica campamentil vinculada con la cocina. Con anafe y 40 comensales el desafío puede ser tan grande como cuando no tengo elementos.

    El cocinar para muchos requiere de un alto nivel de planificación. ¡Es aquí donde los chicos deben intervenir! No los necesitamos solo para cortar cebolla, los necesitamos para que ellos puedan prever situaciones, anticipar problemas, calcular cuánto y aprender cómo. El momento central de la elaboración de la comida en los campamentos, lo que se enseña, es la planificación, la organización grupal para resolver la tarea asignada. ¿Cuáles son todas las acciones? Planificar, decidir los pasos, quién hace cada cosa, cuántos fuegos vamos a usar, dónde ponemos lo que no va al fuego todavía, qué antes, qué después, cómo se sirve, cómo se lava, cómo se presenta, quién ordena, cuándo cambiamos de tarea y cuándo va cada cosa al fuego. Todo antes de empezar a pelar las papas. Después con las manos en la masa vamos haciendo los ajustes necesarios. Sin duda, es algo que los chicos no pueden hacer solos, tenemos que ayudarlos a resolver. Sin duda, si lo hacemos nosotros, es algo que los chicos no podrán hacer solos; hacerlo por ellos no es una forma de ayudarlos a resolverlo.

    Otro desafío es cocinarse por grupos pequeños, en muchos lugares contamos con parrillas y el cocinarse a las brasas para los chicos es toda una aventura. Para nosotros una posibilidad de trabajar contenidos vinculados con el manejo del fuego, el cuidado del cuerpo y una oportunidad más para desarrollar su autonomía: que tomen decisiones, se organicen y se sepan portadores de saberes para compartir con sus compañeros… que se sepan y se sientan competentes.

    Cocinar con fuego implica un desafío, un desafío asumible por los chicos siempre y cuando les brindemos las condiciones para poder hacerlo. ¿Cuáles son las condiciones? Dependerá de la experiencia del grupo. Habrá que tener en cuenta que dejarlos resolver con autonomía no es abandonarlos, pasaremos periódicamente para ayudarlos a que resuelvan las situaciones que se generen, tendremos que estar en un lugar de fácil comunicación y acceso para llegar rápidamente, pero darles la intimidad para charlar y decidir solos. Será más sencillo comenzar por comidas donde lo que vaya al fuego sea algo sólido; ya que su control es mucho más sencillo y menos peligroso que el agua hirviendo, por otro lado hacer hervir agua lleva mucho tiempo y leña, algo que sin duda complejizará la tarea. Algunos ejemplos pueden ser tostadas, bifes, vegetales a la parrilla, brochettes, animarse con algún guisito…

f.     Problemas vinculados con el equipo personal

    Es verdad que en muchas ocasiones los chicos que participan de los campamentos no poseen el equipo individual adecuado. Ante esta afirmación resulta de mayor importancia el trabajo durante la etapa previa a la salida.

    Un chico que recibe una lista de ropa confeccionada por el docente puede no darle importancia a las cantidades y tipo de prenda que debe llevar a la salida. Un chico que confeccionó la lista junto con sus compañeros y anticipó situaciones posibles con sus docentes también puede no darle importancia. De lo que estamos seguros es que el segundo tendrá más herramientas para la elección. Saber cómo elegir la ropa que llevar, qué tener en cuenta para elegir entre dos prendas del mismo tipo es una técnica campamentil importantísima. Cómo abrigarse o mejor dicho, cómo no perder calor es algo enseñable. Con la misma ropa se puede tener frío o calor; el orden de los factores SÍ altera el producto. Vestirse por capas, que la ultima capa corte el viento, no dejar escapar el aire caliente por la cintura, no tener los pies húmedos, cubrir las zonas de mayor irradiación de calor (cabeza, cuello, pliegues) son algunos de las respuestas esperables cuando la temperatura desciende.

    En la carpa el aislamiento del piso también es fundamental para no pasar una mala noche, el papel de diario puede resolverlo. Cinco cuerpos calientan más que tres, las carpas poco pobladas son más frías. Una frazada que tape a todos no solo refuerza una idea de ayuda mutua, sino que concentra el calor irradiado por todos.

    Trasladarse independientemente requiere no tener muchos bultos, implica que en un bulto manejable por sí mismo se han acomodado los elementos necesarios. Traer cosas de más, repartir en varios bultos las pertenencias atenta contra las posibilidades de manejarse solo y aumenta las posibilidades de perderlas. A armar el bolso (para la vuelta) también podemos enseñar.

    Planteamos en los párrafos anteriores muchos problemas y situaciones reales de nuestros campamentos. Cada uno de estos problemas debe ser resuelto con una técnica determinada, aunque en muchos casos no sea “la técnica” socialmente aceptada, los saberes puestos en juego para resolver cada situación posicionan a los chicos en ese camino.

    Seguramente en un campamento de una sola noche los contenidos técnico-campamentiles no sean el eje que guíe nuestro trabajo. Seguramente pongamos el acento en la integración grupal, en los procesos de organización y autonomía del grupo; o dependiendo del diagnóstico realizado cada docente decidirá qué aspecto de la vida campamentil potenciará para cumplir con sus objetivos. Lo que no tendríamos que abandonar es la idea de que es en la situación de campamento donde el chico se enfrenta con estos problemas y tiene la posibilidad de construir conocimientos en el marco grupal; por lo tanto, es importante abordarlos como contenidos a enseñar. Resultaría imposible abordar con profundidad todos los problemas planteados con anterioridad, pero podemos pensar preguntas o consignas para que cada uno de los contenidos aparezca de algún modo; creando pequeñas situaciones problemáticas. A algunas las trabajaremos con mayor profundidad y otras servirán para que los chicos se generen nuevos interrogantes que no se hubiesen hecho si no hubiesen participado del campamento. No tendríamos que ignorarlos, porque están, aparecen y a los chicos los entusiasman, les generan intereses por aprender y a nosotros nos brindan posibilidades de enseñar contenidos que de otra forma tendríamos que abordar en el aula con situaciones ficticias.

    Por más que los libros de campamentos planteen sofisticadas formas de orientarse, construir, cocinar… no desacredita los pasos que en nuestros campamentos se van dando. Son pasos firmes, los primeros pasos, los que nos servirán para trasladarnos por la vida disfrutando de la vida al aire libre. Los que nos ayudarán a que si después queremos correr, corramos.

Bibliografía

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  • KANTOR, Débora. “Adolescentes, jóvenes y adultos. Propuestas participativas en recreación”. Cedes, 2005.

  • LERNER, Delia. “La enseñanza y el aprendizaje escolar. Alegato contra una falsa posición”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1999.

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revista digital · Año 14 · N° 140 | Buenos Aires, Enero de 2010  
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