Lecturas: Educación Física y Deportes
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Lecturas: Educación Física y Deportes. Revista Digital
LA OBSERVACION IN VIVO DEL RENDIMIENTO DEPORTIVO.
UN INSTRUMENTO DE ANALISIS EN INICIACION AL BALONCESTO

Antonio Méndez Giménez
antisa@arrakis.es


Resumen
En el presente artículo reflexionamos acerca de la necesidad de incorporar instrumentos observacionales en situación real de juego a los procedimientos habituales de evaluación de las habilidades deportivas, todavía excesivamente centrados en tests cerrados. Tras un acercamiento a las perspectivas de análisis de los deportes de equipo nos adentramos en los instrumentos de observación que han considerado la evaluación de la táctica-estrategia. Partiendo del análisis funcional de Bayer (1992) sugerimos algunas adaptaciones al instrumento observacional propuesto por French y Thomas (1987) y consideramos oportuno establecer nuevas categorías para el análisis, no sólo de las conductas del atacante con balón, sino también al atacante sin balón y de los defensas al atacante con y sin balón. Adjuntamos las pautas metodológicas para su utilización así como sus limitaciones.
Palabras clave:Evaluación. Deportes de equipo/colectivos. Deportes de invasión. Baloncesto. Iniciación deportiva. Observación.

Caloi

1. Introducción


Los deportes de invasión, en los que centramos nuestro anterior trabajo (Méndez, 1998), se corresponden con los deportes de cooperación-oposición desarrollados en un espacio común y acción simultánea sobre el móvil descritos por Hernández Moreno (1994). Se caracterizan, además, por estar constituidos por habilidades predominantemente perceptivas, abiertas y de regulación externa (Ruiz Pérez, 1994; Sánchez Bañuelos, 1990). Así pues, se desenvuelven en un entorno cambiante, incierto y variable, exigente de operaciones cognitivas con objeto de evaluar, anticiparse y adaptarse a nuevas y constantes circunstancias de juego.

Enmarcado en la teoría del procesamiento de la información, Marteniuk (citado por Sánchez Bañuelos, 1990) basa fundamentalmente la ejecución motriz en tres mecanismos (perceptivo, de decisión y de ejecución) que actúan secuencialmente. Su interrelación es tal que un fallo en cualquiera de ellos podría provocar el fracaso en la consecución del objetivo propuesto. Sánchez Bañuelos (1990) considera que las tareas motrices deben ser analizadas y clasificadas en función de las exigencias de dichos mecanismos, más que en función de las similitudes o diferencias de carácter externo. Las técnicas de observación se utilizan cuando las pruebas automáticas de medida no son factibles, bien por su complejidad instrumental, por su coste o porque la información obtenida mediante tests estándar, cuestionarios o entrevistas no se adecua a los fines de la evaluación conductual (Fernández- Ballesteros y Carrobles, 1987).

Para muchos autores, entre otros los precursores del modelo comprensivo de enseñanza, los rasgos más característicos de los juegos deportivos son su especificidad en la toma de decisiones, la adaptabilidad, la creatividad y la capacidad para responder a nuevas situaciones (Thorpe y Bunker, 1983; Lasierra, 1991: Lasierra, 1993; Moreno y Rodríguez, 1998). Sin embargo, las investigaciones deportivas, en su empeño por encontrar la mayor objetividad posible en la investigación, han centrado tradicionalmente su interés en el estudio del jugador aislado del contexto en el que se desenvuelve normalmente el juego y han creado situaciones de laboratorio. Blázquez (1986) y Lasierra y Escudero (1993) cuestionan la validez ecológica de este paradigma y defienden la investigación que parte de la lógica interna de los juegos deportivos, del propio deporte. En este sentido, quizás convendría preguntarse sobre el objetivo último de nuestra acción como docentes: ¿que el alumno domine ciertas tareas?, ¿que sea un buen ejecutor? ¿que consiga cierto dominio en habilidades deportiva o cierta competencia motriz?

Así pues, y siguiendo a Blázquez (1992) y a Mc Pherson (1994), la evaluación de las habilidades deportivas puede realizarse desde fuera de la situación de la competición o juego (in vitro) o en situación real de juego (in vivo). En tal caso, el jugador no es sometido a un test específico del deporte en cuestión, sino a la observación de uno o varios jueces mientras actúa en situación real. El citado autor distingue entre observación objetiva (observación de situaciones que permiten una dicotomía (si-no, éxito-fracaso...) y observación subjetiva (que requiere un proceso de elaboración de un juicio por parte del observador). A diferencia de las pruebas cerradas, la evaluación en situación real de juego permite contemplar cómo los participantes manifiestan su personalidad (timidez, dotes de liderazgo, motivación...) que sin duda es un condicionante de la conducta.

La observación in vitro presenta ciertas ventajas en cuanto a objetividad, estandarización y fiabilidad, mientras que la observación in vivo aporta realismo y validez. No obstante, Pieron (1988) y Siedentop (1998) consideran que con cierta cautela en la categorización y con el oportuno entrenamiento de los observadores, la observación sistemática se convierte en un método de recogida de datos con un rigor científico muy aceptable. Blázquez (opus cit.) apuesta por la utilización complementaria y combinada de ambos tipos de pruebas. Mc Pherson (1994) presenta diversos niveles de análisis de la habilidad deportiva. En función del el tipo de conocimiento (declarativo o procedimental) y el componente de respuesta (selección o ejecución) establece un continuum en el que tienen sentido las diferentes formas de investigación.

Para Contreras (1998) cada elemento de juego sólo adquiere significado en relación al conjunto o totalidad del mismo, por tanto, es a partir de dicha globalidad como debe abordarse su enseñanza. A nuestro modo de ver, también la evaluación, como un aspecto más del currículo.


2. Perspectivas de análisis de los deportes de equipo


El estudio y el análisis de los deportes de equipo se ha venido realizando desde diferentes perspectivas y considerando diversos factores. No obstante, son escasos los intentos de clasificación y ordenación de tales perspectivas. En un breve repaso destacamos las más importantes. Bayer (1983; 1992) apunta tres concepciones distintas en el estudio de las teorías de transferencia del aprendizaje:
  1. La teoría asociacionista, que desde una perspectiva puramente mecanicista y centrada en la hipótesis de los elementos idénticos (Thorndike y los behavioristas) examina los actos motores desde el campo bioenergético y/o biomecánico. Se contempla pues, el juego como una yuxtaposición de movimientos.
  2. La teoría globalista (Gestalt). El juego se fundamenta en la existencia de unos principios tácticos comunes a varios deportes de equipo cuyas estructuras subyacentes no son susceptibles de evolución.
  3. La teoría fenómeno-estructural. Complementaría de la teoría anterior, considera que dichas estructuras o principios son susceptibles de transformación o modificación. Tanto la actitud del sujeto que aprende como las experiencias vividas son relevantes para la construcción del propio porvenir motor.

Bayer (opus cit.) suscribe esta última concepción y plantea dos tipos de análisis:
  1. El análisis estructural, que considera las siguientes constantes en los juegos deportivos: el balón, el terreno, las porterías, las reglas, los compañeros y los adversarios.
  2. El análisis funcional, que considera los principios generales en función de dos categorías según se posea o no el balón. Así se determina una serie de actitudes y comportamientos que definen los principios ofensivos (conservar el balón, progresar y conseguir un gol) y los principios defensivos (recuperar el balón, dificultar su progresión y evitar el gol).

Por su parte, Hernández (1984; 1988; 1994) sintetiza tres perspectivas diferentes de análisis de la estructura funcional de los deportes de equipo:
  1. TECNICA/TACTICA
    De carácter mecanicista, es el procedimiento de estudio más tradicional y extendido. La acción de juego es la resultante originada por la suma de los movimientos del o de los jugadores, lo que constituye la técnica, y la coordinación de estos movimientos con el resto de los componentes de la acción motriz, y en su caso de los participantes, los que constituye la táctica.
  2. ATAQUE/DEFENSA
    Caron y Pelchat (citados por Hernández) adaptaron al baloncesto y al hockey los principios defensivos y ofensivos expuestos anteriormente por Bayer. Teodorescu (1983) coincide básicamente con estos principios, si bien aporta posibles pautas de actuación a partir de ellos.
  3. COOPERACION/OPOSICION
    Esta perspectiva se caracteriza por concebir la acción de juego como resultado de una interacción entre compañeros y adversarios, de forma que los compañeros colaboran entre sí para conseguir el fin pretendido y los adversarios hacen lo mismo para impedir que el otro equipo alcance dicho objetivo.

Para Parlebas (1988) los elementos configuradores de la estructura o lógica interna de los juegos deportivos son: la red de comunicación, la red de marca o sistema de puntuación, el sistema de score final o forma de ganar y perder, el sistema de roles sociomotrices, el sistema de subroles sociomotrices y los códigos praxémicos y gestémicos (Lasierra, 1993; Lasierra y Escudero, 1993).

Hernández (1994) desarrolla, en el capítulo 3, los parámetros configuradores de la estructura de los deportes: el reglamento, la técnica o modelos de ejecución, el espacio de juego o sociomotor, el tiempo deportivo, la comunicación motriz y la estrategia motriz.

Areces y Vales (1995), en un estudio interpretativo, confeccionan una nueva propuesta organizativa de las perspectivas de análisis de los deportes de equipo. Para ello, establecen las siguientes categorías:

  1. Atendiendo a los aspectos del juego sobre los que se centra la atención del estudio, los dividen en formales y funcionales.
  2. Atendiendo a las perspectivas adoptadas, distinguen entre analítica y globalista.
  3. Y, según los niveles de estudio (de jugador o de equipo) y las ciencias utilizadas (sociología, psicología, biología y biomecánica).

Así, combinando estas categorías desarrollan el siguiente esquema:

1. Estudios formales:


2. Estudios funcionales:

Por otro lado, Lasierra y Escudero (1993) resumen las variables evaluables en los deportes de invasión:
  1. La relación espacio temporal
  2. La adecuación al reglamento de juego
  3. La técnica.
  4. El requerimiento energético.
  5. La conducta táctico-estratégica.
  6. Las formas de interacción motriz de cooperación-oposición.

En cuanto a la evaluación de la táctica de juego, Godbout (citado por Blázquez, 1992, p.168) propone los siguientes elementos:
  1. Ajuste óptimo (timing).
  2. Ajuste espacial óptimo (situación).
  3. Elección de la técnica apropiada.
  4. Utilización favorable del reglamento.

Por último, recogemos algunos instrumentos de observación cuantitativa y cualitativa de los deportes de cooperación-oposición en situación real de juego.
  1. Observación por niveles para balonmano (Blázquez, 1992, p. 264).
  2. Evaluación de los componentes estructurales de los deportes de equipo (Blázquez, 1992, p. 272). Evalúa los aspectos de eficacia (pases colectivos, tiros acertados...), combatividad (presencia en defensa, en recuperación...), resistencia física y psíquica, y valoración socio-afectiva.
  3. Escala descriptiva de Sports CO (1984).
  4. French y Thomas (1987). Diseñaron un instrumento de observación para valorar el rendimiento individual durante el juego. Para separar el componente cognitivo de toma de decisión del componente de ejecución, asumieron que el rendimiento ofensivo sucedía en la siguiente secuencia: el jugador coge el balón, decide qué acción es la apropiada, y después, la ejecuta. El componente de decisión comprendería tanto la selección de la habilidad (mantener la posesión, pasar, driblar, tirar) como a qué compañero pasar, en qué dirección driblar, cuándo tirar o botar... Aunque la recepción es una ejecución motora se consideró por separado debido a la secuencia en que ocurren generalmente las acciones ofensivas. Codificaron tres categorías: control, decisión y ejecución. El control fue definido como la correcta adaptación en el contacto con la bola y fue codificado como 1 para un control con éxito, y como 0 para un control sin éxito. La calidad de la decisión fue codificada como 1 si la decisión fue apropiada y como 0 si fue una decisión inapropiada. Igualmente, la tercera categoría fue codificada como 1 para una ejecución con éxito y como 0 para una ejecución sin éxito. El instrumento valora las ejecuciones en cuanto resultado o producto, pero no es sensible al aspecto cualitativo (la técnica). Se determinó el porcentaje de recepciones con éxito, de decisiones apropiadas, y de acciones ejecutadas con éxito y se utilizaron como variables dependientes de su estudio.
  5. Lasierra y Escudero (1993) distinguen dos líneas directrices de investigación: la observación de la decisión estratégica (con tres niveles) y el nivel táctico-estratégico.
  6. Riera (1995).
  7. Oslin, Mitchel y Griffin (1998) The Game Performance Assessment Instrumental.


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Año 3. Nº 12. Buenos Aires, Diciembre 1998.