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Nota del Profesor. Creando una tercer línea

   
Docente en Educación Física
(Argentina)
 
 
Lic. Prof. Daniel Germán Zucchi
danielz@delacosta.com.ar
 

 

 

 

 
     Qué difícil se hace deshacernos del viejo sillón cuando ya tiene nuestra forma. Un formato sumamente práctico debido, entre otras cosas, al presunto objeto de estudio de la Educación Física clásica.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 113 - Octubre de 2007

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Introducción

    La construcción de nuestra educación física tuvo sus fragilidades y bienaventuranzas.

    Sabemos que nuestro hacer y quehacer nos posicionó como agentes prácticos, o como diría Pérez Gómez artesanales. Tanto fuimos artesanos como inmejorables coordinadores de grupos.

    Fuimos haciendo la Educación física en la misma práctica, logrando corporizarla de tal manera que adoptamos hábitos, posturas y mecanismos de acción particulares, que han derivado en una ascendencia exclusiva sobre el alumnado y una posición social e institucional en la comunidad.

    Por otro lado hemos sido criticones (críticos sin argumentos) de cuanta "teoría forastera" apareciera en nuestro campo, al mismo que tomábamos de ellas algunas líneas que sustentaban nuestra practica diaria. Nunca logramos como campo realizar críticas fundamentadas a las teorías que nos invadieron, ni tampoco intentamos formular teorizaciones sobre la artesanía de nuestro quehacer.

    Hemos jugado al Don Pirulero, donde cada cual atiende su juego. Entendiendo desde una perspectiva individualista e infantil que nadie puede decirme a mí como debo trabajar.

    Al mismo tiempo hemos adherido a frases disímiles, preparadas a modo de respuestas automáticas e irrefutables, que han sido nuestro príncipe1 de cabecera. Como aquellas que dicen: "El deporte es salud" o "La gimnasia es la madre de todos los deportes", entre otras.

    Lejos de buscar soluciones a las problemáticas que emergieron en nuestro campo, nos encerramos entre el mástil y las ventanas de los salones (nuestro patio), tratando de sentirnos fuertes en aquello que veníamos trabajando. Nunca estuvimos seguro si era lo mejor, pero sí que era lo más seguro.

    Qué difícil se hace deshacernos del viejo sillón cuando ya tiene nuestra forma. Un formato sumamente práctico debido, entre otras cosas, al presunto objeto de estudio de la Educación Física clásica.

    Pero como es costumbre, y nos acostumbramos demasiado seguido, buscamos los extremos queriendo equilibrar.

    Era previsible, como luego observamos, una avanzada de escritos especulativos. Que si bien buscan teorizar, lo hacen desde el deber ser. Estipulando como debería ser la Educación Física, sin partir desde una investigación y un diagnóstico de necesidades, olvidando nuestro quehacer. Se estipulan grandes misiones para la Educación física: para la paz, para reducir la pobreza, para la diversidad cultural, para el Mercosur. Un sinnúmero de utopías y montañas de sueños, que desde un análisis superficial son solo intensiones de ser, pero desde un análisis profundo uno se queda con dudas de su intencionalidad.

    Desde una Educación Física que pretende ser científica no podemos seguir alimentando ilusiones. Las problemáticas son muchas: el deporte escolar, las prácticas corporales educativas como garantía para todos, la posición de la educación física en la política pública, la relación interdisciplinaria de la educación física, la diversidad potenciada en nuestro campo, entre otras. Ninguna puede definirse desde las soluciones, deben emerger en nuestra problemática práctica diaria y deben convertirse inmediatamente en praxis.

    De que nos sirve el discurso cuando no condice con la práctica, de que nos sirve la práctica si nunca nos detenemos a pensar en ella.

    No debemos extremar nuestro posicionamiento hacia la teoría o hacia la práctica, debemos ser pragmáticos.

    Tuve la suerte que llegara a mis manos un trabajo de Sahula Maíra Vicentini de Sampaio donde en una de sus frases nos dice: "Entre ir directo al grano y tergiversar, me quedo con los dos. Y con ninguno. Entre identidad y diferencia, elijo las dos (¿o cuantas?). Y ninguna. Si tengo una opción prefiero no preferir. Me deslizo entre las líneas y me instalo en las orillas. Desbordar de lo que falta y carecer de lo que me sobra…".

    No debemos pensar que si no tomamos uno de los dos posicionamientos más fuertes somos cobardes. O que debemos abrazarnos a uno o a otro porque sino somos veleta.

    Tal vez de eso se trata: de no jugarse por ninguno. De ser una tercer línea paralela creativa que corre entre las dos originales.


Nota

  1. Me refiero al libro El príncipe de Maquiavelo.

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revista digital · Año 12 · N° 113 | Buenos Aires, Octubre 2007  
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