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El deterioro de los juegos tradicionales

   
Facultad Cultura Física, Matanzas.
(Cuba)
 
 
Lic. Jesús Lantigua Hernández
jesus.lantigua@umcc.cu
 

 

 

 

 
Resumen
     Como parte del proceso de deterioro del medio ambiente y las formas culturales autóctonas, diversas formas de juegos tradicionales desaparecen en la actualidad de sus escenarios habituales, siendo sustituidas por nuevas variantes lúdicas, alentadas por el desarrollo tecnológico. Como parte de esa problemática se aprecia lo afectativo de los procesos de urbanización y la práctica internacional del turismo.
     Por ese motivo se requiere enriquecer los programas actuales de Educación Física, así como la programación recreativa dirigida especialmente a niños y jóvenes, de manera que se produzca un rescate continuado de los juegos que practicaran otras generaciones y con ello un proceso acelerado de formación de valores, sobre todo referidos a su identidad y a los sentimientos de pertenencia y amor patrio.
    Palabras clave: Juegos tradicionales. Identidad. Educación Física.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 106 - Marzo de 2007

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Introducción

    La degradación del medio ambiente, asociada a la actitud irresponsable de los propios hombres constituye una seria amenaza para toda la humanidad. Las sociedades serán capaces de desarrollarse en la misma medida que puedan transformar la naturaleza y la vida misma sin dañarla, es decir, cualquier acción realizada en función de modificar este sistema pudiera acarrear un peligro de gran envergadura y de alcances insospechados, si no fueran tenidos en cuenta todos sus posibles impactos negativos.

    Hoy resultan evidentes los daños aparejados a la contaminación ambiental y esas afectaciones suelen ser generalmente asociadas a los peligros más inmediatos, sin llegar a establecer que aquellos pueden ser mucho más complejos, variados e igualmente nefastos para las sociedades. La deforestación como consecuencia de la expansión agropecuaria, las enfermedades convertidas en verdaderas pandemias, sobreexplotación de recursos naturales y combustibles fósiles, la reducción de la variabilidad genética de muchas especies y ecosistemas limitando ostensiblemente su habilidad de adaptación, son también ejemplos de tales riesgos.

    Para conservar el medio ambiente se necesita armonizar las aspiraciones de los seres humanos con las reales posibilidades del mundo en que habitan, de manera que se acceda al desarrollo sin degradar en lo más mínimo el entorno.

    Wautiez y Reyes (2001), al referirse al concepto de desarrollo sustentable, considerado como un proceso de cambio progresivo en la calidad de vida del ser humano, a expensas de un crecimiento económico, sustentado por un equilibrio ecológico, expresan: "este proceso implica el respeto a la diversidad étnica y cultural regional, nacional y local, así como el fortalecimiento y la plena participación ciudadana en convivencia pacífica y en armonía con la naturaleza, sin comprometer y garantizar la calidad de vida las generaciones futuras."

    Se debe tener en cuenta que la salvación de los recursos naturales no puede estar distante de la preservación de los elementos de la identidad local, requerido por igual de la protección de las diversas formas culturales existentes, no menguadas por influencias foráneas y la amplificación de valores extranjerizantes tan de moda en el mundo actual globalizado. Ello necesita una observación y rescate de las auténticas tradiciones y una actitud consecuente ante los verdaderos exponentes de dicha cultura.

    Muchas veces el reconocimiento de esta realidad no es alcanzado, a partir de la subestimación de los elementos espirituales dentro del citado proceso, con lo que se le concede al paisaje la mayor aceptación, así como a interpretar dicha realidad de manera aislada, sin un claro y evidente nexo.

    Considerar estas cuestiones ajenas al propósito de conservar el medio ambiente, constituiría un error lamentable para cualquier sociedad, pues la inobservancia de tales medidas será un seguro motivo para la pérdida de valores espirituales, sin los cuales, cualquier intento de desarrollo resultaría improbable.


Desarrollo

    Lo arriba expuesto, deja claro lo tan necesario que resulta en nuestro mundo agredido, un activo proceso de rescate de las mejores tradiciones, consideradas actualmente como muestras palpables de los valores culturales autóctonos de las diferentes sociedades. Dichas tradiciones obedecen a la experiencia, al brío, a la virtud y al esfuerzo de otros hombres, durante estas y otras épocas y pueden representarse con formas disímiles, aparejadas todas ellas a las diferentes formas del pensamiento humano.

    Un ejemplo de tales formas lo constituyen los juegos, representantes de las más antiguas expresiones lúdicas de los grupos humanos, practicados por diferentes generaciones.

    Según criterio de Pérez Sánchez (1997), en realidad "el juego constituye una excelente herencia recreativa que nos viene desde los tiempos remotos, al principio el hombre jugaba con instrumentos muy simples, después comenzó a experimentar la necesidad de ampliar éstos y llevarlos a actividades más complejas, con el pasar de los años los juegos fueron perfeccionándose, hasta llegar a ser parte importante de las formas recreativas de las diferentes épocas."

    Este propio autor ofrece opiniones que confirman el criterio de que el juego es una actividad fundamental que se apoya en la necesidad de movimiento del hombre, en sus intereses y estados de ánimo, y que se manifiesta de manera espontánea o consciente en la búsqueda de satisfacciones, a la par que además de constituir acciones recreativas coadyuva a la formación de hábitos y habilidades y también de destrezas. Todo ello obliga a reconocer las formas de juego, como un pilar importante en la educación de las diferentes generaciones.

    En los niños el juego resulta indispensable y a través de él alcanza un evidente desarrollo, a expensas de los potenciales educativos y formativos de la actividad lúdica, con lo que acceden a ser mejores hombres en el futuro.

    Mucho podría añadirse en relación a la influencia que tienen tales prácticas en la preparación física general, así como en el estado de salud de las personas y esos efectos beneficiosos, muy bien pudieran ser comparados con la práctica deportiva. En realidad la generalidad de los juegos, por realizarse al aire libre y requerir de determinados esfuerzos físicos, es considerada otra forma de realización de la Cultura física.

    Según Parlebas (1997) "…a los juegos se le concede una mayor posibilidad lúdico motriz que a los deportes y se ha demostrado experimentalmente que debido a los cambios súbitos de conducta, que implican una mayor riqueza de relaciones entre los jugadores, las sesiones de juegos tradicionales llevan a relaciones socio afectivas mucho más ricas". En este sentido, Paredes Ortiz (2003), agrega que "a partir de la corporeidad aparece la motricidad, surge el movimiento humano que alimenta la creatividad de formas lúdicas para poder expresarse y comunicarse. Podemos afirmar que el juego es la epifanía de la motricidad". Esta posibilidad de alcanzar una relación afectiva más amplia en mucho aparece influenciada por la comunicación que genera el propio juego, donde los signos verbales se acompañan de los gestuales y el individuo accede a la aceptación del otro, muchas veces con un simple intercambio mímico o corporal.

    En realidad, en opinión del autor, en un primer plano debe aceptarse que los juegos son un producto de la vida en sociedad y han formado parte de un proceso histórico de evolución, muy aparejado también al fomento de la conciencia del individuo. Sin esa experiencia los juegos de los humanos carecerían con toda seguridad de sus verdaderos valores culturales, sólo comparables de esa manera, a los irreflexivos y ancestrales movimientos lúdicos de los animales.

    Al caracterizar los juegos se advierte la posibilidad de acceder a un grupo significativo de propuestas garantes, mediante las cuales se contribuye de manera especial al enriquecimiento de la personalidad humana y al desarrollo pleno de su calidad de vida.

    Los juegos en sentido general obedecen a determinadas caracterizaciones, las que de manera convencional se reiteran en todos ellos. Entre las características más siginicativas de los juegos, que aparecen contenidas en las Orientaciones técnicas metodológicas de la Dirección Nacional de Recreación en Cuba, se describen las siguientes:

  • placentero: el juego está concebido para producir placer entre sus practicantes y por ningún motivo debe ser causa de frustración.

  • natural y motivador: debe ser siempre alentado por la motivación, de manera que las personas accedan al mismo de forma natural.

  • voluntario: como actividad recreativa no admite ser compulsado y las personas que lo practiquen deben hacerlo de manera totalmente voluntaria.

  • mundo aparte: con la práctica del juego se logra trasladar al individuo a un mundo de fantasías o de ficción, logrando satisfacciones no atribuibles a la vida real.

  • creador: permiten a través de su propio desarrollo el alcance de una mayor creatividad en las personas, favoreciendo un adecuado equilibrio en su formación.

  • expresivo: a través de tan importante actividad se ve favorecida la exteriorización de aquellos sentimientos humanos, normalmente reprimidos.

  • socializador: se encuentra entre sus principales características, pues a través de su realización es posible el alcance de hábitos de cooperación, convivencia y labor de equipos. (INDER, S/A)

    El héroe nacional de Cuba, José Martí, en 1889, al referirse al tema de los juegos, en una publicación infantil en pleno siglo XIX, expresó: "…los niños de ahora juegan lo mismo que los niños de antes; la gente de los pueblos que no se han visto nunca, juegan a las mismas cosas. Se habla mucho de los griegos y de los romanos, que vivieron hace dos mil años; pero los niños romanos jugaban a las bolas, lo mismo que nosotros y las niñas griegas tenían muñecas con pelo de verdad, como las niñas de ahora."

    En el caso de los juegos tradicionales, donde las anteriores consideraciones son perfectamente reconocidas, se pudiera hacer alusión sobre todo a su extraordinario potencial desarrollador, ya que permite el reconocimiento de un grupo importante de riquezas espirituales precedentes de la sociedad y su incorporación al acervo cultural de las nuevas generaciones, solo que no siempre se le conceden tales atributos, ni se explotan sus potencialidades.

    De la misma manera que el paisaje y la naturaleza en su conjunto sufren la acción no controlada de los hombres, los juegos y otras formas culturales están siendo sometidos a un proceso de constante deterioro.

    A juicio de algunos autores tales juegos, corren el peligro de desaparecer ante la ola de nuevos juguetes y otras formas de vida actuales (Trigo, 1989). Hoy se sabe que las vivencias actuales son una muestra de cómo el desarrollo de la humanidad, constituye una amenaza para la existencia de esas extraordinarias riquezas espirituales, precisamente por la generalización de las diversas generaciones de juegos, alentados por una cada vez más pujante tecnología.

    Una amplia generación de juegos electrónicos de todo tipo invade cientos de hogares, contribuyendo al agotar el tiempo de recreación de las personas, a su alejamiento de las formas tradicionales de juegos.

    La amplia diversidad de nuevos videojuegos, la búsqueda prolífera de imágenes lúdicas en INTERNET y la existencia de juegos mecánicos en parques y otros sitios infantiles y recreativos, constituyen por su práctica intensiva, elementos que deterioran considerablemente los valores culturales de las personas, sin considerar los mensajes implícitos en muchas de esas formas recreativas, dados a resaltar valores o patrones muchas veces cuestionables.

    Mucho tiene que ver en esta degradación el crecimiento acelerado del Turismo Internacional, sobre todo en lo referido a su impacto en las sociedades y el medio ambiente. Se plantea al respecto que el turismo es una actividad ambivalente, pues por una parte, aporta grandes ventajas socio económicas mientras que al mismo tiempo contribuye a la degradación medioambiental, así como a la pérdida de la identidad local. Este deterioro ocurre sobre todo a expensas del proceso de globalización que implica la existencia de formas culturales convencionales, en detrimento de los valores culturales autóctonos de una región o país.

    Los juegos como factor integrante de la cultura popular han sido víctimas de todo ese proceso, también por la práctica asociada a las formas actuales de la animación turística. La pérdida de valores que acompaña al convencionalismo recreativo, no constituye en modo alguno un precepto que revolucione la sociedad con sus formas lúdicas reiteradas y participativas, sino un freno para la amplificación de los verdaderos valores culturales.

    Las nuevas formas de vida de la población asociadas a un proceso continuado de urbanización, han sido motivo para que desaparezcan ciertas expresiones lúdicas que antaño caracterizaron determinadas regiones.

    En realidad algunos juegos recreativos tradicionales son escasamente practicados en la actualidad, lo que hace peligrar su futura realización, al comprometerse el mecanismo de transmisión de esas experiencias culturales de una generación a otra.

    Se habla también de los mermados esfuerzos por rescatar tales manifestaciones lúdicas, aunque se refiere que las mismos aparecen con cierta intermitencia, más sujetas a los cambios de la moda que a serias aspiraciones humanas, las que tienen un lugar más encumbrado en la realización de eventos o en publicaciones (Ofele, 2006). Tal afirmación además de corroborarse en los tiempos actuales, constituye una preocupación de profesores de Educación Física y otros especialistas, comprometidos con la recreación popular y especialmente la infantil.

    En medio de este desamparo de la sostenibilidad de los juegos tradicionales hay que destacar el asidero (para el caso de Cuba) que constituye la obra de Rolando Alfaro Torres (2002), que constituye un excelente aporte al rescate de este tipo de juegos, no sólo por el mérito indiscutible de colectar en un texto una cantidad considerable de formas lúdicas practicadas por los niños cubanos, debidamente clasificadas atendiendo a sus características, sino también por haber tenido como iniciativa la conformación de ludotecas en diferentes regiones del país. Con este trabajo se favorece la labor de los profesores de Educación Física, al disponer de una guía única, de reconocido valor científico.

    La experiencia humana admite que a través del juego es posible ejercitar aquellas mismas aptitudes que sirven para el estudio y para las actividades serias del adulto (Caillois, 1958), de aquí que la inclusión de diferentes variantes de juegos, (fundamentalmente tradicionales) en los programas de Educación Física, así como en la programación recreativa dirigida a personas de diferentes edades, puede favorecer significativamente sus experiencias cognoscitivas, a la par que contribuir activamente al rescate de los valores autóctonos de sus respectivas comunidades humanas.

    Según el profesor Aldo Pérez, en los patios de las escuelas se genera un caudal importante de juegos populares, los que constituyen un real tesoro infantil y juvenil. En realidad es tal la producción lúdica que se genera a partir de la práctica asociada a las formas de la imaginación precoz, que muchos de esos juegos alentados de esa manera, llegan a generalizarse de una generación a otra, pasando ellos mismos a considerarse como juegos tradicionales. (Pérez, 1997)


Conclusiones

    Finalmente, es preciso reconocer que no se trata en modo alguno de renunciar a las opciones lúdicas adosadas al desarrollo y las nuevas tecnologías, las que aportan de igual manera satisfacción y placer, sino de conjugar ambas como opciones garantes de un lógico y necesario proceso. Los juegos tradicionales, no pueden olvidarse, constituyen un nexo de la vida moderna con las memorias ancestrales y esa conjugación ha de lograrse en perfecta armonía.

    Estas ofertas requerirán la exclusión de la aceptación menguada e irreflexible de los que por reiterativos poco puedan aportar con sus acciones, pues obrar en estos casos con conocimiento y creatividad equivale a un alto ejercicio profesional, capaz de educar las inquietudes de los que se recrean, imponiendo una cultura general integral necesaria.

    La posibilidad de que estas personas conozcan las formas auténticas en que jugaban sus abuelos y practicarlas ellos mismos, favorece sobremanera la apropiación de nexos sólidos con sus verdaderas raíces espirituales, afianzando el sentido de pertenencia a esos núcleos poblacionales y fortaleciendo sentimientos mucho más profundos, íntimamente vinculados al aprecio de los valores regionales y patrios, sin menospreciar sus extraordinarios aportes al uso sano y racional del Tiempo Libre. De aquí que la preservación y el evitar el deterioro de los juegos tradicionales constituyan una obligación moral para las sociedades, empeñadas en luchar por un nuevo orden ambiental.


Bibliografía

  • Alfaro Torres. Rolando. Juegos cubanos. Casa Editorial Abril. Ciudad de La Habana. 2002. 182p.

  • INDER. Orientaciones técnicas metodológicas de la Dirección Nacional de recreación. CD Universalización. Ciudad de la Habana. Cuba. 157 p.

  • Ofele María Regina. Los juegos tradicionales y sus proyecciones pedagógicas. http://www.efdeportes.com/efd13/juegtra1.htm 17/5/06

  • Pérez, Aldo. 1997. Recreación y fundamentos teóricos metodológicos. México DF.

  • Paredes Ortiz. Jesús. Desde la corporeidad a la cultura. Buenos Aires. 2003. http://www.efdeportes.com/efd62/corpo.htm

  • Wautiez, Francisco y Reyes, Bernardo. Indicadores locales para la sustentabilidad. Publicaciones Acuario. La Habana. 2001. 134p.

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