NUEVOS APORTES EN TORNO A LA HISTORIA DEL FUTBOL ARGENTINO.
Julio David Frydenberg (Arg.)

Desde los primeros años del siglo XX, se percibió la enorme atracción que ejerció sobre los jóvenes -en especial de los sectores populares- la práctica del fútbol.

Comienzan a aparecer en algunos medios intentos de explicar retrospectivamente el fenómeno.1

Contemporáneo a la construcción del espectáculo de masas aparecen las lecturas que intentaban dar cuenta del pasado "futbolero" argentino, del imán que resultó para los criollos y el nacimiento de un estilo propio. Así, hacia fines de los años veinte y comienzos de los treinta, una serie de periodistas de destacada pluma, expusieron sus ideas al respecto elaborando un relato acerca de los orígenes sociales e identitarios del estilo criollo. Esta podría llamarse la "historia tradicional" del fútbol argentino, que culmina su obra en los años cincuenta. 2

En los años setenta aparecieron otros intentos que no hicieron sino actualizar las imágenes concebidas por sus predecesores, ciñiéndose a los mismos fundamentos. 3

Toda esta bibliografía -que forma parte de una lista que podría ampliarse en títulos aunque no en originalidad- nos resulta más útil para conocer los ambientes o climas de ideas reinantes entre sus creadores que para armarnos de una imagen más o menos fiel del objeto de su estudio. Son trabajos impresionistas donde están articulados relatos míticos con forma literaria, anécdotas de color y estadística deportiva.

La vida de los mitos y rituales tienen cierta independencia y lógicas propias de las cuales se ocupa -en principio- la antropología. El análisis de la creación y fuerza del mito fundacional del fútbol criollo argentino no está en el centro de mi búsqueda actual; ésta sí se encuadra en la tarea de rearmar la historia del fútbol argentino, ya que por un lado tiene que ver con el intento por rastrear las prácticas, sentimientos y hábitos de los sectores populares, y por otro permite dar los primeros pasos a la hora de reconstruir la formación del campo competitivo en el país. Se trata de un trabajo de largo aliento, a partir de los hábitos teórico-metodológicos construidos por la tradición de la comunidad de historiadores, que recién ahora se ocupa de este tipo de fenómenos en la Argentina.

De aquí en más trataré de mostrar algunas de las imágenes expuestas por la historia tradicional que han cristalizado en sentido común. Luego señalaré algunas de las líneas actuales de trabajo que de alguna manera se distancian de aquel relato primigenio.

¿Cúales fueron los ejes estructurantes de aquellos relatos?.

En principio la asociación del origen criollo del fútbol argentino con un anclaje en los medios sociales y urbanos marginales; su origen "humilde", tanto en términos de adscripción a un origen social determinado como a sus posibles implicancias morales. Vinculado a estas imágenes aparece siempre la estampa del "potrero" como terreno descampado poco apto para la práctica del deporte, poblado de "pibes", figura tipo del proto-jugador. Ambito de plena libertad, aparentemente lejano a la gran urbe, donde los jóvenes podían dar rienda suelta a su innata creatividad. ¿Qué mejor pintura para imaginar el nacimiento de algo tan querido -por su papel de fuente identitaria- como un estilo futbolístico propio reconocido como tal por propios y extraños?. Emerge una tríada inescindible: pibe humilde-potrero-gambeta. Como corolario se impuso la versión de la imbricación entre el nacimiento del fútbol criollo y un marco espacial que incluiría territorialmente al potrero: el barrio. Fútbol, clubes y barrios también formaron una unidad en el relato de quienes construyeron la historia tradicional del fútbol argentino.

Una de las claves que explican las conclusiones de esta narración se centra en que se tomaron como paradigmáticas las vidas de los clubes que con el tiempo se fueron transformando en los más populares, cuyo número no pasa de la docena. El sentido de la historia tradicional fue justamente el de armar el pasado de estos clubes, narrar a los hinchas cómo habían sido los orígenes de las instituciones que tantas pasiones despertaban. Pero... hacia 1907 -por ejemplo- existían no menos de trescientos clubes-equipos, todos los cuales tenían la esperanza de participar tarde o temprano de la liga mayor y que hasta tanto se enfrentaban entre sí en las ligas independientes.

Trataré de mostrar otras posibles reconstrucciones del fenómeno de la adopción de la práctica del fútbol por los sectores populares porteños, a través de algunas de las conclusiones a las que me llevaron mis búsquedas. 4

En principio, el origen social de los jóvenes que jugaban al fútbol y que no pertenecían a la colonia inglesa ni a la élite dirigente criolla era diverso: jóvenes empleados de grandes tiendas comerciales, trabajadores de los ferrocarriles ingleses, estudiantes de las escuelas secundarias públicas y privadas, universitarios, empleados públicos, etc. Bien podemos pensar en una generación de hijos de inmigrantes. Por los datos que tenemos, emerge la imagen de jóvenes que trabajaban y/o estudiaban, sumándole a esas actividades la ocupación de su tiempo libre en la tarea de construir el espacio del fútbol aficionado. Emerge así un espacio social distante de los márgenes de la sociedad.

Estos noveles "footballers" vivían -en una buena proporción- en el centro urbano, densamente poblado de la ciudad de Buenos Aires. Durante las primeras dos décadas del siglo XX la ciudad tuvo un vertiginoso crecimiento, desde sus viejos barrios, hacia nuevos vecindarios creados a partir de la extensión de la red tranviaria y los loteos a plazos de terrenos cada vez más alejados del centro nuclear primitivo. 5

Naturalmente quienes residían en el centro urbanizado no tenían lugar disponible para armar sus canchas. Debieron retirarse en busca de un espacio apto para la práctica del fútbol. Es así como muchos clubes fundados por estos futbolistas no tuvieron cancha propia, o en el mejor de los casos debieron viajar un largo trecho para jugar en terrenos propios (que eran alquilados o cedidos por los dueños hasta que llegara la fiebre de los loteos). En este proceso quienes vivían en los nuevos vecindarios alejados del centro tenían la ventaja de unir residencia y cancha.

Es decir, la práctica del fútbol se extendió rápidamente entre los jóvenes porteños de todos los ámbitos sociales, hayan sido residentes en el centro urbano como de los espacios más recientemente poblados. Hubo un tinte común: el movimiento fue ejecutado por jóvenes. Parece útil pensar en un corte generacional y cultural, en especial si se lo vincula con una clara distancia que adoptan estos jóvenes -en gran parte hijos de inmigrantes- con el lejano mundo al cual seguían adheridos sus padres.

En otro de los estudios realizados he rastreado y clasificado los nombres dados por los fundadores a los clubes de fútbol hacia el año 1907. El resultado fue por demás demostrativo: casi no existían referencias a las patrias de los llegados a estas playas; en su mayoría eran nombres de calles o vecindarios de la ciudad, próceres argentinos o nombres de clubes de fútbol ingleses.

Para finalizar me detendré en algunos de los valores expresados en las prácticas futbolísticas de estos jóvenes. Para la historia tradicional el "pibe" era "pícaro" por esencia. Pues en apoyo a esa tesis solo podemos decir que en la primera década del siglo XX -si es que se encontraban en camino de serlo- estaban apenas adquiriendo las primeras nociones acerca de la picardía.6

Creemos ver un universo donde es más acorde pensar en términos de formulación, de acercamiento, de aprendizaje a través de prácticas y experiencias de algunas nociones acerca de lo que debe ser la justicia aplicada al deporte. En las fuentes pueden verse eternas polémicas en torno a lo justo o a lo injusto, a lo que se debe o a lo que no debe ser penado... más que con pícaros, nos enfrentamos a aprendices de justicieros.

La detección de las experiencias, prácticas y valores puestos en juego por los sectores populares en la construcción de este espacio competitivo nuevo, seguramente nos brindará algunas otras sorpresas, que podremos seguir contrastando con los relatos existentes hasta ahora acerca de la historia del fútbol argentino.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1 . En la prensa porteña muchos articulistas intentan razonar respecto del fenómeno desde la temprana primera década del siglo. Sin embargo no serán estos los voceros que serán tenidos como fundadores de la reflexión sobre el tema.

2 . Por ejemplo: "Historia de los Cinco Grandes". s/f. Editorial Castroman; o el trabajo dirigido por Ricardo Lorenzo (Borocotó): "Historia del fútbol argentino", 1955, Editorial Eiffel, Buenos Aires.

3 . Me refiero a textos que retomaron los argumentos de las historias construidas décadas anteriores -incluidos en la nota anterior. Por ejemplo: De Marinis, Horacio 1982: "La Pasión Futbolística". CEAL, Cuadernos de Historia Popular Argentina Nº 1; Puente, Juan 1971: "El Fútbol". CEAL, "Vida y milagros de nuestro pueblo" Nº 41.

4 . Dejo de lado a los clubes ingleses, creados a partir de las escuelas de la colonia inglesa, así como los clubes creados por empresas (ferrocarriles, grandes tiendas, etc.). Sólo nos centraremos en el resto. Los que podríamos catalogar como clubes originados por grupos asociables a los sectores populares porteños. Aquí solo me detengo en algunas de las conclusiones de mis trabajos de investigación en el marco de la beca otorgada por U.B.A. Buena parte del material empleado provino de las páginas del diario "La Argentina", que entre 1903 y 1908 dedicó buena parte de su sección deportiva a publicar avisos de clubes, por los que nos enteramos de muchos de los vaivenes de sus vidas, efímeras en su mayoría y todavía vivas las menos.

5 . Los tradicionales barrios porteños como construcciones simbólicas no aparecen antes de los años veinte. En ninguna de las fuentes revisadas se encuentra la palabra "barrio". Sólo aparecen: "parroquia", "vecindario" y "cuadra".

6 . Muestro uno sólo de los múltiples casos que apoyan estas inferencias. Desde 1903 "La Argentina" participa en la formación y difusión de valores asociados a la competencia y la rivalidad, por ejemplo enseñando dónde, cuándo y cómo contestar una afrenta. Aquí la sección deportiva publica una carta de un lector y a su vez le responde.

"Correspondencia: Agradecería infinitamente si se dignara contestar la siguiente pregunta. Habiéndose jugado un partido de football y el club vencedor se funde o cierra la temporada sin previo aviso al club perdedor: ¿quién gana la revancha? SSS. P. Echeverry. Nota de la redacción: A Ud. un compañero la pega una paliza y desaparece, ¿quién gana la revancha?" (La Argentina, 4 de diciembre de 1903, página 26).

Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 1. Buenos Aires. Mayo 1996.