Temas y motivos

"Desde la tribuna es tan disfrutable el racimo humano
de los vencedores como el drama particular de cada vencido".

Mario Benedetti, en "El césped".

Una de las tareas irrenunciables para continuar con este análisis es preguntarse acerca de lo que hablan estos cantos de las hinchadas. En principio, una respuesta de sentido común puede ser tan obvia como cierta: el machismo. Sin embargo, quedarnos en este aspecto nos impide caracterizar con mayor precisión y rigor la variedad de la dimensión temática que estas manifestaciones textuales ponen en escena repetidamente. Una de las posibles vías de abordaje apunta a discriminar entre tema y motivo, que constituyen "unidades de significado estereotipadas, recurrentes en un texto o en un grupo de textos y capaces de caracterizar áreas semánticas determinantes" (Segre, 1985). El clásico marplatense nos confirma a grandes rasgos la temática tradicional de la ideología machista que tiñe a los textos de los fanáticos deportivos, acompañado por una gran cantidad de motivos usuales para esta actividad discursiva.

La temática hace referencia a "acciones y situaciones según esquemas de representabilidad históricamente elaborados y relacionados, previos al texto" (ídem). El tema se reconoce en la globalidad y pertenece a la cultura. En el máximo ritual deportivo de la ciudad de Mar del Plata, ambas hinchadas recurren permanentemente a cinco temas nodales: la autoafirmación de la masculinidad, el "aguante", la confianza en un futuro brillante, la promesa de fidelidad eterna y la muerte. Estos temas van acompañados de un vasto conjunto de motivos igualmente visibles y de lo que podemos llamar temas articuladores (Gómez, 1996). Los motivos, a diferencia del tema, son reconocibles el nivel del texto ya que tienden a repetirse dentro de él debido a su recursividad. Entonces, siguiendo con la caracterización de Segre (1985) podemos decir que el motivo aparece como una unidad significativa mínima del tema, como un elemento germinal y como un elemento recurrente.

El repertorio de motivos a los que los hinchas recurren se dirige a la construcción de un estereotipia propia y del rival. La repetición dentro del texto enuncia características a las que pertenece cada bando. Las hinchadas no sólo construirán para su rival el arquetipo del "cagón y homosexual" sino que se posicionarán como "machos y omnipotentes".

Pero este eje tema/motivo no nos permite acceder a un nivel intermedio de esta dimensión que llamamos temática. Por eso es que se recurre a lo que se denominan temas articuladores:

"cuya función consiste en operar a modo de intermediarios entre los motivos y el tema central. El tema articulador englobaría de esta manera varios motivos que se encuentran por debajo de éste, pero, a su vez, se proyectarían hacia arriba constituyendo una de las ramas que conformarían el tema central. O para decirlo de otra manera, mientras los motivos pueden rastrearse en la superficie misma del texto u operar como una suerte de telón de fondo y el tema central sólo puede entenderse como un efecto global del texto en su totalidad, los temas articuladores a los que hacemos mención, operarían en una distancia intermedia en lo que va de la superficie textual ocupada por los motivos al efecto global del texto" (Gómez, 1996).
Para que estos cantos pueden asentarse en sus temáticas deben cumplir con un verosímil. Este verosímil de los discursos de los hinchas tiene más que ver con la historia, la situación coyuntural y con el imaginario social que con datos precisos que prueben quién tiene más gente en el estadio o quién está realizando una mejor campaña. Cualquier ruptura con ese verosímil cosechará inmediatamente una silbatina desde todos los rincones del estadio. La silbatina entre hinchadas es una de los principales maneras que existen para condenar la ruptura de un verosímil. La gente de Peñarol no estará dispuesta a aceptar que su rival se posicione como el de mayor presencia en el estadio. Se podrá escuchar con cierta tolerancia que los quilmeños tienen "más aguante" pero jamás que lleven mayor cantidad de público a la cancha. Ese es un punto que ni siquiera los más fanáticos simpatizantes de Quilmes se atreverían a discutir.


* La búsqueda de la hombría

"- Usted también la puso, Marcelito?
-se interesó Aguilar, generalizando el tema
- Cuatro al hilo
- ¿Y te podés sentar todavía?
- ¿No se cansa tu novio? -añadió el Ruso..."

Roberto Fontanarrosa, "Escenas de la vida deportiva".

"Medio trolo el muchacho
-sentenció el Zorro.
­Mirá que hay que ser hijo de puta! dijo Belmondo. -Como el tipo es serio, es educado, es un tipo correcto... para éstos ya es un comilón".

Roberto Fontanarrosa, en "El ocho era Moacyr".

Una primera mirada nos lleva a detectar el tema que quizás sea el central en el repertorio de los hinchas: la autoafirmación de la hombría. Existe una lucha permanente por demostrar quién es más macho, por no dejar duda de que no se es homosexual, ni una mujer ni un niño. Una condición que debe sustentarse en cada encuentro, en el mismo partido o fuera de la cancha. En esta autoafirmación de la hombría es posible esbozar dos temas articuladores: la desmasculinización simbólica del rival (jugadores y público) y la exageración de los atributos sexuales propios (jugadores e hinchada), ya sean físicos (órganos sexuales) o de personalidad (actitudes propias de lo masculino). En cuanto a los motivos, se relacionan de manera predominante con cuestiones referidas a la concreción del acto sexual hacia, por ejemplo, los jugadores-símbolo rivales.

"Dominé,
Dominé,
te vamo a coger,
eh".

"Ole, le‚
ola, la
el Gallo se la come
De la Fuente se la da".
Vemos con claridad que "el insulto tomando como eje la identidad sexual es la manera de definir un campo simbólico y un campo de prácticas en donde se juega también un drama de honor" (Archetti, 1984: 11). El acto sexual se afirma sobre la sumisión violenta del otro, como un acto de poder. La penetración en este caso será violenta y degradante para quien la recibe. Estas condiciones discursivas nos son exclusividad del deporte y pueden rastrearse en las fiestas populares, donde "el tema del cuerpo procreador se une al tema y a la sensación viviente de la inmortalidad histórica del pueblo. Hemos explicado que la sensación viviente que tiene el pueblo de su inmortalidad histórica colectiva constituye el núcleo mismo del conjunto del sistema de imágenes de la fiesta popular" (Bajtin, 1994: 292).

Pero la desmasculinización simbólica rival no tiene que ver exclusivamente con la sumisión de un otro que no es un hombre (mujer u homosexual). La adjudicación al otro de ser niño también constituye un motivo esencial, porque "supone la pérdida de su autonomía y el hecho de no poder comportarse como verdaderos hombres, ya que los niños son los que toman la leche en mamadera, tienen un carrito y cuando se lo quitan en vez de luchar para recuperarlo, se ponen a llorar tristemente" (Archetti, 1984: 25). La premisa para Peñarol, por su dominio histórico en el clásico, es que "no sean maleducados/saluden a papá".

"... que nacieron hijos nuestros, hijos nuestros morirán".
Otro conjunto de motivos puede identificarse en los relacionado al pedido de los hinchas a su propio equipo, e inclusive a los propios hinchas que no forman parte de "la brava", de que exhiban los atributos de la masculinidad. Hay que "poner huevos" para jugar, pero también para alentar. Y además, la camiseta se tiene que transpirar.

* El «aguante»: la disputa permanente

"AGUANTE (y el nombre del equipo de sus amores): Grito de
guerra que demuestra la intención de resistir heroicamente la
agresión de la hinchada contraria. Si la agresión no se
produce, se toma la iniciativa agrediendo primero para
provocar la respuesta; porque si no nos atacan, ¿cómo
demostrar que tenemos aguante?"

Fontanarrosa y Sanz, op. cit..

Constituye un clásico el intento de las hinchadas de posicionarse como dueñas del "aguante". El aguante es un capital simbólico que se adquiere en cada partido. Cada demostración de bravura, fervor y de fidelidad será un punto a favor. Cada pelea ganada, también. Los temas articuladores de la mitología del "aguante" apuntan a la afirmación del propio cuerpo (la hinchada como tal) como soportador de cualquier eventualidad y el autoposicionamiento como "punto" en la disputa (el "aguante" sólo tiene valor si se lleva las de perder). La facilidad y rapidez para correr del rival, como la tendencia a armarse de elementos contundentes (piedras, fierros), a recurrir a la policía ("sos amigo de la Federal") y de lograr la concurrencia de aliados más fuertes, aparecen como motivos recurrentes en el "aguante". La necesidad de estar todos juntos para hacer el "aguante" constituye otro motivo relevante, indispensable.

"Cervecero hijo de puta
Alvarado te bancó
Peña se la banca sólo
la puta que te parió".

"Dale pe
dale pe
decile a Aldosivi que
te venga a defender".

"Es la banda de Pe
yo la conozco bien
no para de correr
y cuando ven la banda del cervecero
salen corriendo derechito por Dorrego 2".

"Ya lo veo,
ya lo veo,
que si gritamos todos
a Quilmes lo cogemos"

o
"...si no gritamos todos
parecemos cerveceros".

"te vi correr por todo Parque Luro 3
y también Além 4
milrrayita sos un ortiva vos sos un cagón
vos llevás adentro un consolador".

"Vos sos de la B,
Vos sos de la B,
cervecero puto vigilante
tiras piedras y corrés en todas partes
a Once Unidos lo vamos a prender fuego
pa' demostrarles
que Peña tiene huevos".

"Oh, siempre tiran piedras
son los putos de la Peña".

El «aguante» "es en su atributo tipológico fundante el arte de no escapar" (Elbaum, 1996). Entonces es eminentemente defensivo, implica soportar lo que venga. Tener "aguante", significa lo contrario al estigma: ser "gallina" o ser "amargo" aparecerá como un rasgo de connotaciones negativas en el ámbito del ritual deportivo.

Ambas hinchadas del básquet marplatense ahora reniegan del apoyo extrabasquetbolístico y se lo adjudican al rival como muestra de debilidad. El ideal masculino necesita que el "aguante" sea realizado por uno mismo, sin ayuda de nadie. El «aguante» "es orillero, marginal, espontáneo, explosivo y teatral. Disputa a la lógica el espacio de lo sorpresivo y lo sorprendente: desafía a lo que supone ganador, enfrentándose a la superioridad, al orden de lo supuesto. Descree de la disciplina y la templanza mostrando, por ejemplo, que «el alcohol no hace mella»" (ídem).

El "aguante" presenta elementos que lo asocian a la autoafirmación de la hombría, pero ofrece líneas de lectura que nos llevan a considerarlo como un tema con vida propia dentro de los discursos de las hinchadas. La mitología del "aguante" no tiene tanto que ver con la demostración de la sexualidad sino con otro costado más orientado a la interacción grupal: la protección mutua, el sostenimiento de la dignidad de grupo y el sentimiento estoico ante las adversidades. Se relaciona además con el honor, ya que actúa como un mecanismo de poder que se utiliza para resolver o, llegado el caso, para iniciar conflictos, en los que un hombre puede "responder solamente el reto de un igual" (Armstrong, 1994).

Todas las hinchadas, hasta las acusadas de "amargas" por todos los rivales, se sienten dueños del "aguante". En el clásico marplatense, Peñarol se autorreconoce como hinchada fiel y seguidora. Los medios no dejan nunca de enunciar esta condición y cada jugador que llega al club se esfuerza por resaltar a "esta maravillosa hinchada". Eso no sucede, como se explicó anteriormente, en Quilmes, ni siquiera entre sus máximos referentes como jugadores: ni una mención a la fidelidad y fortaleza de la hinchada. En el último clásico, el comentario previo del relatos de LU6, Daniel Macchiarolli, fue directo a ese tema. Como la previsión indicaba que el Polideportivo Panamericano no iba a alcanzar un lleno total (los periodistas solicitaban rebaja en las entradas), Macchiarolli se refirió a que "la gente del básquet del básquet es exitista, y la de Quilmes me parece que un poquito más".


* Entre el pasado glorioso y el porvenir venturoso

"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"
Joaquín Sabina, "Con la frente marchita".

La confianza en un futuro promisorio desempeña un papel importante en la temática de los cantos deportivos. La convicción de que, más allá de que el presente sea auspicioso o no, el futuro deparará alegrías inolvidables no arroja dudas para los seguidores. Esta ciega seguridad de conseguir victorias importantes se articula principalmente sobre la existencia de condiciones adversas y confabulaciones externas que de todas maneras nunca conformarán obstáculos insalvables para el éxito final, vinculado a los motivos de "esta noche tenemos que ganar" y "salir campeones", siempre por supuesto con la hinchada que "te sigue a todas partes". Otra de las articulaciones temáticas descansa en que el objetivo de las grandes victorias tienen un destinatario último hacia quien se humillará con nuestro éxito. La dedicatoria puede estar orientada hacia el tradicional rival, pero también "se lo dedicamos a todos......".

En el clásico marplatense de básquet, la hinchada de Peñarol articula, con respecto a este tema, una sensible diferencia con respecto a su adversario: un pasado importante que avala las esperanzas de un futuro mejor. En Peñarol sus hinchas ponen en escena referencias al pasado glorioso. Primer equipo de Mar del Plata en llegar a la élite del básquet argentino, con un par de participaciones exitosas en certámenes continentales y, sobre todo, la paternidad en los clásicos5 y el campeonato obtenido en la liga 93-94.

"veo, veo,
qué ves
una cosa,
que es
que vamos a salir campeones otras vez
como en el '93".
En Quilmes no podemos notar estas reminiscencias de viejas épocas pasadas, en especial una vez que la temprana paternidad de la primera liga en la que se vieron las caras quedó revertida. Apenas queda la posibilidad de intentar cuestionar ese pasado glorioso.
"Veo, veo, qué ves una cosa, que es los milagros pasan sólo una vez y fue en el '93".
Por eso, Quilmes se apoya en la esperanza de un porvenir venturoso para el equipo, que este año -así opina su gente- sí podrá conseguir el soñado campeonato.
"...llevamos nuestros trapos a cualquier cancha donde juguemos la vuelta de este año se la dedicamos a Peñarol gritemos todos juntos que ya se viene el Quilmes campeón. Se viene el Quilmes campeón, Quilmes campeón".


* Te seguiré hasta el final

"Tal se vez su único deseo era entregarse en las gradas a un espasmo colectivo al margen de lo que ocurriera en el terreno de juego y para eso habían llegado cada uno por separado desde un lugar diferente del suburbio hasta el punto de reunión una hora antes de que empezara el partido"
Manuel Vicent, "Fondo Sur".

El hincha se asume como incondicional seguidor y promete a sus jugadores que siempre estará presente para gritar, porque "aunque ganes o pierdas/no me importa una mierda".

"No importa en qué cancha juguemos
yo siempre te voy a alentar
Quilmes vos sos una droga
que no se puede dejar
vamos a salir campeones
y la vuelta vamos a dar..."
Esta promesa de fidelidad eterna se articula temáticamente con el amor eterno a la camiseta, la confianza ciega en el poder de la propia hinchada de revertir las situaciones adversas y el desafío a las distancias y al tiempo para estar con el equipo.
"Hay que poner Peña
hay que poner Peña
hay que poner
un poco más de huevos
la hinchada va a alentar
y vamos a salir primeros".

"Yo soy de Mar del Plata y del cervecero
lo sigo a todos lados con mucho huevo
vayas a donde vayas
la banda va estar con vos
no somos como los putos de Peñarol
dale tricolor, vamos tricolor".

La gama de motivos surge como la más compleja de la temática de los discursos de las hinchadas. Estos motivos se ligan unos a otros de manera dialéctica hasta llegar a la síntesis final: ganar. Pero para obtener el triunfo deseado es necesario "poner huevos" más que jugar bien. El equipo debe, además, aplastar al rival y demostrar que tiene coraje como para hacerlo.
"Quilmes mi buen amigo esta campaña volveremos a estar contigo te alentaremos de corazón esta es tu hinchada que te quiere ver campeón no me importa lo que diga lo que digan los demás yo te sigo a todas partes cada vez te quiero más".
El motivo inicial consiste en la escasa importancia de ganar o perder. Pero este será un motivo legítimo siempre y cuando se ligue a otro motivo: que el hincha considere que sus jugadores "van al frente", que "ponen huevos" y "transpiran la camiseta". Este ir al frente será entonces una condición sine qua non para obtener un triunfo porque de otra manera, la hinchada cambiará de opinión, pese a las promesas previas.
"La camiseta de Quilmes se tiene que transpirar y si no no se la pongan vayansén a laburar".


* La muerte

"¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres
años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un
ropero, basureado por su esposa y toda la familia? ¡Más vale
morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado
a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle
roto el orto ala lepra por el resto de los siglos! ¡Así se
tenía que morir, que hasta lo envidio hermano, te juro, lo
envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir,
yo elijo ésa hermano! Yo elijo ésa".

Roberto Fontanarrosa, "19 de diciembre de 1971".

El tema central de la muerte en el deporte puede desdoblarse en dos temas articuladores: la propia muerte deseada y la violenta muerte en combate del rival. Sobre estos dos ejes giran recurrentemente las alusiones a irse a la tumba con los colores amados, la promesa de jamás abandonar (ni siquiera en el mismo cajón fúnebre) el amor al club y la amenaza de matar al rival en combate por estas diferencias inconciliables.

"...el día que me muera
yo quiero mi cajón
de negro, rojo y blanco
como mi corazón".


"...el día que me muera
yo quiero en mi cajón
una bandera grande
que diga Peñarol".

La muerte propia está dirigida a la trascendencia, a quedar instaurada en la mitología, pero también como sacrificio, como esa víctima emisaria cuya caída es necesaria para la salvación de todos, en la que "la reconciliación de la comunidad consigo misma es uno de las principales funciones de esta manifestación de sacrificio; que (...) que presenta todas las apariencias de una ceremonia religiosa" (Bromberger y otros, 1993).

En cuanto a la muerte prometida hacia el rival funciona como la necesidad de obtener un trofeo, que se pueda mostrar. Afortunadamente no se han registrado casos de víctimas fatales. El único muerto en una competencia de Liga Nacional resultó de un accidente trágico en el que el único cuestionado en toda el gimnasio "Socios Fundadores" de Comodoro Rivadavia era el juez Eduardo Alagastino. En aquella trágica ocasión un proyectil impactó en la cabeza de un espectador que a los pocos días murió en el hospital. Horas antes del deceso los dirigentes de Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia solicitaron un dosaje de alcohol para el árbitro santiagueño. La liga se suspendió una semana, con excepción del encuentro que por la televisión debían disputar Peñarol y Atenas de Córdoba en la ciudad de Mar del Plata.

Los clásicos marplatenses no han evidenciado casos de este tipo, pese a que la violencia física en muchas ocasiones sobrepasó a la amenaza simbólica y sí tomó cuerpo en las parcialidades de Quilmes y Peñarol. Los dos se siguen prometiendo la muerte ajena. Para la suerte de todos, el plano simbólico no se ha podido sobrepasar.

"Vamos Peñarol, vamos Peñarol
milrrayita es un sentimiento
yo a la Peña la llevo bien adentro
soy de Peña hasta que me muera".

"Vamos la Pe
vamos a ganar
y matar a los quilmeños".

"Todos los partidos que te vi
todas las canchas donde te seguí
Ese campeonato que no llega
no me importa yo te sigo hasta morir
Quilmes vos sos mi vida
sos la pasión
te llevamos en el alma
te queremos ver campeón".


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Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 2, Nº 7. Buenos Aires. Octubre 1997