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Hacer Historia desde el automovilismo

Writing History from racing cars roots

 

Profesora en Historia

Tesista de la carrera de Licenciatura en Historia

de la Facultad de Humanidades

Universidad Nacional de Mar del Plata

Estefanía Lourdes Giselé Ferreira

estefanialgferreira@gmail.com

(Argentina)

 

 

 

 

Resumen

          El objetivo de este artículo de divulgación es abordar de manera exploratoria la articulación entre Historia académica y Automovilismo. Para establecer dicha relación se apela a incursionar en el automovilismo desde la mirada de los sujetos históricos: quiénes son, qué hacen y cuáles son las convergencias entre individuos e instituciones son algunas de las cuestiones a tratar. Con el objetivo de proponer formas de aproximación a la temática se incorporan marcos teóricos provenientes tanto de la Historia como de la Sociología a fin de comprender las múltiples vinculaciones que se dan dentro del automovilismo en tanto práctica social.

          Palabras clave: Historia. Automovilismo. Fangio.

 

Abstract

          The main aim after this article of divulgation is to approach in an exploratory way the articulation between Academic History and Motorsports. In order to establish this relationship, it is necessary to delve into motorsport from the perspective of historical subjects: who they are, what they do and what the convergences between these individuals and institutions are focusing on some issues to be addressed. In order to propose ways of approaching the theme, theoretical frameworks from both History and Sociology have been incorporated to enlighten the multiple linkages that exist within motorsport as a social practice.

          Keywords: History. Racing Cars. Fangio.

 

Recepción: 09/02/2017 - Aceptación: 24/07/2017

 

1ª Revisión: 02/07/2017 - 2ª Revisión: 19/07/2017

 

 
Lecturas: Educación Física y Deportes, Revista Digital. Buenos Aires - Año 22 - Nº 230 - Julio de 2017. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    “FANGIO Y GÁLVEZ, ÍDOLOS. Juan Gálvez y Juan Manuel Fangio, ídolos indiscutidos de nuestro automovilismo, contarán con el aliento incesante del público. De responderles sus máquinas, dichos volantes pueden dar a los aficionados argentinos la satisfacción ampliamente esperada y postergada en sucesivas ocasiones.” (Diario El Trabajo, Mar del Plata, 24/01/1948, en ocasión del I Gran Premio Internacional Ciudad de Mar del Plata).

    El resultado de esta carrera queda para las estadísticas y los cinco títulos mundiales conseguidos por Juan Manuel Fangio, tal difíciles de igualar, siguen enalteciendo al automovilismo y a los argentinos alrededor del mundo.

    No es cuestión de ocio preguntarnos acerca de la relación entre los coches de carreras y la Historia ni tampoco qué cosas nuevas puede decirnos la Historia desde el automovilismo. Historiar al automovilismo ha sido una tarea desarrollada, en principio, por ex pilotos, personas afines a la actividad y, principalmente, por periodistas. La tarea que llevaron adelante (el caso más destacado es el de Doug Nye, periodista inglés) no es para nada despreciable: contribuyeron a organizar y sistematizar estadísticas con los datos concretos de victorias y derrotas. De la misma manera, se han escrito libros acerca de los derroteros de marcas, pilotos y empresas que llegaron, ganaron y se fueron de, por ejemplo, la máxima categoría mundial, la Fórmula 1. Sin embargo, para los historiadores no es la única perspectiva que nos permite analizar las prácticas cotidianas de deportistas y entusiastas (Falco Genovez, 1998; Esparza Ontiveros, 2010; Day & Vamplew, 2015).

    En un sintético recorrido por la producción historiográfica de los últimos años tanto en el ámbito anglosajón como latinoamericano, relucen algunas cuestiones básicas: primero, y ante todo, que el campo de la Historia del Deporte ha sufrido una notable expansión en cuanto a su incorporación en la literatura académica (Alabarces, 2013; Bass, 2014). Segundo, que el fútbol es el tema de las investigaciones, quizás por su característica de pionero, su visibilidad y trascendencia, abarcando la mayoría de los estudios enmarcados en la Historia, Antropología o Sociología del Deporte (Alabarces y Garriga Zucal, 2014). A raíz de lo antes mencionado, la exclusión de las competencias automovilísticas de publicaciones especializadas es más notoria para quienes incursionamos en esta temática recientemente (Hassan, 2011). En Argentina, existen abordajes tangenciales desde las perspectivas de la historia político-institucional y desde una historia socio-cultural. Se incluye al automovilismo como una característica en el avance de las políticas públicas en torno al turismo y a la democratización del bienestar (Pastoriza y Piglia, 2012) o en explicaciones referidas a la construcción del imaginario del territorio nacional (Lacoste, Jaenisch, Boggia y Escudero, 2000) y de Nación (Bilyk, 2013).

    Esta omisión en las publicaciones académicas nos posibilita plantear como objetivo del presente artículo el abordaje exploratorio de las formas de articulación entre Historia y Automovilismo desde la mirada de los sujetos históricos: quiénes son, qué hacen y cuáles son las convergencias entre individuos e instituciones.

Fangio: automovilismo y sujetos históricos

    Para hacer bien nuestra tarea de proponer una exploración acerca de las posibilidades analíticas que esta temática le ofrece a la Historia es necesario ir de a un paso por vez. Comencemos con una primera cuestión que alcanza a todo público y nace de la pregunta ¿podemos decir que el automovilismo es un deporte? Como en un Boca-River1, las aguas están divididas. Al igual que los puristas del fútbol, están quienes desde una posición inflexible asumen al deporte como ejercicios físicos regidos por normas y reglas específicas que pueden ser practicados en forma individual o grupal (Robles Rodríguez, Abad Robles y Giménez Fuentes-Guerra, 2009). En esta visión, las competencias automovilísticas son, cuanto menos, relegadas a un escaño inferior aunque cumpla con todos los requisitos antes mencionados: los pilotos realizan ejercicios físicos al manejar el coche de competición, según la modalidad puede ser individual o grupal, se rige por normas estrictas que definen quién gana y quién pierde (aquí no hay empates) elaboradas por una institución internacional (la Federación Internacional del Automóvil). En el mejor de los casos, se lo denomina “deporte motor” haciendo clara alusión al componente más vistoso de todos: los bólidos que rozan los 300 km/h dando vueltas a un circuito. Imagen poco atrayente que olvida a los sujetos.

Publicidad de SUIXTIL desde la que se pueden analizar lo económico, lo social y lo político. (La Capital, 25/02/1949)

    Ahora bien, ¿por qué sujetos?, ¿quiénes son?, ¿qué hacen? Si analizamos las competencias en las que Fangio tomó parte observaremos a unos pocos individuos que practican el deporte y muchos otros que participan desde afuera. Basta con que mencionemos algunos ejemplos para saber que esto es así. Están los equipos de dirección técnica y asistentes (según las prácticas, los aguateros, mecánicos y alcanza pelotas son tan importantes como el deportista en sí mismo), los empresarios que sondean al equipo más competitivo para colocar su publicidad, los políticos y el jet set que buscan influencias que les permitan crecer en popularidad, por no hablar de los más importantes, los espectadores, quienes demandan una imagen en la cual depositar sus esperanzas y anhelos (Martínez López, 2014). De esta manera, en todo encuentro deportivo, confluyen lo económico, lo social y lo político.

    Una vez que asumimos al automovilismo como deporte y subrayamos el uso del plural “sujetos”, les propongo adentrarnos en la Historia como campo disciplinar heterogéneo, es decir, una disciplina científica cuyos objetos de estudio no se limitan a la política o la economía sino que se construyen en relación a otras ciencias sociales.

    De manera muy sintética, por no ser materia de este artículo, describiremos coloquialmente a la Historia como una disciplina que estudia a los hombres en el tiempo y que sirve para explicar el pasado, comprender el presente y pensar el futuro. No obstante ello, la ciencia histórica es un poco más compleja de lo que se piensa. Desde fin de siglo pasado está atravesando un desgranamiento (la apertura a múltiples temas de investigación) por el cual los historiadores ya no nos ocupamos exclusivamente de los Grandes Hombres sino que nos interesa saber qué hacía la gente común, cómo vivía y experimentaba los cambios a corto, mediano y largo plazo (Dosse, 2006). Ya sea porque las relaciones sociales que ejercen los sujetos históricos favorecen los intercambios o porque desde la microhistoria observamos cómo los procesos atraviesan la cotidianeidad de cada individuo, el caso es que el automovilismo en tanto práctica social nos invita a asirlo como objeto de estudio.

    Pensemos nuevamente en los sujetos. O en uno caro al orgullo argentino, Fangio. El “Chueco”, fue espectador, piloto y mecánico, dirigió una concesionaria de automóviles y representó a la Argentina como deportista en la máxima categoría mundial del automovilismo y como Asistente Técnico en la Embajada Argentina en Italia. En su persona confluyen los capitales sociales, simbólicos y económicos (Bourdieu, 2001): la producción y negociación de estos recursos le permitieron a Juan Manuel Fangio –y nos permiten a cada uno de nosotros– “jugar socialmente”2 (García Inda, 2000). Sí. Los capitales se construyen en las interrelaciones cotidianas y todos poseemos y empleamos uno u otro en mayor o menor medida para conseguir algo.

    Esta capacidad de los individuos para establecer relaciones sociales por medio del empleo de distintos capitales permea también las relaciones interinstitucionales (Lacoste, Jaenisch, Boggia y Escudero, 2000). Así, en su autobiografía, Fangio relata y se posiciona ante un evento que resulta conflictivo para el Estado argentino y el Automóvil Club Argentino:

    “—En la semana me tenían que entregar el auto, pero no se hacía así porque a Ferrari había que pagarle. Llamé por teléfono a la Casa de Gobierno y hablé con Aloé, porque yo había dicho de comprar las Ferrari, pero eso lo había hablado con Borgonovo y Anesi. Se ve que en Buenos Aires el Automóvil Club derivó el tema y el gobierno era el que las compraba, así que debí llamarlo a Aloé. —Mire, Aloé, estamos encima de la carrera, no ha llegado la plata y no me entregan el coche— le dije. —Sí, la plata ha ido, Fangio, pero tenga cuidado. . . ¿Está seguro de lo que va a hacer? No se vaya a equivocar y estemos comprando un auto que no ‘camine’. —Esas fueron las palabras. Doy fe que me estremecí. El único que aparecía apostando por mí era yo. Le dije que sí, que con una máquina como la de ellos se les podía ganar. . . Y después apareció el dinero. De una sola, que estaba terminada. La otra todavía no estaba armada, por eso no la entregaban. Creo que salían cien mil pesos cada una. Por eso, si me preguntan, para mí fue el gobierno el que las pagó. Después, del ACA salió que las pagó Alberto Dodero, pero eso a mí no me consta porque eran asuntos que no me interesaban. Yo sé que para poder correr en Monza tuve que hablar con Aloé y fue él quien me dijo que el dinero se había girado.” (Fangio y Carozzo, 1986)

    En esta situación, Fangio ‘pone en juego’ los capitales que está construyendo a través del automovilismo en pos de correr un Gran Premio europeo, representativo para él como piloto, y para el ACA y el Estado3 (Piglia, 2014) como instituciones que tienen sus propios intereses políticos y económicos.

Conclusiones

    De forma breve, exploramos cómo se puede producir conocimiento histórico desde el campo del deporte y, más específicamente, desde los eventos automovilísticos. Si seguimos las trayectorias de los sujetos podemos trazar las distintas interrelaciones que sus posiciones forjan.

    Con el recorrido que realiza Fangio se cristalizan procesos sociopolíticos y económicos que trascienden la sola actividad deportiva. En principio, su doble calidad de piloto y mecánico hicieron posible que se decidiera (o, por lo menos, tuviera gran peso su opinión) la compra de autos especiales de competición. Este hecho, que no carece de controversia es, sin duda, una puerta de entrada para observar cómo los individuos median en relaciones interinstitucionales. Por otro lado, los medios no tardaron en difundir la noticia de la compra de las “Ferraris de Perón” insistiendo en la vinculación entre el “Chueco” y el presidente argentino. Su designación como Asistente Técnico en la Embajada Argentina en Italia fue un punto más de aseveración pese a las contemporáneas y futuras expresiones de parte de Fangio declarándose “conservador”. Por último, los espectadores y aficionados se identificaron con él acompañados por un gobierno que empleaba la propaganda oficial como un medio para modelar una cultura de masas (Rosa, s/f). En ese contexto, el apoyo a las distintas actividades deportivas se transformó en una decidida política estatal.

    Consideramos que la imbricada red de relaciones personales entre individuos, grupos e instituciones permite distinguir los nexos y los elementos que los historiadores obtienen del automovilismo para explorar, interpretar y comprender las vinculaciones entre vida cotidiana y procesos más amplios.

    En definitiva, es posible desde lo empírico y lo teórico escribir una Historia que convoque tanto a académicos como a las personas ligadas por el automovilismo. Una Historia, quizás, desde lo político (Rosanvallon, 2002): aquel lugar donde los sujetos no sólo se identifican e interrelacionan con procesos coyunturales sino que convergen en ellos.

Notas

  1. Boca-River es un clásico del fútbol argentino que suele dividir a la sociedad de manera antagónica. Sus simpatizantes suelen tomar posiciones extremas y, en muchos casos, irreconciliables y aquí se lo utiliza como referencia hacia la opinión colectiva, no experta.

  2. La frase “jugar socialmente” aparece en García Inda (2000: 17) y está asociada a la noción de capital. El capital se entiende como la condición de entrada a cualquier campo social, es decir, cualquier tipo de recurso que por medio de la producción, obtención y negociación es capaz de producir efectos sociales.

  3. Para explorar la relación entre el Automóvil Club Argentino y el Estado Argentino sobre todo desde los años ’20 hasta el golpe de Estado del ’55, se recomienda acceder al libro de Melina Piglia (2014).

Fuentes

  • Diario “El Trabajo”, Mar del Plata. Ediciones desde el 1º de octubre 1947 al 28 de febrero 1951.

  • Diario “La Capital”, Mar del Plata. Ediciones desde el 1º de octubre de 1947 al 28 de febrero de 1951.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 22 · N° 230 | Buenos Aires, Julio de 2017  
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