Pocas disciplinas en este fin de siglo niegan la transdisciplinariedad a riesgo de quedar reducidas a esqueletos de sí mismas. Los cruces académicos son hoy los que permiten un abordaje denso y profundo del objeto de estudio.

La Educación Física, por una u otra razón, parece haberse negado a cualquier tipo de abordaje múltiple al tiempo que ha necesitado "salir" de su propio campo para poder legitimarse porque pareciera que solamente la disciplina puede fundamentarse, profundizarse, pensarse diferente sólo si es pensada por otros campos académicos.

De manera que, por un lado, sus contenidos terminan validándose a partir de los posibles "aportes" a otras disciplinas (por ejemplo, la lecto-escritura y el cálculo en el nivel inicial) y por el otro, se clausuran los aportes disciplinares externos (desde la psicología cognitiva, hasta los estudios histórico-sociales).

En otras palabras, es Howard Gardner (un académico de Harvard) quien defiende a la motricidad como un tipo de inteligencia de similar status que los saberes notariales (matemática y lengua) o artísticos y no la Educación Física.

El propio objeto de estudio de la Educación Física (el cuerpo, el movimiento, las manifestaciones motrices), fue perdiendo espesor y la disciplina, por ende, se ha ido cerrando sobre sí misma en históricas renuncias.

Su recorrido disciplinar está marcado más por los límites que por los alcances de su territorio de actuación, porque se sostiene sobre el vacío de lo a-cultural o sobre cosmovisiones que consideran al deporte a partir de virtudes que le serían intrínsecas sin tener en cuenta el contexto social en que se configura.

Lo cierto es que, a poco de terminar el siglo, la transdisciplinariedad que se observa en todos los campos académicos, las hibridaciones que se producen en las áreas disciplinares, traen consigo la exigencia de formar profesionales competentes para abordar objetos apropiándose de procedimientos, saberes técnicos y conocimientos de otras áreas.

Si, es cierto: esto confunde y angustia porque se trata de maniobrar la crisis, de navegar entre diferentes teorías, de decidir en tiempos de incertidumbre. Pero quizás sea nuestra única salida... ¿o entrada?.

Los artículos elaborados para el presente dossier, surgen como resultado de un proceso de reflexión, intercambio y re-discusión de la problemática "Deporte-sociedad-escuela", proceso en el cual estamos inmersos desde hace casi un año.

Nuestro punto de reunión es la Educación Física (disciplina que compartimos) y, en cambio, nuestros puntos de divergencia y, por lo tanto, de crecimiento, son nuestras diversas procedencias universitarias.

De este modo, desde la psicología, la educación y la comunicación, aprendimos a problematizar los presupuestos teóricos de nuestra disciplina "madre" a partir de otros aportes académicos.

Cuando nos reunimos por primera vez, descubrimos, no sólo que cada uno había intentado en una tarea solitaria agrandar el espesor disciplinar sino también (lo que es mas importante) que con lo que cada uno podía aportar a este espesor, el objeto de estudio se tornaba día a día mas enriquecido.

Una de las evaluaciones más ácidas y contundentes de estos encuentros ha sido tomar conciencia de la gran dificultad del campo de la Educación Física de pensar políticamente sus prácticas, esto es la dificultad de percibir a nuestra acción cotidiana desde una dimensión política y como un espacio posible de intervención sobre la realidad.

Esta dificultad, que se relaciona con la caída de los grandes argumentos ideológicos, con la globalización de los mercados, con el retroceso de la acción del Estado, permite argumentar que, hoy por hoy, tanto los sujetos, como los conflictos, como los escenarios se han multiplicado y complejizado.

Nuestro planteo parte de concebir a las identidades sociales como una articulación parcial e inestable, nunca completa y definida históricamente por la posición de sujeto en un sistema de desigualdad.

Asimismo, cuando mencionamos a la dimensión política, no nos referimos a militancia partidaria o a la inserción en lugares de toma de decisión efectiva, sino simplemente a las operaciones por las cuales se puede intervenir substancialmente sobre nuestro campo de actuación.

La pregunta es: cómo actuar entonces, en el marco de un conglomerado de redes de poder institucional y burocrático?.

Si el sujeto esta inserto en un sistema múltiple de desigualdad, su posición entonces se articulará parcialmente en forma coyuntural. Por lo tanto, la acción política se constituye como la capacidad de los sujetos de modificar esas condiciones de desigualdad.

La noción de acción política significa la posibilidad operativa de construir prácticas de intervención actuando dentro de los límites de las condiciones reales.

Investigar, entre otras cosas, es una forma de intervenir efectivamente sobre la realidad. Discutir en torno a lo programático de nuestras practicas es otra.

Si nos encontramos inmersos en un tiempo donde la dimensión política parece evanescerse ante nuestros ojos y por lo tanto nos cuesta identificarla como componente de nuestras practicas, más que nunca necesitamos ponernos en acción intentando percibir nuestra posición en la red de poder sin olvidar que no hay practica social inocente o desvinculada de significación, que toda practica, sea docente, investigativa o decisoria, es política.

Mientras tanto, la velocidad de los tiempos que corren nos enfrenta a la irrenunciable decisión de elegir.

Una opción es continuar esperando que alguien nos "baje" los contenidos válidos para finalmente ponernos a trabajar. La otra opción, antes de que sea demasiado tarde, es ponerle el pecho a la incertidumbre y salir a batallar.

Los Autores


Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 1. Buenos Aires. Mayo 1996.