Lecturas: Educación Física y Deportes. Revista Digital
LA PERIODIZACION Y LA PLANIFICACION EN LA REHABILITACION DEL LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR
Andrés E. Esper y Vicente Paús


8.2. Período preparatorio específico
Este período es, sin lugar a dudas, el más agradable para el paciente. Esto se debe a que las molestias prácticamente han desaparecido, la movilidad es completa sin ningún tipo de dolor, la musculatura evidencia un marcado proceso de hipertrofia, la rodilla se encuentra estable, y además, ha pedaleado, corrido, y realizado cambios de desplazamientos. Todo esto lleva a que el paciente pregunte insistentemente cuándo puede volver a realizar su deporte. Sin embargo, aún falta mucho para la vuelta a la competencia. Podemos decir que recién estamos a mitad de camino y que, para que la competencia sea un hecho, deberá continuar con la misma responsabilidad y buena voluntad que ha demostrado hasta este momento.

Una característica de este período es el aumento de la intensidad en todas las ejercitaciones, tanto sean propioceptivas, de fuerza, de resistencia, etc. Por otra parte, es éste el momento en que se deberá comenzar a entrenar los gestos propios del deporte que practica el sujeto, y es también el momento en que podrá insertarse paulatinamente en los trabajos físicos, y más tarde, en los técnico-tácticos que realice su equipo.

El entrenamiento de la sensibilidad propioceptiva se desarrolla con mayor intensidad y riqueza técnica. Incluye carreras con variaciones de desplazamientos (trote hacia atrás, skipping, salticado, zigzag, etc.), paradas en uno y dos tiempos, fintas, giros, diversas combinaciones con los ojos cerrados, y por último el perfeccionamiento de los gestos técnicos del deporte que practica el paciente. Según Beard DJ y cols. (3), la común manifestación de deficiencia del LCA, el síntoma del giving way durante la actividad puede ser el resultado de la pérdida de la función mecánica y/o neurofisiológica del LCA. Por lo tanto, no podemos descuidar jamás al trabajo propioceptivo hasta el momento en que el paciente retorne a la competencia.

El entrenamiento de la fuerza abarca cuatro mesociclos, tres dedicados al desarrollo de la fuerza máxima, y uno dedicado a la potencia. Los volúmenes e intensidades de trabajo de cada fase se pueden leer claramente en el cuadro 2. Existe una variación de estos parámetros dentro de cada mesociclo, los cuales están compuestos por tres semanas cada uno. De la primera a la tercera semana, decrece el volumen al mismo tiempo que aumenta la intensidad. Es mucho más duro realizar numerosas repeticiones a intensidades intermedias, que realizar pocas a intensidades elevadas. Por ello, es que el volumen decrece hacia el final del mesociclo para permitir que el paciente supercompense y sea capaz de elevar la intensidad de cada ejercicio. Con estas variaciones de las cargas, tanto el paciente como el injerto, tendrán la posibilidad de adaptarse progresivamente al stress al que se someten, recuperarse, y supercompensar.

En este período, disminuimos el porcentual del volumen total de las repeticiones que le asignábamos a las extensiones y flexiones de pierna, y a las extensiones de tobillo. Estas repeticiones pasarán a aumentar el volumen de los demás ejercicios (sentadilla a 1 pierna, estocadas, y press de pierna a 90º). Asimismo, el paciente comenzará a realizar las estocadas laterales, similares a las estocadas pero realizadas hacia el costado en vez de hacerlas hacia el frente (17).

El desarrollo de la fuerza máxima es fundamental para que el paciente llegue a alcanzar niveles de fuerza y de potencia similares o mayores a los que tuvo antes de la cirugía. Según Bompa T. (6), la capacidad de una atleta para generar fuerza máxima depende, en un alto grado, de los siguientes factores:


Para que todo esto ocurra, las cargas deberán ser elevadas, ya que si las mismas fuesen intermedias, lograríamos una gran hipertrofia sin un gran desarrollo de la fuerza máxima.

Debido a que potencia = fuerza x velocidad, para los propósitos deportivos, cualquier incremento en potencia puede ser el resultado de la mejoría tanto en fuerza como en velocidad, o en ambas. Un atleta puede ser muy fuerte, puede tener una gran masa muscular, y no ser capaz de desarrollar potencia a causa de su incapacidad de contraer los músculos (ya fortalecidos) en un muy corto período de tiempo. Por lo tanto, los ejercicios para el entrenamiento de la potencia, tienen que emplearse para activar las unidades motoras más rápidamente, en función de permitir una mejor adaptación del sistema nervioso (6).

Cuando entrenamos la potencia, realizamos ejercicios que presentan mayor velocidad de ejecución. Este es el caso de las estocadas y de las estocadas laterales. También agregamos trabajos de transferencia a potencia los cuales consisten en la realización de saltos, skipping, sprints, y demás ejercitaciones de fuerza-velocidad, después de haber realizado un ejercicio de fuerza, como por ejemplo la sentadilla. Está ampliamente demostrada y desarrollada en la teoría del entrenamiento, esta forma de trabajo de transferencia, la cual brinda notables incrementos de potencia al deportista.

Podemos asegurar que estos niveles y manejos de las cargas y de las ejercitaciones han resultado ser sumamente efectivos en el entrenamiento de la fuerza. Es necesario destacar, que los autores especializados suelen hablar de las ejercitaciones que deben realizarse, pero no de las cargas que deben emplearse. Como bien señalan Frndak PA y Berasi CC (13), para alcanzar el objetivo de lograr una rodilla con la máxima funcionalidad luego de la reconstrucción del LCA, es necesario saber cuánto stress puede soportar el injerto durante cada etapa de la cicatrización. Un mejor entendimiento de estos límites facilitará los esfuerzos terapéuticos teniendo como únicas restricciones las necesidades biológicas del injerto. Nuestro trabajo, apunta a dar luz a este tema.

En cuanto al entrenamiento aeróbico, incrementamos el volumen (tiempo total) de trabajo, tanto en bicicleta como en la carrera pedestre, durante el 6to. mesociclo. Posteriormente, aumentamos la intensidad, incrementando la velocidad de la carrera mediante el entrenamiento intervalado. Comenzamos con distancias que le signifiquen al paciente correr aproximadamente durante 60 segundos, luego hasta 90 seg. , y en la última semana, bajamos la carga a 60 seg., para permitir la supercompensación. Las velocidades de trabajo en cada intervalo serán intermedias o altas, variándolas al organizar el microciclo. El mismo, presentará sesiones con intensidades bajas, medias, y altas.

El entrenamiento del sistema anaeróbico alactácido involucrará ejercitaciones de breve duración (7 seg. o menos) que agoten al sistema energético de los fosfágenos. Estas ejercitaciones serán llevadas a cabo por medio del entrenamiento con sobrecarga, los saltos, los ejercicios de transferencia a potencia, y a través de los sprints. Estos últimos tendrán una duración de 1 a 7 seg. La progresión será desde la menor hasta la mayor duración para provocar la paulatina adaptación fisiológica, muscular, y articular.

El entrenamiento del sistema anaeróbico lactácido permitirá al deportista realizar esfuerzos de elevada intensidad con alta producción de ácido láctico. Es de suma importancia que el paciente se adapte progresivamente a este metabolito, ya que en la práctica deportiva estará presente. Un mal entrenamiento de este sistema energético, conducirá a pobres rendimientos deportivos - fundamentalmente en los deportes de equipo y de velocidad - y a probables lesiones. Estos trabajos se inician con simples cambios de velocidad efectuados por el paciente en forma libre. A partir del 7mo. mesociclo, realizará sprints en donde el tiempo de la carrera irá aumentando de menor a mayor.

El entrenamiento de la saltabilidad encierra no sólo altos niveles de potencia muscular y de stress articular, sino también grandes ajustes propioceptivos. Por eso, el paciente recién comenzará a saltar en este período. La progresión incluye saltos en el lugar, saltos pasando obstáculos, saltos en una escalera, saltos con giros, y multisaltos, los cuales consisten en diferentes variaciones de saltos entre y sobre diversos obstáculos.

La práctica deportiva comienza a partir del 6to. mes con los deportes de pivote que no involucran contacto físico (pelota a paleta, tenis, voleyball), y a partir del 7mo. mes con los que presentan contacto físico (fútbol, basketball, etc.).

Como tests de control realizamos tests de fuerza máxima en una sola repetición en la última semana de cada mesociclo. También, podemos tomar diversos tiempos para evaluar la potencia de cada sistema energético: test de Cooper (12 min.) para el sistema aeróbico, test de los 50 m para el sistema anaeróbico alactácido, y el test de Matsudo (40 seg.) para el sistema anaeróbico lactácido.

Como objetivos, tenemos el inicio de los trabajos propioceptivos con la pelota trasladada con las manos a partir de la 17ma. semana, la realización de los mismos trabajos pero con la pelota trasladada por los pies a partir de la 20ma. semana, y alcanzar iguales valores de aptitud físico-técnica, con respecto a los que tenía antes de la lesión, hacia el final de este período.


8.3. Período competitivo
El paciente arriba a este período con movilidad completa, estabilidad articular, buen estado físico y técnico, y con una gran seguridad y confianza en sí mismo. Es entonces, el tiempo justo para volver a la competencia, sea ésta recreativa o federada.

Los valores de fuerza son iguales o superiores a los que tenía antes de la cirugía. Las demás capacidades físicas y habilidades técnicas, también son similares al momento de la lesión. Será necesario entonces, que el deportista se entrene para mantener el estado físico adquirido, y agregarle ejercitaciones pliométricas para que aumente la potencia. Todos estos trabajos podrán ser realizados por el deportista en su club, o por medio de una planificación que nosotros le demos.


9. Conclusiones



Bibliografía

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